Las estadísticas sobre la contaminación global por plástico son impactantes. Se estima que, por minuto, se compran alrededor de un millón de botellas de plástico. Como resultado, una persona promedio consume más de 70,000 microplásticos, que pueden contaminar alimentos y agua, cada año. La cantidad de plástico en el océano está en camino a triplicarseen la próxima década. Y la lista continúa.

Y muchas veces los seres humanos afectados por el plástico, se pierden en la avalancha informativa sobre la contaminación, especialmente los que viven en la pobreza extrema.

En Brasil, donde más de 50 millones de personas aún viven por debajo del umbral de la pobreza, las personas más pobres a menudo son las más afectadas por la contaminación con plástico. El plástico contamina los ríos que sostienen la vida, conduce a enfermedades y perjudica comunidades pobres que carecen de una infraestructura adecuada de recolección de residuos, según informa The Guardian.

Pero a pesar de la creciente contaminación plástica, los aldeanos de una comunidad brasileña están demostrando que hay esperanza. Con la ayuda de la ONG Tearfund y un proyecto de extensión de la iglesia local llamado Instituto Solidare, los residentes de la ciudad de Recife están luchando contra la contaminación plástica, convirtiendo la basura en un tesoro.

En Recife, donde abundan la pobreza y la delincuencia, un ejército de recolectores de plástico está limpiando la comunidad de Coqueiral, convirtiendo la recolección de plástico en un trabajo de tiempo completo, según informó de The Guardian.

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Las mujeres venden carteras, joyas y juguetes fabricados con desperdicios de plástico; los niños en edad escolar recolectaron basura y la convirtieron en una casa de basura; muchos otros recogen plástico y lo venden a las compañías de recolección a razón de 50 centavos por cada 50 botellas de plástico.

"Estamos trabajando mucho para investigar el mercado y analizar las tendencias y tratar de asegurarnos de que podamos hacer negocios con lo que estamos haciendo", dijo Olga Gomesque participa del proyecto. "Para mí es empoderador: me ha dado trabajo y me ha dado una vida social".

Los residentes también han organizado marchas para proteger el río local, el Tejipió, de los residuos de plástico, y presionar para que el gobierno instaure políticas de gestión de residuos que protejan a las personas que viven en la pobreza.

"La situación aquí, donde la vida ya es increíblemente dura, ha empeorado", le dijo a The Guardian Evandro Alves, un líder de la comunidad. "Estamos viendo que se usa y tira cada vez más plástico, y justo se detiene aquí en la comunidad. Por eso, decidimos movilizarnos".

En Brasil, una economía mundial en ascenso, el problema va más allá de la contaminación plástica. Según un informe de 2011, Brasil produce casi 150,000 toneladas métricas de desechos por día.

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Los residentes pidieron al gobierno brasileño, en 2010, que implemente una política de regulación de gestión de residuos sólidos, pero el proyecto no se aprobó.


Global Citizen realiza campañas para alcanzar los Objetivos Globales para el Desarrollo Sostenible. Que las ciudades y comunidades sean sostenibles es el objetivo número 11. La acción por el cambio climático es el objetivo número 13. Puedes unirte y convertirte en un Guardián del océano dejando de usar desechos plásticos aquí.

The Guardian ha informado recientemente que el movimiento para convertir el plástico en ganancias se ha extendido a otras comunidades pobres de todo el mundo, como Nigeria y Mozambique.

En otros lugares del mundo, el plástico se está re-convirtiendo: desde carreteras y casas, hasta arte y zapatos. Si bien estas comunidades no están literalmente convirtiendo basura en tesoro, hacen algo muy parecido.

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Esta ciudad brasileña está resolviendo el problema de los residuos plásticos y la pobreza al mismo tiempo

Por Phineas Rueckert  y  Erica Sánchez