Un informe de The Economist Intelligence Unit divulgado hoy revela una serie de inquietantes estadísticas sobre el alcance de la democracia en el mundo.
Uno de tales hechos —que por primera vez Estados Unidos ya no es considerado una “democracia completa”, sino más bien una “democracia defectuosa” — destaca particularmente en momentos en que el país está comenzando un nuevo período con un presidente que tiene un índice de aprobación en torno al 40 por ciento.
La designación de EE.UU. como una “democracia defectuosa” realmente es más nominal que otra cosa, ya que solo significa que el Índice de Democracia —que se basa en cinco categorías relacionadas con la gobernabilidad— del país ha caído por debajo de ocho en una escala de 10.
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Pero la importancia simbólica de esta designación debería ser obvia para todos.
Esta calificación tiene lugar apenas un día después de que Kenneth Roth, director ejecutivo de Human Rights Watch, hiciera algunos comentarios sobre la posición de Estados Unidos en el mundo en la era del presidente Donald Trump.
“Perderemos la voz de EE.UU. como defensor de los derechos humanos en el mundo”, dijo Roth durante una conferencia de prensa en Ginebra. “Me temo que los gobiernos [en todo el mundo] aprovecharán la oportunidad de la llegada de Trump para reprimir a la disidencia.”
Después de menos de una semana en el cargo, Trump ha establecido varias políticas dirigidas a reducir la inmigración hacia EE.UU., amenaza con cortar relaciones con la ONU y se espera que anuncie un congelamiento temporal de todos los asentamientos de refugiados esta tarde. Sus vínculos con el presidente ruso Vladimir Putin, así como informes sobre la influencia de la piratería informática rusa en las elecciones de 2016, han puesto en tela de juicio la capacidad de Trump de gobernar sin influencia extranjera.
Llegó a la presidencia con un índice de aprobación históricamente bajo y enfrenta un escrutinio público cada vez más receloso. De acuerdo con una encuesta del Pew Research Center, solo 19 por ciento de los estadounidenses “confían en que el gobierno haga lo correcto.”
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“El presidente de EE.UU., Donald Trump, no es culpable de este declive en la confianza, que es anterior a su elección,” escribió The Economist Intelligence Unit, “pero se benefició del mismo.”
Estados Unidos no fue el único país degradado por The Economist Intelligence Unit, que tituló su informe “Revenge of the ‘deplorables’” (“La venganza de los ‘deplorables’”).
Un total de 72 países tuvieron una puntuación de democracia más baja en 2016 que en 2015, en comparación con solo 38 que mejoraron su calificación.
Desde 2006, cuando The Economist Intelligence Unit comenzó a registrar datos para el Índice de Democracia, el mundo se ha vuelto, lenta y continuamente, menos democrático. EE.UU., que en 2006 obtuvo el beneficio de una calificación de 8.22 de 10, cayó a 7.98 en 2016. En general, el Índice de Democracia en todo el mundo se ubica ahora en 5.52, una disminución frente a 5.66 en 2006.
Aunque su Índice de Democracia ha bajado ligeramente, los estadounidenses pueden dormir con tranquilidad a sabiendas de que no viven en Corea del Norte, que tiene el valor más bajo, 1.08, ni en uno de los otros 50 países con un régimen autoritario.