Hace tres años, Lidalia Encarnación, una joven de 31 años del Bronx, Nueva York, se sorprendió al enterarse de que una estrella paquistaní de las redes sociales había sido asesinada por, lo que a Encarnación le parecía un comportamiento completamente normal.
“Ella solo estaba compartiendo una selfie común y corriente”, contó Encarnación, quien trabaja en la industria musical y de eventos, a Global Citizen.
Qandeel Baloch era conocida como “la Kim Kardashian de Pakistán” y se volvió famosa por romper con las tradiciones conservadoras. Con solo 26 años, era famosa por publicar fotos suyas usando ropa “reveladora” y haciendo poses llamativas. Pero fue un set de selfies particularmente polémico lo que pudo haber provocado su muerte.
En junio de 2016, Baloch se reunió con Abdul Qavi, un clérigo y figura política de alto rango en aquel momento, llegando incluso a coquetear con él en un video del encuentro. Baloch fue duramente criticada por ser demasiado provocativa en las fotos que se tomaron juntos, en las cuales ella aparece usando el sombrero de Qavi.
Esa reunión tan polémica y las fotos la volvieron famosa en todo Pakistán, y su hermano, Waseem Azeem, afirmó que eso avergonzó a su familia. Él supuestamente fue acosado y presionado por otros familiares para que “limpiara” la imagen de la familia, porque pensaban que había sido “manchada” por el “comportamiento inapropiado” de Baloch con Qavi.
Así que, el 16 de julio de 2016, Azeem la drogó y estranguló en la casa familiar en nombre del llamado “honor”.
Qavi perdió su empleo tras el escándalo, pero Baloch perdió la vida.
Su trágica historia sacó a la luz la desigualdad de género en Pakistán y generó indignación y atención internacional. El tuit de Global Citizen sobre el asesinato de Baloch impactó a Encarnación, quien es mamá. Esa impactante noticia fue la primera vez que ella, y muchas otras personas, escucharon sobre un problema que lleva décadas afectando a Pakistán: los asesinatos por honor.
Y esto finalmente la llevó a actuar.
La ONU estima que cada año 5,000 mujeres son víctimas de asesinatos por honor. Estas mujeres son asesinadas para “limpiar el honor familiar”, después de que alguien se considera que ha avergonzado o deshonrado a su familia o comunidad al romper normas sociales.

Organizaciones defensoras de derechos calculan que cada año ocurren 1,000 asesinatos por honor tanto en Pakistán como en India, aunque también se reportan en Estados Unidos, Reino Unido, Jordania, Afganistán, y al menos una docena de otros países.
Ninguna religión promueve ni justifica los asesinatos por honor. En realidad, suelen darse en comunidades y culturas que consideran a las mujeres como propiedad, cuyo valor depende de su virginidad o modestia sexual.
Por eso, los asesinatos por honor afectan de forma desproporcionada a las mujeres que son vistas como personas que rompen las reglas sociales y las expectativas, sea por su ropa, su educación, empleo, pareja romántica, por tener relaciones sexuales fuera del matrimonio o simplemente por comportarse de manera provocativa, como fue el caso de Baloch. A muchas mujeres también las someten a asesinatos por honor u otras formas de violencia por honor, como ataques con ácido o matrimonio forzado, por elegir con quién casarse.
“En muchos lugares... el matrimonio no es entre solo dos personas, sino entre familias, y es casi un acuerdo económico”, explicó Yasmeen Hassan, directora ejecutiva global de la organización Equality Now, a Global Citizen. “Así que si las mujeres o niñas deciden y se van [a casarse] por su cuenta, eso le quita a la familia la oportunidad de elegir cómo se va a extender la familia.”
Algunos hombres, normalmente las parejas de mujeres vistas como “vergüenza” para sus familias, a veces también son víctimas de asesinatos por honor, pero la mayoría de las víctimas siguen siendo mujeres.

“Rara vez la familia avergonzada es la del hombre que se fuga con la mujer. La familia de la mujer es quien siente la ofensa porque consideran que era su propiedad y se la llevaron… [y] su reputación quedó manchada,” comenta Hassan.
La única forma en que creen que pueden borrar esa “mancha” y restaurar su honor, afirma Hassan, es a través del asesinato, muchas veces cometido por el padre, tío, esposo o incluso la madre de la chica o mujer considerada responsable de dañar la reputación familiar.
“No puedo creer que haya mujeres que vivan con miedo en su propia casa, con miedo de sus propios familiares”, le dijo Encarnación a Global Citizen.
Agregó que no podía ni imaginar que, si “[las mujeres] hacen algo mal... eso se vea como una deshonra para la familia y la consecuencia sea matarlas.”
Encarnacion contó que, como mujer, ni siquiera podía imaginar estar en esa situación, una situación que ninguna debería enfrentar. Y por eso decidió tomar acción.
La primera vez que Encarnación supo sobre Global Citizen fue porque una amiga le compartió un enlace al Festival Global Citizen de 2012. Nunca había firmado una petición ni participado en activismo político, pero para poder tener la oportunidad de ganar entradas al festival, tenía que comenzar.
Recuerda que una acción centrada en el acceso a agua y saneamiento la tocó de manera especial. Antes de emigrar a Estados Unidos a los 7 años, Encarnación vivió en Guerrero, México, donde a veces no tenía fácil acceso a agua limpia, cuenta.
Durante los años siguientes, Encarnación continuó tomando acción, siempre defendiendo los derechos de las mujeres y la educación, una causa que le importa mucho porque tiene un hijo de 10 años que adora leer. Al empezar a actuar se volvió una activista apasionada, logrando incluso que su hermana también se uniera a Global Citizen.
En 2016, después de conocer la historia de Baloch, Encarnacion firmó una petición dirigida al entonces primer ministro de Pakistán, Nawaz Sharif, para exigirle que cumpliera con su promesa de erradicar los asesinatos... en nombre del “honor.”
Casi 25,000 personas se unieron a ella firmando la petición, que formaba parte de una campaña para acabar con los asesinatos por honor en Pakistán, campaña que Leticia Pfeffer, directora sénior de políticas globales y asuntos gubernamentales en Global Citizen, había lanzado por casualidad solo unos días antes del asesinato de Baloch.
Las activistas dicen que este fue solo uno de varios eventos clave, incluyendo la presión de Global Citizens, que empujaron finalmente al gobierno de Pakistán a tomar acción.
Los asesinatos por honor fueron prohibidos oficialmente en Pakistán en 2004, pero las normas culturales persistentes y una laguna legal que permitía el perdón por parte de la familia de la víctima hacían posible que estos crímenes continuaran.
Tres meses después de la muerte de Baloch, Pakistán aprobó la Ley Contra los Asesinatos por Honor, que cerró esa laguna legal y ya no permitió que las familias perdonaran a los autores. Esta ley llevaba más de un año archivada en el Parlamento, pero el nuevo enojo por el caso de Baloch y la presión internacional ayudaron a que la legislación se aprobara por fin.
Si bien los asesinatos por honor ocurren en muchas partes del mundo, en Pakistán el problema es especialmente grave.
Se estima que alrededor de 1,000 personas son víctimas cada año, aunque se cree que la cifra real es mucho más alta. Sin embargo, es difícil conseguir estadísticas precisas porque a menudo se disfrazan de otros crímenes, se encubren o simplemente no se denuncian.
En Ghotki, Sindh, Pakistán, (dic 2014), una mujer acusada por su esposo de infidelidad habla; 40% de pakistaníes creen que eso justificaría matarla.
En Ghotki, Sindh, Pakistán, (dic 2014), una mujer acusada por su esposo de infidelidad habla; 40% de pakistaníes cree que eso justificaría matarla.
Durante años, activistas han impulsado el tema para evitar más violencia contra las mujeres: pidieron leyes más estrictas y una mejor aplicación de la ley. En 2016, finalmente, empezaron a ver avances.
En febrero de ese año, la cineasta y activista paquistaní Sharmeen Obaid-Chinoy se llevó el Oscar a Mejor Documental Corto por su película A Girl in the River: The Price of Forgiveness. El documental cuenta la historia de Saba Qaiser, de 19 años, quien sobrevivió a un brutal intento de asesinato por honor. Su padre y su tío le dispararon en la cara y la dejaron a morir en un río, después de enterarse de que se había casado sin el permiso de la familia.
"Para mí era importante contar la historia de una sobreviviente”, contó Obaid-Chinoy a Global Citizen. “Y es extremadamente difícil hacerlo porque en los asesinatos por honor, las mujeres terminan asesinadas en tumbas sin nombre.”
“Por primera vez, estábamos teniendo un debate nacional sobre los crímenes de honor”, agregó Obaid-Chinoy.
El éxito global de la película puso este problema en el foco internacional. De hecho, fue la película de Obaid-Chinoy la que impulsó a Encarnación a investigar a fondo el tema de los asesinatos por honor.
Un mes después del Oscar de Obaid-Chinoy, la campaña de Global Citizen, #LeveltheLaw se lanzó en el Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo de 2016, con el objetivo de revocar y reformar leyes injustas que discriminan a mujeres y niñas. Y el 11 de julio abrieron una petición dirigida al gobierno de Pakistán para detener estos crímenes, invitando a todas y todos los Global Citizens a sumar su firma. En seguida, miles comenzaron a participar, mostrando solidaridad con Obaid-Chinoy —quien también integra el consejo asesor de CHIME for CHANGE, una iniciativa co-fundada por Salma Hayek Pinault y Beyoncé Knowles-Carter, con el apoyo de la Fundación Gucci.

La campaña para eliminar los asesinatos por honor en Pakistán también arrancó en colaboración con Equality Now, una organización que desde 1992 asegura que los gobiernos cumplan con las leyes internacionales de derechos humanos, exigiendo su responsabilidad. Equality Now lucha por lograr que las leyes de género sean equitativas, desafiando legislaciones discriminatorias en todo el mundo para avanzar en los derechos de mujeres y niñas, también en Pakistán.
Pero apenas cuatro días después de lanzar el llamado de Global Citizen para acabar con los asesinatos por honor, el asesinato de Baloch salió en los titulares internacionales, dejando en claro la urgencia de actuar.
Durante el 2016, las y los Global Citizens realizaron más de 250,000 acciones pidiendo a los gobiernos, como parte de la campaña global #LeveltheLaw, modificar toda legislación que discrimine por género, incluyendo leyes que mantienen los asesinatos por honor, los matrimonios infantiles y la violencia de género.
En más del 90% de los países existe al menos una ley discriminatoria por género, según el Banco Mundial. Van desde leyes que limitan la protección de una mujer contra la violencia doméstica hasta la capacidad de ser propietaria o de trabajar sin el permiso de su esposo. Este tipo de leyes bloquean a niñas y mujeres para ejercer derechos humanos fundamentales.
“Sabemos que la igualdad legal es apenas el primer paso, no es una solución mágica para el empoderamiento femenino, pero si realmente queremos un mundo con las mismas oportunidades para todas las personas, será imposible lograrlo sin leyes igualitarias que protejan a toda la ciudadanía,” afirma Pfeffer.
En el caso de los asesinatos por honor en Pakistán, las acciones de Global Citizen dieron fuerza extra a quienes ya llevaban años impulsando estos cambios, ayudando a mover la aguja.
"El escenario del Global Citizen Festival 2016 le dio visibilidad a esta campaña", comentó Hassan. “En alianza con Sharmeen Obaid-Chinoy, CHIME FOR CHANGE y Global Citizen, logramos presionar al gobierno de Pakistán para que aprobara una ley contra los crímenes de honor, cerrando la laguna legal que permitía que responsables de asesinatos por honor quedaran libres o recibieran solo una pena mínima.”
Aunque la muerte de Baloch impactó al mundo entero, pocas personas en Pakistán se sorprendieron.
“Ella era vista como valiente. Rompía estereotipos y era auténtica… y la mataron justamente por eso”, dijo Hassan.
Lo que hizo que el asesinato de Baloch fuera distinto a los cientos de asesinatos por honor que suceden cada año en Pakistán, fue que todo el país la conocía; su muerte no podía pasar desapercibida.
Activistas pakistaníes protestan en Islamabad el 18 de julio de 2016, tras el asesinato de la famosa Qandeel Baloch a manos de su hermano.
Activistas protestan en Islamabad, el 18/07/2016, por el asesinato de la celebridad Qandeel Baloch por su hermano.
Con el documental de Obaid-Chinoy recibiendo tanta atención, Pakistán ya no pudo esconder el problema, Hassan lo explicó. Y la presión internacional estaba aumentando de otras maneras.
“Pakistán tiene una sociedad civil muy activa y vibrante que lleva años impulsando el cambio y luchando contra los crímenes de honor, pero el documental de Sharmeen fue un punto de inflexión”, contó Benazir Jatoi, activista por los derechos de las mujeres y abogada de derechos humanos en Islamabad, a Global Citizen.
El documental no solo presentó al mundo el problema de los asesinatos por honor, sino que también dejó en evidencia las fallas del sistema legal paquistaní, que permitían que los responsables de estos crímenes escaparan de la justicia.
Para ser justos, el gobierno de Pakistán aprovechó la oportunidad para abordar el problema, dijo Hassan.
Después de ver la película, el primer ministro Sharif se comprometió a acabar con los asesinatos por honor mediante la modificación de la legislación. Además, el gobierno organizó proyecciones del film en todo el mundo, incluyendo una función junto a Equality Now en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York.
“Ningún gobierno, en especial el de Pakistán, quiere dar una mala imagen ante la comunidad internacional y eso es justo lo que expuso este documental. Mostró cómo el sistema legal y el sistema cultural… no protegen a esta chica”, comentó Hassan.
Tanto Jatoi como Hassan señalaron que el éxito internacional de la película y la indignación global ante los asesinatos por honor pusieron una presión imposible de ignorar sobre el gobierno paquistaní para provocar el cambio. Y la presión de personas de todo el mundo, incluyendo Global Citizens, ayudó a que el gobierno se pusiera en marcha.
“En todo el mundo, sin importar el idioma, estábamos ahí por la misma razón: tomar acción contra los asesinatos por honor”, recordó Encarnación sobre firmar la petición.
“La gente no entiende cuánto ayuda pero cuando se reúnen muchas firmas y esas firmas se presentan al gobierno, el gobierno va a cambiar porque… saben que la gente los está observando, y no solo personas de tu país, sino de todo el mundo que están atentos a lo que sucede contigo”, comentó Hassan.
“Eso da el impulso para el cambio, cada uno de nosotros es un agente de cambio. Cada uno de nosotros es un Global Citizen y creo que todos debemos actuar”, añadió.
Durante más de diez años, activistas de derechos humanos en Pakistán y en otros lugares hicieron campaña para cerrar los vacíos legales del sistema judicial del país, que permitían que los responsables de asesinatos por honor quedaran en libertad o recibieran castigos mínimos.
En 2004, el gobierno aprobó la Ley de Enmienda de la Ley Penal —también conocida como Ley de Asesinatos por Honor— que dio una definición legal a los “crímenes de honor”, incluyendo los asesinatos por honor, criminalizó este delito y estableció una sentencia mínima de siete años de prisión.
Sin embargo, la legislación permitía que los responsables de asesinatos por honor quedaran libres o recibieran penas mínimas si la familia de la víctima perdonaba al agresor, o si el perpetrador pagaba una compensación, conocida como “dinero de sangre", a la familia de la víctima. Esta práctica proviene de la ley islámica llamada Diyat.
También dejaba margen para que los asesinatos por honor se clasificaran como homicidios por “provocación”, una ley de origen colonial británico, según Hassan, similar a los crímenes pasionales, permitiendo así a los jueces dar sentencias más leves.
El caso de Baloch resaltó aún más este mismo problema. Y, a finales de julio, el Proyecto de Ley contra los Asesinatos por Honor —presentado originalmente por la entonces senadora Sughra Imam en 2015, fue reintroducido para otra votación. El proyecto, que buscaba cerrar estos vacíos legales y acabar con los perdones a los crímenes de honor, fue aprobado por unanimidad en el Senado en 2015, pero luego quedó estancado en el Parlamento.
Aun así, los activistas tenían la esperanza de que finalmente el proyecto sería debatido en 2016, con toda la presión e indignación internacional que había surgido.
Los Global Citizens no dejaron de tomar acción y, para septiembre, ya habían realizado decenas de miles de acciones para ayudar a acabar con los asesinatos por honor y amplificar el mensaje de Obaid-Chinoy y otros activistas paquistaníes. En total, 24,558 Global Citizens tomaron 35,460 acciones para lograr que se cambiaran las leyes relacionadas con los asesinatos por honor en Pakistán.

La cineasta apareció en el escenario del Global Citizen Festival junto a Hayek Pinault el 24 de septiembre de 2016, haciendo un apasionado llamado a los gobiernos para acabar con la violencia contra las mujeres, especialmente, al gobierno de Pakistán. Obaid-Chinoy también produjo un video especial para el festival, contando lo que ella llamó la “historia muy breve” de Baloch.
El 6 de octubre de 2016, el gobierno finalmente aprobó la Ley contra los Asesinatos por Honor en respuesta a la presión de los grupos de la sociedad civil en Pakistán que luchaban contra los asesinatos por honor, junto a los esfuerzos de Equality Now, Obaid-Chinoy y las acciones de los Global Citizens.
"Ninguna niña o mujer merece morir por querer vivir su vida con sus propios valores y metas", dijo Obaid-Chinoy a Global Citizen por correo electrónico tras la aprobación de la ley. “Este gran avance en Pakistán tiene el potencial de proteger la vida de muchas mujeres, y ahora le toca al gobierno paquistaní hacer que se cumpla la ley.”
La aprobación de la Ley contra los Asesinatos por Honor demostró que la presión de activistas y personas comunes sí puede cambiar las leyes. Sin duda, esta legislación marcó un antes y un después en la lucha por terminar con los asesinatos por honor a nivel nacional en Pakistán, pero está claro que la batalla no ha terminado.
Lamentablemente, la aplicación de la ley no ha sido tan fuerte como muchos esperaban. Y hoy, más de dos años después de ser aprobada, ni una sola persona ha sido condenada por un asesinato por honor, ni siquiera en el caso de Baloch.
“Legislar es una cosa, pero implementar esas leyes es lo verdaderamente importante”, comentó Obaid-Chinoy.
Los padres de Baloch inicialmente querían que se hiciera justicia para su hija. Sin embargo, años después, bajo la presión de su comunidad, terminaron retirando el apoyo a la acusación contra su hijo, llegando incluso a decirle a la BBC en 2018 que él no la mató.
Oenegés y las fuerzas de seguridad afirman que la conciencia sobre los asesinatos y crímenes de honor va en aumento, por lo que cada vez más mujeres y chicas se animan a denunciar la violencia, informa la BBC, pero la ley, que fue tan celebrada en su momento, aún no ha demostrado ser efectiva.
Gente protesta en Lahore el 21 nov 2008 contra los "crímenes de honor" hacia mujeres.
En Lahore, 21/11/2008, personas protestan contra los "crímenes de honor" hacia mujeres.
Las mujeres siguen enfrentando amenazas constantes en todo el país, a pesar de que las regulaciones se han endurecido.
“Todavía queda mucho por hacer para asegurar que leyes como la que prohíbe los asesinatos por honor realmente se cumplan y para que las mujeres estén protegidas de esta horrible forma de abuso y violencia”, explicó Pfeffer.
Para acabar con los asesinatos por honor, quienes defienden los derechos humanos dicen que es necesario cambiar todas las normas culturales y leyes que mantienen a las mujeres en una posición de ciudadanas de segunda clase.
Además, expertos señalan que el problema es que la enmienda de 2016, que establece un mínimo obligatorio de 25 años de cárcel para los asesinatos por honor, aún permite que los jueces decidan si un asesinato fue por “honor” o tuvo otro motivo distinto. En los casos en que el asesinato se considere que fue por otros motivos, las sentencias pueden ser menores.
Aunque la nueva ley prohíbe a las familias perdonar y absolver a quienes cometan asesinatos por honor, excepto en casos de pena de muerte, si un juez determina que el asesinato fue por otra razón, la familia de la víctima puede, una vez más, perdonar a la persona culpable.
Los familiares también pueden decidir perdonar a quienes cometen asesinatos por honor fuera de los tribunales en cualquier momento y pueden retirar la denuncia en su contra.
En 2017, varias personas acusadas de asesinatos por honor lograron argumentar que tenían otros motivos y así fueron perdonadas por la familia de la víctima, según la Aurat Foundation, una ONG pakistaní.
Aun así, la ley de 2016 fue un paso muy importante para lograr un cambio a largo plazo, pero para erradicar los asesinatos por honor en Pakistán, y en otros países, se necesita un enfoque más integral.
“Aunque para otras personas quizás no parezca un avance, cada granito de progreso es real, tanto en Pakistán como en otros países donde pasa esto”, dijo Hassan.
“Reducir estos crímenes es el objetivo principal, pero lograrlo realmente requiere un esfuerzo en varios frentes, y una parte fundamental es mejorar la ley y lograr que el gobierno rinda cuentas por estas chicas, y al menos eso sí lo hemos conseguido”, continuó Hassan.
Pero para detener de verdad los asesinatos por honor, Hassan y otros activistas dicen que hace falta una mejor aplicación de la ley, capacitar a la policía, crear refugios para mujeres y promover la educación.
“Para que las cosas cambien de verdad, un caso de crimen de honor tendría que llegar hasta la Corte Suprema y ver que ahí se marca la diferencia”, dijo Jatoi. Y puede que eso esté cerca.
La Corte Suprema accedió recientemente a considerar el caso de cinco chicas que se cree fueron víctimas de asesinatos por honor que ocurrieron en 2011. Jatoi dijo que el caso finalmente fue tomado por la corte después de años de lucha y campañas de activistas en nombre de las chicas, quienes fueron vistas por última vez vivas, riendo y aplaudiendo mientras un joven bailaba, en un video hecho en 2010.
Aunque la policía solo hizo un informe oficial sobre los asesinatos por honor el año pasado —siete años después de las supuestas muertes de las chicas, la Corte Suprema ordenó una investigación, según el periódico Dawn de Pakistán.
Jatoi comentó que el hecho de que la Corte Suprema acepte analizar el caso como un asesinato por honor es “una aceptación formal de que las chicas fueron asesinadas en nombre del honor” y que esto puede considerarse un avance por lo que representa.
Encarnación, quien toma acción con Global Citizen, sigue siendo optimista. Dice que cree que a medida que se reporten más asesinatos por honor, se generará un cambio.
“Nosotras, las mujeres, somos fuertes, podemos lograr muchísimo”, dijo. “Los asesinatos por honor no quedarán impunes.”
Como parte del esfuerzo constante por #LeveltheLaw en el mundo, Global Citizen seguirá apoyando a activistas como Jatoi en Pakistán, quienes impulsan el avance. Y las personas de Global Citizen en todas partes pueden seguir utilizando su voz para ayudar a construir un futuro mejor para chicas, mujeres y para todas y todos.