Una economía circular funciona como su nombre indica: los recursos y materiales de la economía se reutilizan una y otra vez, según sea necesario.

En el pasado las comunidades organizaban economías necesariamente circulares ya que el acceso a los recursos naturales estaba limitado por la geografía. La gente tenía que reutilizar cosas, ya fuera ropa, metal viejo o restos de plantas. Pero durante la Revolución Industrial, a medida que las potencias coloniales explotaban a otros países en busca de riqueza, esta circularidad de base saltó por los aires y dio lugar a economías lineales que engullen y desechan recursos sin descanso.

En el sistema lineal actual los recursos se utilizan para fabricar productos que se convierten en residuos. Volver a una economía circular significaría tomar esa etapa final de los residuos y utilizarlos de nuevo, permitiendo que vuelvan a ser un recurso.

A nivel local esto parece muy simple. Pero en el contexto de nuestra economía global en expansión donde las cadenas de suministro pueden abarcar decenas de países y las empresas saquean los recursos finitos de la tierra a un ritmo cada vez más acelerado, urge una transformación dramática en el funcionamiento de la sociedad humana.

Todos los aspectos de nuestra vida tendrían que cambiar para que surgiera una economía verdaderamente circular, incluida nuestra actual obsesión por el crecimiento económico a toda costa.

Según los científicos y economistas es un cambio que tenemos que hacer más pronto que tarde, porque el sistema económico actual está causando demasiado daño al medio ambiente mundial. Unas pocas décadas más al ritmo actual de producción y consumo conducirían a una catástrofe medioambiental y a un planeta que ya no es capaz de albergar con bienestar a la humanidad.

Aunque la economía circular depende de la reutilización de materiales, requiere mucho más que asegurarse de que la gente recicle.

En primer lugar, los países tendrían que crear la infraestructura necesaria para reciclar a una escala mucho mayor que la actual, y no sólo bolsas de plástico, latas de refresco y cajas de cartón. El reciclaje debe abarcar restos de comida, aguas residuales, materiales de construcción, ropa, tecnología y mucho más, para evitar la expansión de los vertederos y las incineradoras. Esto requerirá financiamiento internacional para asegurar que todos los países tengan las instalaciones necesarias para reciclar lo más posible.

El mundo tendría que ir más allá, con países que transformen todos sus sistemas de gestión de residuos, prohíban innumerables materiales no reciclables y eliminen gradualmente las industrias que contaminan y dañan el medio ambiente. Completar la economía circular significa invertir en la regeneración de los ecosistemas sobreexplotados, dar prioridad al bienestar humano y comprometerse con formas de justicia restaurativa que liberen el potencial humano. 

Esta transición está siendo puesta en marcha por una amplia coalición de organizaciones defensoras, grupos comunitarios solidarios, empresas con conciencia ecológica, gobiernos locales e incluso instituciones multilaterales como las Naciones Unidas.

Cuantas más personas se unan al movimiento de la economía circular más rápido lo conseguiremos. Así que, para que te inspires, aquí tienes cinco formas en las que nos podemos beneficiar de la economía circular. 

1. Menos basura

Image: Joe McCarthy

El beneficio más evidente de la economía circular sería la reducción de los residuos.

El Banco Mundial calcula que en el mundo se producen 2,010 millones de toneladas de residuos al año y son los países ricos los que tienen la mayor proporción de residuos per cápita. Un estadounidense típico produce 1,704 libras de basura al año, tres veces la media mundial. Estos residuos se transportan y liberan en vertederos, se queman en incineradoras y se vierten abiertamente en paisajes y masas de agua.

Todos estos métodos tienen un duro impacto medioambiental ya que los vertederos lixivian las toxinas en el suelo y el agua, las incineradoras provocan la contaminación del aire y los vertidos a cielo abierto generan amenazas para los ecosistemas. Las comunidades cercanas a los vertederos e instalaciones de manejo de residuos sufren una serie de consecuencias para la salud.

A través de la gestión circular de los desechos estas opciones de eliminación se minimizarían y contendrían. Los residuos producidos se reciclarían en su mayoría, ya que el reciclaje se convertiría en una prioridad mundial y bien financiada.

Y lo que es más importante: los países generarían menos residuos para empezar gracias a la estandarización de los materiales de fabricación, a la prohibición de los materiales difíciles de reciclar y a un cambio generalizado del consumismo hacia modelos compartidos. De este modo no habría que entregar más tierras a los vertederos y a la contaminación tóxica.

2. Menos contaminación

Image: Photo by Thomas Hafeneth on Unsplash

Esto va de la mano de la reducción de los residuos, pero merece la pena centrarse en ello. Si los países generaran menos basura, se filtraría menos contaminación al agua que bebemos, al suelo que utilizamos para cultivar alimentos y al aire que respiramos, lo que derivaría en una mejor calidad de vida y en una mayor salud mundial.

Según la Organización Mundial de la Salud la contaminación atmosférica por sí sola reduce el promedio de vida 2,2 años y los habitantes de las zonas más contaminadas pierden unos cinco años de vida. Más de 2,000 millones de personas carecen de acceso al agua potable en gran parte debido a las formas locales de contaminación y a la falta de instalaciones de tratamiento del agua. Casi 90,000 niños menores de 5 años mueren cada año tras beber agua contaminada.

Aunque hay muchas causas específicas de la contaminación, el principal impulsor es el sistema económico lineal que prioriza el beneficio financiero sobre el bienestar humano y la integridad medioambiental. Debido a este sistema las actividades contaminantes no sólo se permiten, sino que se incentivan si generan suficiente dinero.

Basta ver el historial ambiental de la industria de los combustibles fósiles, lleno de vertidos catastróficos de petróleo, vertidos intencionados de residuos y todo tipo de destrucción medioambiental.

En una economía circular los valores que sustentan la sociedad cambiarían para evitar el daño medioambiental. Si el propósito de la economía es mantener la salud del planeta para las generaciones futuras, entonces sólo se tolerarían las actividades que apoyen y funcionen armoniosamente dentro de los límites del medio ambiente global. Todo lo demás se eliminaría progresivamente, lo que tendría el efecto de reducir drásticamente los niveles de contaminación.

Llevaría mucho tiempo limpiar la contaminación existente y eliminar los contaminantes persistentes del medio ambiente mundial, pero al haber menos contaminación general, los países podrían centrarse en rehabilitar el planeta.

Los microplásticos, por ejemplo, serán probablemente una amenaza para la salud humana durante décadas ya que siguen circulando por el medio ambiente mundial. Pero si se prohíben las formas de plástico más difíciles de reciclar, menos microplásticos contaminarán el medio ambiente en el futuro, lo que permitirá a los países contener la amenaza.

3. Un entorno global próspero

The Alto Mayo Protected Forest.
The Alto Mayo Protected Forest.
Image: Carmen Noriega for Conservation International

Con la actual economía lineal la humanidad destruye el medio ambiente global, agota los recursos anuales antes de lo previsto cada año y pone en peligro la capacidad de los humanos para sobrevivir en el futuro. 

El objetivo de una economía circular es garantizar que los recursos naturales sigan siendo indefinidamente abundantes. En la práctica esto significaría conservar y restaurar los entornos para garantizar que puedan producir de forma fiable recursos esenciales como madera, suelos, arena y agua. También significaría poner límites a la explotación de muchos de esos recursos. Esto podría parecer difícil de aplicar, pero los científicos pueden determinar fácilmente los niveles seguros de explotación de los recursos para que los países los acaten.

Con el tiempo estos imperativos cambiantes transformarían la salud del planeta, devolviendo a enormes sectores del mismo una vibrante abundancia ecológica, impulsando a las especies agotadas y garantizando un suministro constante de recursos durante mucho tiempo en el futuro.

El océano, que se está vaciando, se beneficiaría enormemente de este cambio. Las poblaciones de peces, por ejemplo, han sido orilladas al borde de la extinción debido a la escasa supervisión de los buques pesqueros. Al aplicar cuotas de pesca con base científica, una economía circular permitiría que los peces se recuperaran hasta alcanzar niveles saludables.

De este modo, ecosistemas marinos enteros comenzarían a recuperarse de décadas de explotación y contaminación excesivas.

También se mitigaría el clima global y la biodiversidad.

La gestión global de los residuos genera emisiones de gases de efecto invernadero de diversas maneras, desde el metano que se desprende de los residuos de alimentos en descomposición en los vertederos hasta los humos que desprenden las incineradoras de residuos. La reducción de los residuos en general conduciría a una disminución de las emisiones globales.

El sistema alimentario mundial, por ejemplo, es responsable de hasta el 40% de las emisiones globales, y casi el 40% de los alimentos se desperdicia. Reestructurar la producción y distribución de alimentos para centrarse en la protección del medio ambiente y la eliminación del hambre haría que las emisiones cayeran en picada.

En vez de talar los bosques para pastorear ganado, las comunidades practicarían una agrosilvicultura regenerativa que almacena el dióxido de carbono. En lugar de enviar alimentos por todo el mundo para que se pudran por el camino, se alimentaría a las comunidades que lo necesitan. La sofisticación de la tecnología actual de refrigeración y procesamiento y de las cadenas de suministro significa que el sistema alimentario podría acabar fácilmente con el hambre en el mundo si se cambiaran los incentivos, que es lo que ocurriría en una economía circular.

En términos más generales, una economía circular previene el cambio climático desbocado y la pérdida de biodiversidad.

Pasar a una economía circular de este tipo significa eliminar todo el consumo de combustibles fósiles que no sea esencial y eliminar gradualmente las industrias que dañan la biodiversidad. Si los valores de una economía circular se aplicaran mañana, la temperatura global no aumentaría más allá del umbral de 1,5 grados Celsius establecido por el acuerdo climático de París y el clima global comenzaría a estabilizarse gradualmente. Las especies cuyas poblaciones han estado en caída libre también comenzarían a estabilizarse y recuperarse.

Las próximas décadas, que parecen tan sombrías bajo el sistema actual, recuperarían las visiones utópicas que encantaron a las generaciones anteriores.

4. Justicia ambiental y social significativa

Protesters from from the environmental pressure group Extinction Rebellion demonstrate outside the Royal Courts of Justice in London July 15, 2019. Environmental campaigners are blocking some roads across the UK on Monday, as they protest against what they allege is "inaction" on climate change.
Image: Kirsty O'Connor/PA/AP

Una economía circular implicaría algo más que regenerar el planeta y trabajar con los límites de los distintos entornos. También significaría regenerar los lazos que mantienen unidas a las comunidades humanas, restaurar la confianza en y entre las personas y los países, y abordar los daños históricos del colonialismo, la violencia estructural y la desigualdad que han asolado el potencial humano durante siglos.

La actual economía lineal trata los recursos humanos y medioambientales como mercancías desechables y permite la explotación extrema, la violencia y la pobreza. Dado que una economía verdaderamente circular se basaría en el florecimiento humano, estos daños se detendrían sistemáticamente. Aquí es donde el estrecho objetivo del reciclaje de materiales se amplía para abarcar el concepto de una "transición justa" que se aleja de las industrias y actividades perjudiciales.

La Alianza por la Justicia Climática plasmó de forma elocuente lo que supondría una transición justa:

Debemos cambiar las reglas para redistribuir los recursos y el poder a las comunidades locales. Las iniciativas de transición justa están pasando de la energía sucia a la democracia energética, del financiamiento de autopistas a la ampliación del transporte público, de las incineradoras y los vertederos a los residuos cero, de los sistemas alimentarios industriales a la soberanía alimentaria, del aburguesamiento a los derechos comunitarios sobre la tierra, de la violencia militar a la resolución pacífica y del desarrollo destructivo desenfrenado a la restauración de los ecosistemas. El núcleo de una transición justa es una democracia profunda en la que los trabajadores y las comunidades tengan control sobre las decisiones que afectan a su vida cotidiana.

Para liberar la tierra y liberar nuestras almas debemos descolonizar nuestra imaginación, recordar nuestro camino y divorciarnos de las comodidades del imperio. Debemos confiar en que en lo más profundo de nuestras culturas y ancestros se encuentra la sabiduría diversa que necesitamos para navegar hacia un mundo en el que vivamos en relaciones justas entre nosotros y con la tierra.

5. Más trabajo significativo (y menos trabajo en general)

Image: Zoe Schaeffer via Unsplash

A diferencia de la actual economía lineal que persigue el crecimiento económico a toda costa, una economía circular se centraría en mantener un "estado estable" de producción y consumo que permita la salud y el bienestar del planeta y de las comunidades.

En un sistema así habría objetivos laborales más claramente definidos, tanto a nivel individual como de toda la sociedad, lo que eliminaría el exceso de trabajo frívolo que caracteriza la vida en la economía lineal. Todo el trabajo apoyaría los objetivos fundamentales de la economía circular: garantizar que las personas tengan suficientes alimentos, agua potable, vivienda, atención médica, educación y oportunidades de ocio, y proteger el bienestar del medio ambiente.

Si todas las personas se emplearan para alcanzar estos objetivos, el trabajo se repartiría de forma más equitativa y la cantidad total de trabajo para cada persona sería menor. Esa es la promesa liberadora de la economía circular: tendrás tus necesidades esenciales cubiertas en un planeta que prospera y podrás usar tu tiempo como quieras. 

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Por Joe McCarthy