La actual crisis del clima y la biodiversidad está impulsada por un enfoque global en los beneficios financieros a corto plazo y el crecimiento económico, según un nuevo informe respaldado por las Naciones Unidas de la La Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES).

El informe llama a un cambio político y social "transformador" que permita incorporar el mundo natural, el florecimiento humano y las ideas de justicia en las políticas gubernamentales de todo el mundo. Según los autores, facilitar este cambio es el camino más claro para lograr el acuerdo climático de París y la Visión de la Biodiversidad para 2050.

"La naturaleza es lo que nos mantiene a todos. Nos proporciona alimentos, medicinas, materias primas, oxígeno, regulación del clima y mucho más", afirmó Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), en un comunicado. "La naturaleza, en toda su diversidad, es el mayor activo que la humanidad podría pedir. Sin embargo, su verdadero valor suele quedar al margen de la toma de decisiones.

"El sistema de soporte vital de la naturaleza se ha convertido en una externalidad que ni siquiera figura en el libro de cuentas", comentó. "Y así, se pierde en la búsqueda de beneficios a corto plazo. Si no valoramos la naturaleza y la tenemos en cuenta en la toma de decisiones, seguirá perdiéndose. Y eso sólo puede ser una mala noticia para la humanidad".

El Informe de evaluación sobre los diversos valores y valoración de la naturaleza se basa en cuatro años de investigación, debate y análisis por parte de 82 científicos, así como entre poseedores de conocimientos indígenas y locales en todo el mundo. Gran parte de su esfuerzo consistió en examinar cómo se conciben y promulgan las políticas en los países.

Con pocas excepciones, la economía de mercado domina la vida moderna en los aspectos más fundamentales de la supervivencia (vivienda, alimentos, agua, salud) ligados al mercado, y la mayoría de las principales políticas de desarrollo moldeadas por el estrecho filtro del impacto económico.

En lugar de preguntarse cómo afectaría una nueva política al medio ambiente o al bienestar humano, la mayoría de los responsables de la toma de decisiones en posiciones de poder se centran casi exclusivamente en cuestiones de impacto económico, según el informe. Así es como se obtienen proyectos de desarrollo que desplazan a las comunidades, destruyen la vida silvestre y dejan vastos legados de contaminación.

Décadas de esta tendencia han causado un daño catastrófico al medio ambiente mundial, empujando todo tipo de vida silvestre al borde de la extinción, vaciando ecosistemas vibrantes para extraer recursos en la búsqueda de beneficios financieros y elevando la temperatura global casi 1.2 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales

Unas pocas décadas más de este enfoque convertirían a la Tierra en una roca inhóspita incapaz de soportar la vida humana, en lugar del planeta utópico que hemos disfrutado durante la mayor parte de la historia de la humanidad.

Por eso el IPBES -a menudo llamado el "IPCC de la biodiversidad"- está llamando a un nuevo modelo basado en la sabiduría y el conocimiento indígena, y en los modos de pensar que animan la vida cívica en todos los países en mayor o menor medida.

"Nuestro análisis muestra que varias vías pueden contribuir a lograr un futuro justo y sostenible. El informe presta especial atención a las vías de futuro relacionadas con la 'economía verde', el 'decrecimiento', la 'administración de la Tierra' y la 'protección de la naturaleza'", dijo Unai Pascual, profesor de investigación de Ikerbasque en el Centro Vasco de Cambio Climático, a través de un comunicado.

"Aunque cada vía se sustenta en valores diferentes, comparten principios alineados con la sostenibilidad", dijo. "Las vías que surgen de diversas visiones del mundo y sistemas de conocimiento; por ejemplo, las asociadas al buen vivir y otras filosofías del buen vivir, también pueden conducir hacia la sostenibilidad".

Estas nuevas vías reflejan los principios respaldados por los defensores de una "transición justa" que abandone los combustibles fósiles, la degradación del medio ambiente y la explotación humana, y se dirija hacia un mundo marcado por la justicia reparadora y la regeneración del medio ambiente.

Un nuevo modelo sostenible significaría que los valores que guían las políticas son diferentes. En lugar de centrarse exclusivamente en las preocupaciones económicas, los responsables políticos deberían perseguir políticas que maximicen la salud del medio ambiente y el bienestar humano.

Por ejemplo, las políticas que minimizan la desigualdad tanto dentro de los países como entre ellos aliviarían la presión sobre el medio ambiente mundial, al tiempo que mejorarían el bienestar de miles de millones de personas, señala el informe.

En muchos sentidos, los autores del informe están llamando a los gobiernos a apreciar lo que tienen en frente. El mundo natural constituye la base de la vida y el florecimiento humanos, y su protección y mantenimiento debería ser un principio básico de la vida cotidiana a nivel individual, comunitario e institucional.

Los países se enfrentan a una serie de retos medioambientales como el aumento de las temperaturas, el calentamiento y la acidificación de los océanos, la pérdida generalizada de especies, la contaminación por plásticos y productos químicos, los incendios forestales sin precedentes y la desertificación generalizada.

Para mitigar y, en última instancia, superar estos retos, es necesario invertir en la restauración y conservación del medio ambiente de una forma que aún no ha sido posible en un sistema que da luz verde a nuevas infraestructuras de combustibles fósiles en bosques en peligro por su capacidad de generar dinero para algunas personas.

El último informe del IPCC sobre el cambio climático señaló que la tecnología, la capacidad financiera y el consenso público están disponibles en este momento para lograr el acuerdo climático de París y proteger el planeta, pero falta voluntad política.

La IPBES subraya estos puntos y va un paso más allá al solicitar a los responsables políticos que construyan un nuevo sistema, uno que pueda proteger significativamente el medio ambiente.

"La biodiversidad se está perdiendo y las contribuciones de la naturaleza a las personas se están degradando más rápidamente ahora que en cualquier otro momento de la historia de la humanidad", dijo Ana María Hernández Salgar, presidenta de IPBES, en una declaración. "Esto se debe en gran medida a que nuestro enfoque actual de las decisiones políticas y económicas no tiene suficientemente en cuenta la diversidad de los valores de la naturaleza.

"La información, el análisis y las herramientas que ofrece la evaluación de valores suponen una contribución inestimable a ese proceso, a la consecución de los Objetivos Globales de Desarrollo Sostenible y a la reorientación de todas las decisiones hacía mejores resultados, centrados en los valores para las personas y el resto de la naturaleza".

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