No falta jerga cuando se trata de entender la lucha contra el cambio climático. Pero una de las siglas más importantes, y menos pegajosas, que deberías tener en mente es NDCs, o Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional.

Puede sonar técnico, pero las NDCs son centrales para la supervivencia de nuestro planeta. En 2025, se espera que todos los países que firmaron el Acuerdo de París (o sea, casi todos) entreguen una NDC nueva o actualizada; en otras palabras, cada nación tiene que presentar su plan sobre cómo va a actuar por el clima durante los próximos años.

Estos planes definirán qué tan rápido el mundo dejará los combustibles fósiles, reducirá las emisiones y si logramos evitar los peores impactos del calentamiento global.

El tema es serio y hay mucho en juego. De verdad no podría ser más importante. Esto es todo lo que necesitas saber sobre las NDCs.

Un poco de contexto sobre las NDCs

Cuando se firmó el Acuerdo de París en 2015, fue la primera vez que casi todos los países del mundo acordaron trabajar juntos para limitar el calentamiento global. El objetivo: mantener las temperaturas “muy por debajo” de 2°C, tratando de llegar a 1.5°C. Esa diferencia puede parecer pequeña, pero realmente, cada fracción de grado cuenta en la crisis climática. Si llegamos a 1.5°C, podríamos evitar que placas de hielo importantes se rompan; a 2°C, podríamos perder esa chance, junto con olas de calor más intensas, colapso de ecosistemas y fallas en los cultivos. (Aquí tienes una explicación completa sobre cómo influye un solo grado si quieres profundizar más.)

El Acuerdo de París es, sin duda, un paso histórico, pero su gran debilidad es que no es legalmente vinculante. Cada país pone sus propias metas de manera voluntaria, sin sanciones si no las cumplen. El avance depende de la presión pública y la voluntad política, y como sabes, lograr que todos apunten a un objetivo común no es nada fácil.

Ahí entran las NDCs. Mientras el Acuerdo de París plantea la ambición, estas propuestas son donde la teoría se convierte en acción concreta. Cada cinco años, los gobiernos deben entregar una NDC actualizada, mostrando su “máxima ambición posible.” En teoría, cada ronda debería ser más ambiciosa y evitar que los países sigan como si nada.

¿Qué tiene una NDC en realidad?

A primera vista, una NDC puede parecerte un documento muy técnico y lleno de números, pero en realidad tiene un gran impacto. Ahí se detalla cómo un país va a reducir las emisiones de carbono, muchas veces bajando emisiones, aumentando el uso de energías renovables, alejándose de los combustibles fósiles o mejorando la eficiencia energética. También explican cómo planean adaptarse a un mundo más caliente: protegiendo a las comunidades ante el aumento del nivel del mar, fortaleciendo la resiliencia agrícola y preparando los sistemas de salud para olas de calor extremas.

Básicamente todo gira alrededor de dos cosas: mitigación (reducir emisiones) y adaptación (prepararse para los impactos), el núcleo de toda política climática basada en NDCs. Si se hacen bien, las NDCs no solo ayudan a prevenir desastres, sino que también crean una hoja de ruta para economías más limpias y fuertes. Ayudan a definir leyes nacionales, guían inversiones y permiten una transición verde en las industrias, llevando recursos a quienes más los necesitan. Y además, dejan claro que un país va en serio con la acción climática, animando a otros a sumarse.

Por qué 2025 puede ser un antes y un después

Las primeras NDCs llegaron en 2015, con la siguiente ronda en 2020 y 2021 en medio de la pandemia de COVID-19. Ahora, en 2025, los países entran en su tercer ciclo, y el momento no puede ser más urgente.

El reciente Global Stocktake de la ONU, que básicamente es la boleta de calificaciones de la acción climática, muestra que, aunque hemos avanzado un poco, seguimos muy lejos de la meta. Las emisiones siguen subiendo y los compromisos actuales son muy insuficientes. Los países tienen que ponerse las pilas ahora y tomarse en serio sus compromisos con el planeta.

Pero todavía hay señales de esperanza. Las ventas de autos eléctricos se disparan. La energía renovable representó más del 90% de la capacidad eléctrica nueva en 2024. Las comunidades prueban soluciones innovadoras para recortar emisiones. No está todo perdido, pero todavía no es suficiente: de seguir así, vamos directo a un mundo 3°C más caliente, lo que implicaría desplazamientos masivos, sistemas alimentarios en crisis y pérdidas de biodiversidad irreversibles en nuestra propia vida.

La ciencia es clara: para no superar 1.5°C, debemos reducir las emisiones casi a la mitad para 2030 y un 60% para 2035 en comparación al 2019. Por eso, esta próxima ronda de NDCs es una de nuestras últimas chances de verdad para enrumbar al mundo hacia ese objetivo.

¿Las NDCs actuales son suficientes?

En pocas palabras: hasta ahora, la respuesta es un rotundo no.

Las promesas hechas en la última ronda de NDCs llevarían al planeta a un calentamiento de entre 2.6 y 2.8°C. Lo peor es que ni siquiera se están cumpliendo todas esas promesas, así que la trayectoria es cerca de 3.1°C. Este año, la fecha límite de febrero para nuevas NDCs ya pasó y la mayoría de los países no cumplió. La ONU extendió el plazo hasta septiembre, dando más tiempo pero también dejando la duda de qué tan en serio se toman estos compromisos climáticos.

Hasta ahora, 35 países, que suman aproximadamente una quinta parte de las emisiones globales, han presentado su NDC. Un análisis del think tank E3G encontró que la mayoría incluye metas más fuertes sobre energías renovables y eficiencia, y muchos mencionan el abandono gradual del carbón, lo cual es excelente. Pero muy pocos se comprometen a dejar atrás el petróleo y el gas con una fecha firme, lo que pone aún más lejos el objetivo de 1.5°C. Por ahora, solo cinco países del G20, que normalmente son algunos de los principales emisores globales, han presentado su NDC en esta ronda, pero más están por venir.

Se espera que se compartan compromisos durante la Asamblea General de la ONU de este año a finales de septiembre.

Estaremos atentos para ver qué van a presentar los grandes actores, como la UE, China e India. Porque la ambición puede variar muchísimo. Arabia Saudita, a pesar de ser uno de los lugares más soleados del mundo, sigue utilizando petróleo para generar la mayoría de su electricidad. Mientras tanto, EE.UU., el mayor emisor histórico del mundo, inició el proceso para retirarse completamente del Acuerdo de París. Pero también hay ejemplos de liderazgo: Uruguay ahora funciona casi en su totalidad con energías renovables, Portugal está expandiendo rápidamente su portafolio de energías renovables y Chile es uno de los mercados de energía eólica y solar de más rápido crecimiento en el mundo. Por su parte, Reino Unido anunció una prohibición a nuevas licencias de extracción de petróleo y gas como parte de su plan de llegar a cero emisiones netas de carbono para 2050, convirtiéndose en el primer país importante del G7 en dar ese paso tan audaz. Hay progreso, solo que no tan generalizado ni rápido como necesitamos.

¿Cómo se ve realmente la ambición?

¡Qué bueno que lo preguntas! Como mínimo, este año los NDCs deben establecer metas claras para 2030 y 2035 que permitan mantener la meta de 1.5°C viva. Deben definir fechas para eliminar gradualmente el carbón y los combustibles fósiles mientras aceleran al máximo el desarrollo de energías renovables y reducen emisiones en todos los sectores. Además, hace falta fortalecer las medidas para adaptarnos, construir infraestructura resistente, proteger los bosques y garantizar los sistemas alimentarios de los que dependemos todos.

También es clave asegurar financiamiento suficiente, sobre todo para los países en desarrollo. En la COP29, las naciones prometieron 300 mil millones de dólares anuales para acción climática hasta 2035. Pero todavía falta un billón más para cubrir lo que realmente se necesita. Las personas con más recursos y las industrias que más contaminan tienen que pagar lo que les corresponde para que quienes sufren más en esta crisis tengan los recursos para salir adelante.

¿Y ahora, qué sigue?

Sin NDCs ambiciosos, el Acuerdo de París corre el riesgo de quedarse solo en palabras. Los gobiernos firman, pero la acción climática también está en manos de personas comunes y activistas como tú. Si exigimos planes audaces, pedimos energía renovable y dejamos atrás los combustibles fósiles de una vez por todas, podemos hacer que los líderes respondan y pongan a las personas, no a los contaminantes, primero.

El Acuerdo de París nació de la idea de que la acción climática es una tarea global. Cada persona puede aportar manteniendo la presión sobre quienes tienen el poder para que lo usen bien. Una de las mejores formas de hacerlo es informarte y prestar atención a lo que pasa. Puedes seguir las actualizaciones sobre las presentaciones de NDCs a través de plataformas como Climate Watch del World Resources Institute (WRI) y el rastreador de la ONU para asegurarte de que los líderes estén cumpliendo sus promesas.

El tiempo corre. Es momento de que todos los países lo tomen en serio y actúen ahora.

Global Citizen Explains

Defiende el planeta

¿Qué son los NDCs? Los planes climáticos que pueden salvar o romper el Acuerdo de París.

Por Victoria MacKinnon