La resiliencia alimentaria y una acción climática equitativa están interconectadas, ambas buscan sistemas alimentarios justos y regenerativos que beneficien tanto a las personas como al planeta. No podemos dejar que esto desaparezca de la agenda política mientras el mundo se acerca a la COP30.

Al hablar de acción climática, los líderes mundiales deben encontrar la voluntad política para comprometer recursos y abordarla, incluyendo a los países y comunidades más vulnerables, quienes sufren los impactos más severos y desiguales del cambio climático, en la creación de soluciones. De la misma manera, todas las personas deberían tener acceso a alimentos nutritivos, asequibles y culturalmente apropiados, sin importar su situación económica o dónde vivan en el mundo.

El argumento por la resiliencia alimentaria (y la inclusión que fomenta) considera las desigualdades sociales, económicas y ambientales de nuestros sistemas alimentarios —como la inseguridad alimentaria, el acceso a la nutrición, las prácticas agrícolas, la pobreza, la discriminación y los efectos del cambio climático.

Pero lo más importante es que tanto el cambio climático como la inestabilidad de nuestros sistemas alimentarios han golpeado más fuerte a quienes son más vulnerables en la sociedad —el Sur Global, las comunidades racializadas y quienes cuentan con menos ingresos. Como resultado, la falta de voluntad de los líderes globales para resolver (o al menos aliviar) estos problemas, termina exacerbando la pobreza global a través del aumento del hambre y la desnutrición, la inestabilidad económica y los desplazamientos por inseguridad alimentaria.

¿Cómo impacta el cambio climático en los sistemas alimentarios globales?

El aumento de las temperaturas, los eventos climáticos extremos y los patrones climáticos impredecibles están alterando la agricultura y haciendo que suban los precios de los alimentos, dificultando el acceso a la comida para muchas personas.

Vamos a poner la lupa en uno de los pilares más grandes del sistema alimentario global: los pequeños agricultores. Estas personas juegan un papel clave en los sistemas de producción de alimentos a nivel global, ya que aportan alimentos nutritivos y asequibles a las comunidades, aumentan el empleo en zonas rurales y fortalecen las economías locales. Sin embargo, su trabajo enfrenta cada vez más retos por la crisis climática, retos para los que no tienen recursos suficientes —principalmente la imprevisibilidad y la gravedad de los fenómenos climáticos que impactan tanto los cultivos como el ganado.

Por ejemplo, el ciclón Freddy tuvo un impacto brutal en Malaui en 2023, y llevó a que más de 2 millones de agricultores perdieran sus cosechas y ganado. Además del desplazamiento, la muerte y la enfermedad que provocó, este evento extremo destruyó y arrasó más de 440,000 acres de tierra cultivable y murieron más de 1.4 millones de animales de granja, afectando seriamente los medios de vida de las familias agricultoras y empeorando la inseguridad alimentaria del país.

En ese momento, Amjad Ali, director de Oxfam en el sur de África, comentó lo siguiente: “Las inundaciones torrenciales arrasaron con todo, dejando a los agricultores sin nada para cosechar. Varias familias nos dijeron que no tienen nada que sembrar antes del invierno porque perdieron sus semillas, cosechas y herramientas, obligándoles a tomar decisiones desesperadas para sobrevivir... Todo esto ha aumentado mucho la inseguridad alimentaria en las zonas afectadas y la situación solo empeorará si la gente no recibe ayuda para cultivar alimentos este invierno.”

Quienes cultivan a pequeña escala suelen carecer de recursos económicos y de ahorros para recuperarse después de estos golpes climáticos. Sin programas financieros ni seguros, una cosecha perdida puede destruir todos sus ingresos. Y si tampoco tienen acceso a energía, agua o reservas de alimentos, la situación puede empujarles aún más a la pobreza.

Y sin la labor de estos agricultores, la dependencia de alimentos importados crece, los precios suben aún más y la inseguridad alimentaria y el hambre global solo aumentan. En 2017, encuestas en ciudades africanas revelaron que el 70% de los hogares conseguía su comida regularmente en mercados informales —donde se vende la producción de pequeños agricultores— lo que muestra lo imprescindibles que son los sistemas alimentarios locales (y las economías locales) para millones de personas.

Aunque los pequeños agricultores producen un tercio del suministro mundial de alimentos, solo reciben el 0.8% de la financiación climática cada año. Esta desigualdad en los fondos deja a millones de agricultores sin los recursos esenciales para resistir las crisis climáticas, y hace muy complicado adaptarse al clima.

¿Por qué es tan importante la resiliencia de los sistemas alimentarios en el contexto de la COP30 en Brasil?

La conversación sobre sistemas alimentarios resilientes al clima también debe incluir el tema de sistemas alimentarios sensibles al clima. No podemos permitir sistemas alimentarios que deliberadamente empeoren la crisis climática. En este punto, Brasil es un ejemplo clarísimo.
El sistema alimentario actual de Brasil —y el enorme papel global de las corporaciones y actores internacionales que buscan explotar el medio ambiente en nombre de la ganancia— son responsables de gran parte de la deforestación de la Amazonía, lo que acelera el cambio climático; la ganadería, por ejemplo, provoca el 80% de la pérdida del bosque. La tala de la Amazonía para expandir la agricultura genera muchas dudas sobre la sostenibilidad de estas prácticas.

Brasil tiene todo para liderar estas discusiones. Es un país megadiverso, con enorme peso en el sector agrícola y experiencia directa en desafíos como el hambre y la deforestación, y también en la promoción de prácticas agrícolas sostenibles.

La adaptación climática será uno de los grandes temas durante la COP30, y es esencial incluir la nutrición y los sistemas alimentarios en este marco. La COP30 es una oportunidad para unir acciones sobre clima, hambre, nutrición, pobreza y biodiversidad, que están todas conectadas.

¿Qué pasaría si la resiliencia alimentaria y los sistemas alimentarios globales no fuesen prioridad en esta COP30?

1. Más personas enfrentarán hambre e inseguridad alimentaria.

En 2024, el Informe Global sobre Crisis Alimentarias (GRFC) mostró que más de 295 millones de personas en 53 países y territorios vivieron niveles altos de inseguridad alimentaria aguda. Una gran parte de esto se debe a eventos climáticos extremos.

2. Los países vulnerables al clima tendrán dificultad para costear la transición hacia sistemas alimentarios sostenibles si no reciben apoyo.

Muchos países del Sur Global ya tienen hojas de ruta, como CAADP, para abordar la inseguridad alimentaria, pero no pueden acceder a los recursos financieros necesarios para adoptar prácticas agrícolas sostenibles. Sin apoyo internacional —sobre todo cuando estos países suelen ser quienes menos han contribuido a la crisis climática—

La crisis climática que está afectando los sistemas alimentarios globales — los países más impactados por el cambio climático tendrán dificultades para hacer la transición hacia sistemas alimentarios sostenibles. Esto empeorará la inseguridad alimentaria, ya que las cosechas se perderán o seguirán siendo impredecibles, y además podría aumentar la presión sobre las prácticas agrícolas tradicionales.

3. Los pequeños agricultores se quedarán sin apoyo para adaptarse al cambio climático.

Como ya hemos mencionado, los pequeños agricultores, que son el pilar de nuestros sistemas alimentarios y están en la primera línea del cambio climático, enfrentan barreras económicas y poco apoyo, lo que complica su recuperación ante los impactos climáticos. Es fundamental que en la COP30 se aumente la financiación climática dirigida especialmente a prácticas agrícolas sostenibles e inversión en adaptación al clima para pequeños agricultores. Si no se logra esto, estos agricultores seguirán siendo vulnerables ante los impactos climáticos, lo que dificultará que mantengan sus medios de vida y estarán en riesgo de enfrentar inseguridad alimentaria. Para garantizar la seguridad alimentaria global, la financiación climática para pequeños agricultores debe aumentar de manera urgente hasta alcanzar al menos $75 mil millones — casi 14 veces el nivel actual. Esto permitirá dotar a los pequeños agricultores de los recursos que necesitan para la adaptación climática y para construir sistemas agrícolas resilientes.

4. El ciclo de destrucción del clima y los sistemas alimentarios seguirá avanzando.

La rápida expansión de nuestros sistemas alimentarios, impulsada por el afán de lucro, está dejando huella en el medio ambiente.
Avanzar hacia prácticas bajas en carbono, resilientes al clima y respetuosas del entorno natural reducirá considerablemente las emisiones de gases de efecto invernadero, aumentará los rendimientos agrícolas y favorecerá la biodiversidad.

Para lograr esta transición, necesitamos más fondos climáticos en este sector. La agricultura y los sistemas alimentarios hoy reciben menos del 5% del financiamiento climático. Según la ClimateShot Investor Coalition, se requiere invertir $1,1 billones cada año hasta 2030 para conseguir una producción de alimentos sostenible que genere empleos y cumpla los objetivos del Acuerdo de París.

Con la COP30 a la vuelta de la esquina en Belém, Brasil, nunca ha sido tan urgente impulsar la resiliencia alimentaria y unos sistemas alimentarios sostenibles. Las crisis interconectadas del cambio climático y la inseguridad alimentaria amenazan los medios de vida y el suministro de alimentos en el mundo. Si aumentamos la financiación climática para la agricultura sostenible y apoyamos a los pequeños agricultores, podemos reducir desigualdades, mejorar la seguridad alimentaria y luchar contra el cambio climático. La COP30 es la oportunidad perfecta para exigir un sistema alimentario que beneficie tanto a las personas como al planeta. Ahora es el momento de actuar: hagamos que la resiliencia alimentaria sea una base de nuestra respuesta al clima.

Global Citizen Explains

Combate la pobreza

Por qué la resiliencia y seguridad alimentaria deben ser prioridad en la COP30

Por Fadeke Banjo