‘Hemos estado aquí antes’, dice esta defensora sudafricana por los derechos a la salud mientras recuerda la crisis del VIH/SIDA

Autor: Jacky Habib

Barry Christianson for Global Citizen

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Cuando Fatima Hassan trabajaba como abogada de derechos humanos en Sudáfrica en la década de los noventa, algunas veces esperó clientes que jamás llegaron.

“Sabías que no deberías suponer que se trataba de un problema de transporte. Era porque habían fallecido”, afirmó a Global Citizen. “Los esperabas y ellos fallecían”.

En el punto álgido de la pandemia de VIH/SIDA, Hassan dice que asistía a funerales cada semana, justo en un momento cuando el gobierno sudafricano negaba por completo la crisis.

El ex presidente sudafricano Thabo Mbeki, quien estaba influenciado por aquellos que negaban el SIDA, rechazó públicamente la evidencia científica, insistiendo que el SIDA era un problema de inmunidad más que un virus, y que podía combatirse a través de la mitigación de la pobreza. Al rechazar las ofertas de medicamentos gratuitos y subvenciones, las políticas de Mbeki causaron el fallecimiento de más de 330,000 personas, según un estudio de Harvard, que Hassan considera una estimación moderada. 

Durante una década, Hassan trabajó representando a las personas con VIH/SIDA; y litigó contra el gobierno sudafricano, empleadores del sector privado y las empresas farmacéuticas.

“Cada cliente que murió, cada amigo, cada colega, no pudo tener acceso a la medicina por no tener dinero, o porque el gobierno no pudo proveer el tratamiento”,  afirmó. 

Posterior a su carrera en litigación, Hassan trabajó como asesora ministerial y fundó una organización de justicia social para la comunidad. Después entró al mundo de la filantropía, donde fungió como presidenta de la Open Society Foundation of South Africa durante seis años. 

Después de retirarse de ese puesto el año pasado, tomó un año sabático que incluyó un viaje por los derechos civiles en Estados Unidos, a través del cual aprendió acerca de la esclavitud, la justicia económica y racial, compensaciones y reforma penal. Afirmó que el viaje “despertó algo” en ella, al desempeñar un papel en la conformación de su trabajo actual en la equidad en salud. 

Cuando el coronavirus llegó a Sudáfrica a principios de este año y Hassan comenzó a escuchar acerca de fallecimientos frecuentes, su interés se detonó. 

A doorman sanitizes a man’s hands before he is allowed to enter a corner shop in Bo-kaap, Cape Town, in April 29, 2020 during the COVID-19 pandemic.
A doorman sanitizes a man’s hands before he is allowed to enter a corner shop in Bo-kaap, Cape Town, in April 29, 2020 during the COVID-19 pandemic.
Image: Barry Christianson

Hasta el 10 de diciembre, ha habido 828,598 casos de COVID-19 en Sudáfrica y 22,574 muertes. Sin embargo, un estudio de la Universidad del Witwatersrand en Johannesburgo estima que el total de número de casos es realmente 2.8 millones, que dan como resultado más de 60,000 fallecimientos. 

“Cuando empezó la pandemia y vimos las cifras [alarmantes] y la posibilidad de que un tratamiento para la enfermedad tardaría algo de tiempo, los factores detonantes relacionados con el VIH/SIDA aparecieron de manera inmediata”, afirmó Hassan. “Yo podría verse lo que pasaría en términos de equidad y acceso global”.

En respuesta, Hassan fundó Health Justice Initiative en junio, una organización que tiene como objetivo mejorar el acceso a los servicios de salud publica, abordando la manera en la cual la intersección de las injusticias de géneros y raciales exacerban las desigualdades y la pobreza. 

Hassan se ha comprometido a garantizar el acceso equitativo al tratamiento del COVID-19, incluyendo a una vacuna; y la difusión de cómo problemas con pacientes, la fabricación y distribución podrían conducir a la falta de acceso equitativo, que margina a las personas de color y aquellas personas que viven en la pobreza.

Al atestiguar el desarrollo de la pandemia del coronavirus, Hassan comenzó a establecer paralelismos con la pandemia del VIH/SIDA, notando que muchos de los mismos principios que trabajó en este terreno durante el punto álgido de esta crisis, tales como rendición de cuentas, trasparencia y participación comunitaria, eran igualmente tan relevantes para las conversaciones actuales en torno a una vacuna potencial contra el COVID-19. 

“Hemos visto a miles de personas muriendo — nuestros clientes muriendo, nuestros colegas muriendo, otras personas muriendo — porque no tuvieron acceso a medicinas que pueden salvar la vida a tiempo, y no queremos ver esto de nuevo”, afirmó. 

La ex abogada comenzó a conectar los puntos entre las compañías farmacéuticas que anunciaron que estaban trabajando en algunas vacunas contra el COVID-19 y aquellas compañías que, décadas antes, trabajaban en tratamientos contra el VIH.

“Son las mismas compañías farmacéuticas. Hemos estado en la misma situación antes, así que es un avance natural decir, ‘Así es cómo necesitamos prepararnos para estar seguros de que no haya especulación pandémica y así es cómo necesitamos trabajar para el acceso’”, afirmó.

Con investigadores en todo el mundo trabajando para desarrollar vacunas y muchas en pruebas clínicas, Hassan afirma que la pandemia del coronavirus representa un potencial sin precedentes para obtener ganancias sin precedentes.

“La agenda de la especulación tiene que monitorearse de manera cercana”, afirmó e insistió que los gobiernos, las instituciones multilaterales y las empresas farmacéuticas necesitan rendir cuentas para garantizar que cualquier vacuna potencial contra el COVID-19 sea accesible para todos. 
People pass through a market on Dec. 5, 2020 in Cape Town. In 2018, the World Bank recognized South Africa as one of the world's most unequal countries, where the top percentile of South Africans own 70.9% of the nation's wealth, according their report.
People pass through a market on Dec. 5, 2020 in Cape Town. In 2018, the World Bank recognized South Africa as one of the world's most unequal countries, where the top percentile of South Africans own 70.9% of the nation's wealth, according their report.
Image: Barry Christianson for Global Citizen

También se preocupa sobre la distribución de la vacuna en países de medios y bajos ingresos debido a los suministros limitados, capacidad de producción y presupuestos. 

“Si estás en un país con 58 millones de personas como Sudáfrica y solo consigues 2 millones de dosis, ¿a quién suministrarías estas dosis primero?, pregunta. 

Durante la crisis del VIH/SIDA, Hassan afirmó que aquellas personas que tenían seguro médico o que podían costear el tratamiento se encontraban en una situación completamente diferente a la de aquellos que dependían del sector público.

“Veíamos que las personas ricas podían comprar vida y los pobres — en particular las mujeres negras — no podían tener acceso al tratamiento, así que morían de manera prematura. Morirían más jóvenes y más rápido”, afirmó Hassan. “Esto es lo que me enfurece, y hace que me comprometa a luchar por la equidad y la trasparencia y la rendición de cuentas en este enorme atolladero de la vacuna donde estamos”.

Hassan se basa en su experiencia de litigio para expresar la importancia de las leyes que garanticen el acceso para todo aquel que la necesite. 

“La beneficencia no nos salvará. Necesitamos garantías legales aplicables por escrito”, afirmó. “Para decirlo sin rodeos: Ya nos hemos quemado antes y no queremos quemarnos de nuevo”.  

Fatima Hassan poses for a portrait on Sea Point Promenade in Cape Town, South Africa on Nov, 29, 2020.
Fatima Hassan poses for a portrait on Sea Point Promenade in Cape Town, South Africa on Nov, 29, 2020.
Image: Barry Christianson for Global Citizen



Si 2020 nos ha enseñado algo acerca de la salud pública, es sobre la importancia de las vacunas. La World's Best Shot es una serie de perfiles dedicados a compartir las historias de los activistas a favor de las vacunas en el mundo.


Esta serie de artículos ha sido posible con el financiamiento de la Bill and Melinda Gates Foundation. Cada artículo fue producido con plena independencia editorial.


Traducción de Adam Critchley.