Imagina que despiertas en un mundo donde el aire es denso y pesado, donde cada respiro se siente forzado, como si la Tierra misma estuviera luchando por inhalar. Visualiza ríos secos y cielos, que antes vibraban con los llamados de guacamayas y monos aulladores, ahora en completo silencio. Esto no es una fantasía distópica: es el camino al que nos dirigimos si no protegemos la Amazonía.

La selva amazónica es un ecosistema vasto y vivo que sostiene la vida mucho más allá de sus fronteras. Pero está bajo amenaza. Cada minuto, se destruye una superficie del tamaño de 10 campos de fútbol. Si la deforestación continúa, corremos el riesgo de llegar a un punto de no retorno, donde la Amazonía ya no podrá regenerarse y se convertirá en una sabana árida, provocando consecuencias catastróficas para la estabilidad climática global.

Y en el centro de esta lucha está Brasil.

Por qué Brasil es el epicentro de la lucha climática
Brasil no es solo otro país en el mapa: es el corazón palpitante del sistema de soporte vital de la Tierra. Aquí se encuentra el 60% de la selva amazónica, convirtiéndolo en el actor más importante cuando se trata de salvar esta fuente de vida global. Pero la Amazonía es mucho más que árboles: es una red compleja de vida, cultura y regulación climática.

La Amazonía funciona como uno de los mayores sumideros de carbono del mundo, y en los años 90, absorbía cerca de 2 mil millones de toneladas de CO₂ cada año, actuando como un escudo natural contra el cambio climático. Pero con los bosques siendo talados o incendiados, ese carbono almacenado se está liberando, acelerando el calentamiento global.

La selva también genera su propia lluvia, ya que los árboles liberan vapor de agua formando grandes “ríos voladores” en la atmósfera a través de un proceso llamado evapotranspiración. Para que te des una idea de la importancia de este proceso, en solo 24 horas un solo árbol puede liberar suficiente agua para llenar 10 bañeras. Estos canales de humedad son esenciales para mantener hidratados los cultivos y ciudades de América del Sur: sin ellos, las sequías podrían ser más frecuentes y graves.

Además, la Amazonía es increíblemente diversa, tanto cultural como biológicamente. Allí vive el 10% de todas las especies conocidas, incluyendo animales únicos como jaguares y delfines rosados de río. Más de 40 millones de personas viven en la Amazonía, incluidas alrededor de 400 comunidades indígenas y pueblos locales cuyas culturas, modos de vida e historias están profundamente conectadas con el bosque. Estas comunidades son guardianes comprobados del territorio: donde se respetan sus derechos, la deforestación cae drásticamente. Aun así, enfrentan amenazas constantes de madereros, mineros y acaparadores de tierras ilegales.

El avance de Brasil y el camino a seguir
El liderazgo de Brasil es clave en la lucha global contra la crisis climática. En los últimos años, la deforestación aumentó debido a la debilitación de las leyes ambientales. Sin embargo, desde 2023, el gobierno brasileño ha dado pasos importantes y se ha comprometido a eliminar la deforestación ilegal para el 2030. Estas promesas suman, pero necesitan estar respaldadas por acción y responsabilidad global.

Pero no basta con prometer. Sin una intervención internacional, las exportaciones de carne y soja, que impulsan la deforestación, seguirán alimentando el desastre. Por eso nuestra campaña Protejamos la Amazonía está movilizando gobiernos, empresas y personas para conseguir $1 mil millonesque ayuden a proteger y restaurar la selva apoyando a los pueblos indígenas y comunidades locales. Ya no hay espacio para medias tintas: la Amazonía necesita acciones, no solo palabras.

Más allá de la Amazonía: por qué otros biomas de Brasil también son vitales
Aunque la Amazonía es la selva tropical más famosa del mundo, Brasil alberga una red de otros ecosistemas esenciales que también juegan un papel clave tanto para el clima como para la biodiversidad global.

El Cerrado, conocido como el “bosque invertido” de Brasil por sus raíces profundas, desempeña un rol crucial almacenando carbono bajo tierra: entierra cerca de cinco veces más CO₂ en sus raíces y suelos que en la superficie. Pero está desapareciendo rápidamente — la deforestación en el Cerrado ha aumentado recientemente para dar lugar a plantaciones de soja y ganado, poniendo en peligro su biodiversidad única y fuentes de agua dulce.

Lleno de vida, el Pantanal es el humedal tropical más grande del planeta, un ecosistema vibrante y fundamental. Pero en 2020, enfrentó incendios devastadores que quemaron el 30% del bioma. Impulsados por el cambio climático, estos incendios ardieron con un 40% más de intensidad de lo habitual, una advertencia clara y urgente sobre el costo de no actuar.

Y luego está la Mata Atlántica, que alguna vez fue una franja exuberante a lo largo de la costa brasileña y ahora se ha reducido a menos del 15% de su extensión original debido a la urbanización y la agricultura. Aun así, es un símbolo de esperanza: proyectos de restauración demuestran que, con la inversión adecuada y voluntad política, la naturaleza puede recuperarse. Todos estos biomas forman parte fundamental del sistema de soporte vital de la Tierra, cada uno merece ser protegido.

COP30: Un punto de inflexión para la Amazonía y el mundo
En 2025, Brasil será anfitrión de la COP30 en Belém, una ciudad en las puertas de la Amazonía. Esta cumbre global sobre el clima es una oportunidad decisiva para que las y los líderes mundiales acuerden compromisos históricos y ambiciosos, como un pacto global para terminar con la deforestación en 2030, un calendario para eliminar gradualmente los combustibles fósiles y apoyo financiero real para las comunidades más afectadas por el cambio climático.

La Amazonía no es solo responsabilidad de Brasil: es tarea de todas y todos. Su supervivencia está atada a la nuestra. Si fallamos, ponemos en riesgo los sistemas que mantienen vivo nuestro planeta. Pero si decidimos actuar, invertir, proteger y cambiar, podemos escribir un nuevo futuro. Este es nuestro momento para proteger la Amazonía. ¿Te unes?

Editorial

Defiende el planeta

Brasil es clave para el futuro de nuestro planeta

Por Mel Ndlovu