Por Anastasia Moloney

Traducción Erica Sánchez

BOGOTÁ, 31 de agosto (Fundación Thomson Reuters) - Nacida en la comunidad indígena de la Comarca Ngobe Bugle en Panamá, Rosa Montezuma es muy consciente de los desafíos a los que se enfrentan las niñas para obtener una buena educación y alcanzar sus sueños.

Ahora, como la primera mujer indígena de Panamá en el concurso de belleza Miss Universo, Montezuma espera convertirse en un ejemplo para mostrarle a otras mujeres que pueden superar los prejuicios y los estereotipos.

"Las mujeres indígenas por naturaleza son un poco recatadas y sumisas debido a la cultura en la que vivimos", dijo Montezuma a la Fundación Thomson Reuters.

"Quiero que esto sea un ejemplo para otras mujeres y les abra las puertas no solo para participar en un concurso de belleza sino también para poder hacer cualquier tipo de trabajo en la sociedad", dijo.

El 67° desfile anual de Miss Universo tendrá lugar en Bangkok en diciembre.

Cuando Montezuma, de 25 años, decidió participar en el concurso de belleza Miss Panamá para convertirse en candidata de Miss Universo, las redes sociales se tornaron en un espacio de controversia e intimidación para ella, dijo.

Muchos cuestionaron su herencia indígena e incluso pusieron en duda el lugar en el que nació y vivió, explicó esta semana.

"Panamá no estaba lista para aceptar a una mujer indígena para participar en la competencia", dijo Montezuma.

"Esto ha demostrado que también deberíamos estar incluidas en todas las esferas de la sociedad y en todo tipo de competiciones", agregó. "Este concurso ha sido una gran plataforma para la inclusión en el país".

Montezuma creció en una remota y empobrecida comunidad rural en el oeste de Panamá sin acceso a internet o telefonía móvil.

Contra viento y marea fue a la capital, Ciudad de Panamá, a 8 horas en automóvil, para poder obtener una educación universitaria. Allí tuvo que enfrentarse a la discriminación y prejuicios por parte de otros estudiantes, dijo.

"Me miraban y decían que por ser indígena, no tenía las mismas habilidades que ellos", dijo Montezuma, graduada en ciencia y tecnología alimentaria.

Los pueblos indígenas representan más del 10% de la población de Panamá de 4 millones de habitantes.

Si bien Panamá tiene leyes para proteger la cultura indígena y los derechos colectivos a la tierra, aproximadamente nueve de cada 10 indígenas viven en la pobreza, un problema que las Naciones Unidas describió en un informe de 2014 como "alarmante".

Asegurar que las niñas indígenas puedan educarse es un desafío clave que enfrenta la comunidad, dijo Montezuma.

En 2007, Panamá introdujo un programa para promover la educación bilingüe en las comunidades indígenas para que los niños aprendan tanto en español como en sus lenguas maternas.

Pero los niños indígenas de la comunidad de Ngobe Bugle, especialmente las niñas, van a la escuela en promedio por menos de cuatro años. Eso es la mitad del promedio nacional.

"Muchas mujeres indígenas no estudian, pero yo sí quería estudiar", dijo Montezuma, y ​​agregó que recibió el apoyo de sus padres. "Hay que esforzarse mucho para poder superar los obstáculos y avanzar".

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