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Hay alimentos suficientes para alimentar al mundo, pero se estima que 925 millones de personas padecen hambre y malnutrición. Stixfresh, una empresa de Malasia, está intensificando la producción de esta solución para reducir el desperdicio de alimentos, que podría contribuir en gran medida a aliviar la inseguridad alimentaria. Únete a nosotros aquí para tomar medidas para garantizar que todos los niños tengan acceso a la nutrición que necesitan para desarrollarse.


Según informó recientemente Mashable, una empresa malaya llamada Stixfresh inventó un adhesivo para productos que prolonga la vida útil de las frutas hasta 14 días, y podría cambiar la forma en la que se trata con el desperdicio de alimentos.

Realizados en base a ingredientes 100% orgánicos como el cloruro de sodio y la cera de abeja, estas etiquetas eliminan el etileno, la hormona de maduración que se encuentra en las frutas, para que manzanas, peras, aguacates, frutas de dragón, kiwis, mangos, naranjas y otras frutas cítricas duren más. A través de reacciones naturales, los adhesivos mantienen a las frutas y evitan que el moho crezca.

Stixfresh trabaja con granjas frutícolas en Asia para aplicar los adhesivos y recientemente expandió sus esfuerzos a los Estados Unidos. La compañía también planea desarrollar una etiqueta que podría conservar vegetales y frutos del bosque en el futuro.



El CEO de la empresa Zhafri Zainudin explicó a través de un comunicado de prensa que pasó tres años trabajando en la invención para poder "perfeccionar la etiqueta en términos de eficacia y proceso de fabricación".

"Hicimos un desarrollo conjunto con nuestra universidad local UPM, instituciones de investigación y agencias como Mardi y SIRIM, y recientemente con la Universidad de Bogor y la Universidad de Australia del Sur", dijo Zainudin.

Aproximadamente un tercio de los alimentos producidos en todo el mundo se desperdician, y las frutas y verduras ocupan los puestos más altos según la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Este sticker podría entonces ser utilizado para ayudar a alimentar a los 925 millones de personas que padecen hambre y malnutrición en todo el mundo.
La inseguridad alimentaria afecta de manera desproporcionada a las personas de los países en desarrollo y a las personas que viven en la pobreza extrema. Seis países (India, China, la República Democrática del Congo, Bangladesh, Indonesia, Pakistán y Etiopía) albergan al 65% de las personas hambrientas del mundo, según informa Oxfam.

En los países en desarrollo, el desperdicio de alimentos tiende a ocurrir con mayor frecuencia después de la cosecha y durante la fase de procesamiento, lo que puede afectar la disponibilidad general de alimentos. En los países más ricos, por otro lado, los productos son más abundantes, pero se desperdician en las tiendas de comestibles y después de la compra, según un informe de la FAO.

Cada año, Estados Unidos desperdicia alrededor del 40% de los alimentos que produce. Al mismo tiempo, uno de cada ocho estadounidenses experimenta inseguridad alimentaria. Esta paradoja debe abordarse a escala local, nacional y global.

El desperdicio de alimentos no solo significa la pérdida de fuentes de nutrición en perfecto estado, también significa que los recursos que incluyen al agua, la tierra, la energía y la mano de obra que se utilizaron para producir los alimentos se desperdician innecesariamente.

Además, los gases de efecto invernadero emitidos durante todo el proceso de producción permanecen en la atmósfera y contribuyen al cambio climático, ya sea que los alimentos lleguen o no al plato. De hecho, el desperdicio de alimentos en realidad aumenta la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero generadas a través de los alimentos a medida que se deteriora en los vertederos y en otros lugares.

Abordar el desperdicio de alimentos, desde su producción hasta el consumo, podría mejorar profundamente la seguridad alimentaria en todo el mundo y, al mismo tiempo, ayudar a mitigar el impacto ambiental.

Los stickers Stixfresh son, sin dudas, un paso en la dirección correcta, y podrían sentar un precedente para otras compañías e individuos que buscan frenar el desperdicio de alimentos.

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Por Erica Sánchez  y  Sophie Maes