Cuando piensas en Kenia, seguro se te vienen a la mente los paisajes impresionantes, la cultura llena de vida y el espíritu resiliente de su gente. Pero bajo toda esa belleza hay una realidad inesperada para muchas mujeres que enfrentan la violencia de género, la pobreza y una sociedad donde muchas veces son menospreciadas, mal pagadas y apenas reconocidas en sus esfuerzos. Las leyes tampoco les brindan mucho consuelo: las mujeres kenianas sólo gozan del 81% de los derechos legales que tienen los hombres.
De las más afectadas, están las mujeres rurales que trabajan en el campo. En Kenia, apenas el 1% de las mujeres dedicadas a la agricultura a pequeña escala tiene la tierra a su nombre. El acceso a financiamiento, alimentos y al agua depende de ser dueña de la tierra, dejando a muchas en desventaja.
Susan Owiti, Secretaria General del Colectivo de Mujeres de la Liga de Campesinos de Kenia, es firme en su misión. "El sistema patriarcal está oprimiendo a las mujeres", afirma. "La tierra es un tema feminista".
Manifestación de Women’s Collective del Kenyan Peasants League en 2022.
Este Colectivo, que nació en 2018, defiende la vida campesina, la agroecología y la agricultura orgánica para lograr la soberanía alimentaria, y además resiste la opresión y explotación de las mujeres. Su método integral, que mezcla principios ecológicos y sociales, es una herramienta poderosa en la lucha por los derechos femeninos.
El Colectivo impulsa el uso de semillas indígenas, el riego con agua de lluvia y el compostaje de desechos animales, entre otras prácticas orgánicas. Las mujeres intercambian semillas nativas en el banco de semillas comunitario que tienen en la sede del Colectivo en Nairobi. "Les damos semillas y gallinas a las mujeres para que puedan lograr soberanía alimentaria", cuenta Annette Kendi, quien lidera el grupo de Kangemi dentro del colectivo.
Pero, las empresas agrícolas multinacionales ponen la mira en las mujeres rurales, vendiéndoles pesticidas, fertilizantes y semillas que no son autóctonas. "Las convencen de firmar microcréditos poniendo como garantía sus tierras. La mayoría de ellas no sabe leer ni escribir", explica el Colectivo de Mujeres.
Las amenazas no sólo vienen de las grandes empresas y los documentos legales. Los despojos de tierras, es decir, las tomas ilegales, son comunes. "Las más afectadas son las viudas", cuenta Owiti. "Cuando sus esposos mueren, la familia política se queda con las tierras. Estas mujeres campesinas no conocen sus derechos, así que las guiamos en las leyes que las protegen".
El artículo 60 de la Constitución de Kenia exige igualdad de género en la tenencia de la tierra. Sin embargo, ha subido el porcentaje de mujeres en Kenia que no son dueñas de su tierra, aunque existen políticas para mejorar la equidad de género. En muchas zonas rurales, las viudas pueden sufrir discriminación, desalojos y despojo de las tierras matrimoniales. Tratar de hacer valer la justicia sale caro, lleva mucho tiempo y la mayoría ni siquiera sabe que tiene derechos.
Owiti comparte una historia personal: cuando murió su papá, su tío amenazó a su mamá y le exigió que entregara 11 acres de tierra que habían trabajado durante décadas. "Mis tíos golpeaban la puerta, gritando para que se fuera", recuerda Owiti. "Pero ella luchó en la corte y ganó. Ahora, les da miedo. Saben que no pueden reclamar ni una pulgada de esa tierra".
La tesorera del Colectivo, Josephine Baraza, también ha tenido que pelear. "Perdí a mi esposo hace años. Mi familia política intentó quitarme la tierra, pero me di cuenta de que la ley estaba de mi lado. Tras una década de juicios, la recuperé. Las mujeres no tienen información y están atrapadas en una cultura hecha por y para hombres. Ahora yo cuento mi historia. Las demás mujeres ven mi tierra y mi independencia económica. Estamos provocando olas de cambio".
Ir a los tribunales sale caro, pero el colectivo no se detiene. Se apoyan en bancos comunitarios, fondos solidarios y donaciones para cubrir gastos legales, ofrecer préstamos con bajo interés y mantener un centro de apoyo. "La mayoría de mujeres que ayudamos sufre abusos porque no están empoderadas económicamente. Viven violencia física, emocional y económica. Estamos construyendo una economía feminista", asegura Mildred Nduta, la Asistente General del Colectivo. También conectan a las agricultoras directamente con consumidores y mercados.
Además de ofrecer un espacio seguro, el colectivo tiene un programa de crecimiento personal para niñas, donde se habla sobre Salud y Derechos Sexuales y Reproductivos (SDSR). Les dan información, toallas sanitarias y condones para prevenir el VIH y embarazos tempranos. Kenia tuvo una tasa de embarazo adolescente del 15% en 2022, bajando del 18% en 2014. "Ahora las chicas saben cuándo decir que no", dice Baraza. "No hace mucho, eso era algo impensable para una niña. Hoy conocen sus derechos. Así sabemos que estamos marcando la diferencia".
En la lucha por la justicia y la igualdad, estas mujeres siguen firmes. Sus historias son de resistencia, de recuperar su dignidad y de exigir el respeto y los derechos que merecen.