La biodiversidad, esa increíble red de vida que sostiene nuestro planeta, está en crisis. Las especies están desapareciendo a un ritmo alarmante, los ecosistemas se están colapsando y el cambio climático está generando inseguridad alimentaria en todo el mundo. Sin embargo, las tierras indígenas, donde la biodiversidad prospera, siguen siendo deforestadas, degradadas y amenazadas por industrias como la minería y la tala, que siempre ponen las ganancias por encima de la salud del planeta.
Las comunidades indígenas son solo el 6% de la población mundial, pero son responsables de proteger más del 80% de la biodiversidad restante de la Tierra. Esto no es casualidad: es el resultado de siglos de conocimiento tradicional, manejo sostenible de la tierra y lazos culturales profundos con ella.
Pero a pesar de su papel clave en la protección del planeta, las comunidades indígenas reciben menos del 1% de la financiación climática global. Si de verdad queremos abordar las crisis climática y de biodiversidad, eso tiene que cambiar.
Custodia indígena: en la primera línea de la conservación
Las comunidades indígenas llevan mucho tiempo practicando agricultura sostenible, reforestación y estrategias de manejo de ecosistemas que respetan los ritmos de la naturaleza. Sus tierras almacenan casi una cuarta parte del carbono mundial, evitando que llegue a la atmósfera y agrave el calentamiento global. Una y otra vez, la evidencia muestra que las tasas de deforestación en territorios indígenas son mucho más bajas que en otras áreas, desde la Amazonía hasta la Reserva de la Biosfera Maya.
Aun así, las comunidades indígenas están entre las más vulnerables a los impactos del cambio climático, aunque son quienes menos han contribuido a causarlo. Es una injusticia enorme. El aumento de las temperaturas, la alteración de los patrones de lluvia y la pérdida de biodiversidad amenazan su seguridad alimentaria, sus medios de vida y hasta la supervivencia de sus culturas.
La gran brecha de financiamiento en la crisis climática
El mensaje es claro: proteger las tierras indígenas es clave para proteger el planeta. Pero los esfuerzos globales de conservación y acción climática suelen dejar de lado el liderazgo y los saberes indígenas. Incluso cuando se asignan fondos para proteger estos territorios, pocas veces llegan directamente a las organizaciones indígenas.
Piénsalo:
- Solo el 17% del financiamiento climático que debería apoyar los derechos territoriales indígenas incluye en la toma de decisiones a organizaciones indígenas.
- De los $1,7 mil millones prometidos en 2021 para respaldar la tenencia de tierras indígenas y la protección de bosques, solo el 7% realmente llega a los propios grupos indígenas.
- En vez de apoyar directamente iniciativas lideradas por pueblos indígenas, gran parte del dinero termina en manos de grandes ONGs o proyectos gubernamentales, que muchas veces dejan de lado la eficacia de las estrategias indígenas de conservación.
No se trata solo de una falla de financiamiento, también es una gran oportunidad perdida para impulsar acciones climáticas efectivas, desde las comunidades y priorizando la salud del planeta.
Por qué importa financiar iniciativas lideradas por indígenas
Cuando las comunidades indígenas tienen recursos para gestionar sus territorios, todos ganamos. El financiamiento directo les permite:
- Garantizar derechos legales sobre la tierra, evitando la deforestación y el despojo por parte de industrias extractivas.
- Fortalecer esfuerzos de conservación con proyectos basados en el conocimiento tradicional de la comunidad.
- Mejorar la seguridad alimentaria mediante prácticas agrícolas resilientes al clima.
- Proteger la biodiversidad respetando las tradiciones culturales y priorizando la sostenibilidad a largo plazo.
A diferencia de algunos modelos tradicionales de conservación, donde gobiernos u organizaciones declaran un área como “protegida” desplazando a las personas que han vivido allí por generaciones, la conservación liderada por comunidades indígenas se basa en la reciprocidad y la sostenibilidad. Además, reconoce que cuidar el ambiente y proteger los derechos humanos deben ir siempre de la mano.
Una organización que está trabajando para reducir esta brecha es el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (IFAD), una agencia de la ONU dedicada a erradicar la pobreza rural y fomentar la seguridad alimentaria alrededor del mundo. Reconociendo la importancia del liderazgo indígena en la conservación y la resiliencia climática, IFAD creó el Fondo de Asistencia para los Pueblos Indígenas (IPAF), un mecanismo de financiamiento directo para proyectos liderados por indígenas. IPAF otorga pequeños subsidios a comunidades indígenas para impulsar desde iniciativas de tenencia de la tierra (asegurando que los pueblos indígenas puedan proteger legalmente sus territorios amenazados); hasta prácticas agrícolas tradicionales que refuerzan la biodiversidad y la seguridad alimentaria, y esfuerzos para conservar y restaurar bosques, fortaleciendo el rol de guardianes de los ecosistemas.
Más allá del financiamiento, IFAD también amplifica las voces indígenas a nivel global. Desde 2011, organiza el Foro de los Pueblos Indígenas (IPFI), un evento bianual donde líderes indígenas, organizaciones de desarrollo y tomadores de decisiones se reúnen para tratar acción climática, seguridad alimentaria, derechos indígenas y mucho más. El IPFI 2025, que se realizará el 10 y 11 de febrero, girará alrededor del tema: el derecho de los pueblos indígenas a la autodeterminación: un camino hacia la seguridad y soberanía alimentaria, resaltando la importancia del derecho de los pueblos indígenas a decidir sobre las políticas que impactan sus vidas, comunidades y territorios.
Al amplificar los liderazgos y voces indígenas, IFAD está impulsando un modelo de conservación que respeta el conocimiento tradicional indígena y asegura que quienes mejor protegen la biodiversidad tengan los recursos para seguir haciéndolo.
¿Un punto de inflexión para el liderazgo indígena en el mundo?
Por suerte, hay señales de que el impulso está creciendo para que las voces indígenas lleguen a los niveles más altos. En la COP16, la cumbre de biodiversidad de la ONU de 2024 en Colombia, se logró un avance histórico: se creó un Órgano Subsidiario permanente para garantizar que las perspectivas indígenas siempre tengan un espacio en las discusiones globales sobre biodiversidad. Esto se suma al éxito del acuerdo “30x30” de 2022, donde 190 países se comprometieron a proteger el 30% de la biodiversidad terrestre y oceánica para 2030, reconociendo explícitamente el papel clave de los pueblos indígenas para lograrlo.
Sin embargo, no todo fueron buenas noticias en la COP16. Entre largas discusiones, temas cruciales de financiamiento quedaron sin resolverse, y los delegados pospusieron el debate sobre las fuentes y los destinos del dinero para la biodiversidad para otra sesión a finales de febrero de 2025. Hay mucho en juego: sin compromisos claros sobre la procedencia de los fondos y su entrega directa a comunidades indígenas, estas promesas podrían quedar solo en palabras.
Invertir en quienes protegen nuestro planeta
La conservación liderada por comunidades indígenas no es solo un acto de justicia: es una de las estrategias más inteligentes y potentes que tenemos para combatir el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Cuando invertimos en comunidades indígenas, apostamos por un futuro donde los bosques tropicales se mantienen saludables, el carbono permanece fuera de la atmósfera, los sistemas alimentarios son sostenibles y resilientes, y la biodiversidad se cuida para las próximas generaciones.
La supervivencia de los bosques del mundo, y toda la biodiversidad que albergan, depende del liderazgo indígena. Ya es hora de financiar la conservación dirigida por pueblos indígenas, a la escala que exige la crisis actual. Esto implica que quienes toman decisiones, los gobiernos, donantes y líderes mundiales cambien sus modelos y adopten enfoques de conservación que realmente pongan a las comunidades indígenas en el centro de sus planes y acciones, asegurando que tengan acceso directo a fondos climáticos y que el conocimiento indígena sea la base de las políticas climáticas, no algo secundario.
¿Qué debe suceder ahora?
Estamos en una situación crítica. En cuestión de décadas, millones de especies de plantas y animales podrían desaparecer debido a la crisis de biodiversidad. El cambio climático ya está afectando la seguridad alimentaria y la estabilidad mundial. Es claro que las comunidades indígenas tienen la clave para encontrar soluciones para el futuro, y espacios abiertos como el Foro de los Pueblos Indígenas de IFAD demuestran lo importante que será priorizar este tipo de liderazgo.
Apoyar la conservación liderada por comunidades indígenas no solo es urgente para el planeta, es un acto de justicia, de equidad y de protección de nuestro futuro compartido. Es momento de escuchar y actuar. Es momento de financiar a quienes protegen nuestro planeta, para que la biodiversidad y los ecosistemas de la Tierra puedan realmente prosperar por las generaciones futuras.