La activista nicaragüense María Esperanza Sánchez se encuentra detenida desde hace dos años y fue condenada a diez años de prisión luego de manifestarse a favor de un país más justo e igualitario en defensa de los derechos humanos.

Estando privada de su libertad su salud se deteriora rápidamente y su condición de presa política ha llevado a su familia a sufrir amenazas. María Esperanza tiene dificultades para caminar, padece de asma e hipertensión arterial.


Al igual que María Esperanza, muchos presos políticos sufren torturas y malos tratos sistemáticos, mala alimentación, desatención médica y privación de medicamentos, entre otras cosas que ponen en peligro su vida. Según la Organización Mundial de la Salud, el derecho a la salud para todas las personas significa que todos deben tener acceso a los servicios de salud que necesitan, cuando y donde los necesitan, sin sufrir dificultades económicas.

Su caso forma parte de un proceso creciente de criminalización de la protesta en ese país y de acuerdo a datos de Monitor Civicus, Nicaragua se encuentra entre la lista de países calificados como cerrados con un deterioro grave y abrupto de la calidad de su espacio cívico. En este artículo su hija Sherly explica el impacto que ha tenido sobre su madre y pide un cambio urgente. 




Visito a mi madre en la prisión cada quince días. Llegar a verla no es fácil. Me despierto a las 3 de la mañana, le preparo la comida y me aseguro de tener el kit de alimentos no perecedero básico y sus medicinas listas. Después de cuatro horas de viaje y varios medios de transporte, finalmente llegamos a las 7.30 de la mañana a la puerta del penal donde luego de ser requisados, ingresamos para poder pasar tres horas con ella. 

Desde que se encuentra privada de su libertad la salud de mi mamá se ha deteriorado. Ella tiene dificultades para caminar, padece de asma crónica y desde que está detenida ha comenzado a presentar problemas de presión arterial. Hace aproximadamente un mes y medio presentó una crisis de asma muy crítica. En el penal no tiene los elementos necesarios para poder enfrentarse a su enfermedad. No tienen nebulizador ni cuentan con las condiciones para mejorar su salud. Nosotros le llevamos medicamentos cada vez que vamos, pero cuando entra en estas crisis las medicinas no alcanzan y no puede respirar. 

Mi madre se encuentra detenida en el penal “La Esperanza” desde hace dos años y fue condenada a diez años de prisión injustamente por ejercer sus derechos y protestar contra el gobierno de Nicaragua. 

Ella trae incorporada la lucha en la sangre y el activismo desde su historia. Mi abuelito siempre participaba de protestas y estuvo detenido más de 100 veces durante el tiempo de Somoza. Él vendía periódicos. Y mi madre se crió viendo cómo lo detenían y ejercían violencia contra él en las calles. Mi abuelo aparecía golpeado, maltratado, desnutrido y todas las amenazas que ellos sufrieron, los afectó mucho por ser opositores. Entonces ella creció con ese trauma y ese rencor hacia quienes privan a las personas de ejercer su derecho a manifestarse.

Mi madre lleva el activismo en la sangre y lleva la lucha por los derechos incorporada. Mi abuelito trabajaba con los campesinos y los ayudaba con asesoramiento, en especial a aquellos que no sabían leer ni escribir. Entonces mi mami creció en ese ambiente, entre los campesinos, defendiéndolos mientras les quitaban sus tierras. Una vez fallecido mi abuelo, ella tenía otro trabajo pero siempre le brindaba ayuda a los campesinos que se la solicitaban. 

En 2018 hubo un incendio de la reserva Indio Maíz, una tragedia ambiental que arrasó con un bosque y desencadenó protestas de jóvenes y universitarios que salieron a las calles a manifestarse. A lo largo de los días comenzaron a cometerse abusos contra las personas mayores, y hubo una fuerte represión. Mi mamá salió a las calles inmediatamente. Ella se hizo amiga de todos los jóvenes. Le decían tía, Mamá Esperanza. Ella los esperaba con comida, les cocinaba, los acompañaba, les brindaba kit de higiene para quienes pasaban las noches manifestándose en las calles. Realizaba curaciones a los heridos. Fue un gran pilar para todos nosotros, en especial para los jóvenes de Matagalpa. Era muy querida por todos ellos. Era la que lideraba el grupo familiar y exigía libertad y justicia.

En determinado momento en esas protestas comenzaron a haber fallecidos, presos. Muchas de esas personas fueron acusadas, se les armaron causas judiciales y se quedaron fuera del sistema, sin poder tener acceso a un buen trabajo por lo que comenzaron a hacer manualidades para vender y así salir adelante. Mi madre se hizo presente en todas esas actividades acompañando a familiares de presos políticos.

María Esperanza Sánchez and Sherly Sánchez.
Image: Courtesy of Sherly Sánchez

El 26 de enero de 2020 la llevaron presa injustamente. La policía allanó nuestra casa de manera ilegal y se la llevaron sin orden de allanamiento. Le crearon una causa y la acusaron de  tráfico de estupefacientes, psicotrópicos y otras sustancias controladas en perjuicio de la salud pública. 

Desde que se encuentra privada de su libertad la salud de mi madre se agravó. Los ataques de asma se hicieron cada vez más fuerte, comenzó a tener problemas de presión arterial alta. No podían controlarla al punto de casi tener un infarto. Estuvo realmente muy mal. Los médicos que la atienden en el penal son médicos sin experiencia o generalistas y no saben cómo llevar adelante su caso. Por eso su salud está cada vez peor y su vida corre peligro. 


Las condiciones en las que mi madre se encuentra presa tampoco la ayudan. Está prácticamente aislada. Las autoridades del penal le han prohibido a las otras presas acercarse a ella o establecer algún tipo de relación o amistad. Nadie puede hablarle. Les dicen que si quieren salir libres se mantengan lejos de ella. Las premian por hacerle la vida imposible. 

Nosotros hablamos por teléfono con ella dos veces por semana e intentamos inyectarle alegría. Sabemos que el amor familiar es algo que le da mucha fuerza. Queremos que hable con nosotros, que sepa que la amamos, que se sienta querida. Toda la familia se ha unido, hermanos, primos, tíos, sobrinos. Incluso algunas amigas de ella que viven en Estados Unidos o España le escriben, le envían fotos, y le mandan cartas o mensajes para darle ánimo. A pesar de todo mi madre tiene mucha fortaleza mental. 

Jasmina del Socorro Martinez Sánchez y Jorge Fernando Sánchez García, María Esperanza's daughter and son.
Image: Courtesy of Sherly Sánchez

La situación de mi madre es algo que nos ha afectado sin dudas como familia. Yo me egresé como Ingeniera agropecuaria pero no he tenido la oportunidad de recoger mi título ya que me quedé sin dinero y todos los ahorros que tenía los utilicé en la causa de mi madre. 

A muchos nos han cerrado las puertas para poder acceder a un buen empleo y nos amenazan. A mi me han pedido que deje de dar entrevistas. A mis tíos los han golpeado. Pero no nos quedaremos callados. Somos la voz de mi madre aquí afuera. 

Respecto a su situación legal el Dr Julio Montenegro (un famoso abogado nicaragüense especializado en derechos humanos) llevaba el caso al principio, pero nunca hubo respuestas legales. Luego él comenzó a recibir amenazas y dejó el caso. Dejó de respondernos el teléfono. Así es que nosotros hemos comenzado a recibir ayuda de la asociación nicaragüense de mujeres y estamos recibiendo asesoramiento legal desde hace poco tiempo por parte de una nueva abogada. Lamentablemente no tenemos esperanza de que mi madre salga libre. Estamos en manos del gobierno hasta que decidan liberarla. Puede estar a cargo el mejor abogado, pero en definitiva, todo depende del gobierno.

No me da pena y nunca me dará pena decir que mi mamá es una presa política porque ella no ha cometido ningún delito y está inocentemente privada de su libertad. 

La situación de mi mamá ha tenido un impacto en mi vida. Muchas amistades se han alejado, pero no es algo que me importe. Para mi lo más importante es mi madre. Me he unido mucho con mis hermanos, mis tíos. Mientras mi familia esté ahí, las amistades vienen y van. Hay mucha contención en mi grupo familiar. Entre todos nos apoyamos para seguir adelante. 

Desde que mi madre está presa la situación del espacio cívico en Nicaragua ha cambiado mucho. Ya nadie se manifiesta y hay un silencio total. La gente tiene miedo. El que habla o se expresa en contra del gobierno va preso. Hoy quienes protestan van presos o pierden el trabajo. Entonces estamos en un país donde todo el mundo se queda callado. Mis vecinos preguntan callados por ella. Pero realmente nadie puede mostrar su apoyo público. Todos lo hacen con temor.

Le pido a la gente que no nos quedemos callados. Que alcemos la voz. Que gritemos lo que sentimos y luchemos por nuestros derechos. Es muy importante que empiece a respetarse el derecho a la protesta, que se respete la opinión ajena. Que se respeten las libertades de quienes no estamos de acuerdo con determinadas cuestiones políticas. Que los presos políticos sean liberados. El respeto es fundamental. 

Contado a Erica Sánchez.


La serie En Mis Propias Palabras 2022 ha sido posible gracias al financiamiento de la Fundación Ford. 

In My Own Words

Exige igualdad

Mi madre no puede alzar su voz como prisionera política en Nicaragua. Yo seré la suya para impulsar el cambio.

Por Sherly Sánchez