Cuando se alude al cambio climático, un tema que resulta frecuente es hablar del agua, en especial en Mesoamérica donde se encuentra la región conocida como “el corredor seco”. Países como México, Guatemala, El Salvador y Honduras sufrirán mayores temporadas de sequía que afectará los cultivos, el consumo de agua potable y actividades esenciales para la vida. Pero, ¿qué hay detrás de lo que hoy nombran una consecuencia del cambio climático?. ¿Acaso la única opción que tenemos es “adaptarnos” a la inminente sequía y afectaciones ambientales que se presentarán en nuestros territorios?

El cambio climático no es un problema neutral, ni puramente ambiental, ya que está vinculado con aspectos sociales, económicos y políticos. En lo que respecta al agua, encontramos fenómenos hidrometeorológicos como la sequía o las inundaciones, en donde las responsabilidades se diluyen; pero si exploramos estas problemáticas a nivel local, podemos observar algunas especificaciones importantes. 

En la región de Mesoamérica, los conflictos por el agua ya son una realidad y están vinculados a la instauración de hidroeléctricas que desvían los ríos, a la industria de la construcción que extrae sin límites la arena, a los megaproyectos e industrias como las refresqueras que saquean las fuentes de agua. De igual forma, hay conflictos vinculados con la instauración de proyectos de energía, mineras, inmobiliarias, agroindustria en donde los movimientos en resistencia aluden a las afectaciones que estas industrias tienen al intensificar la sequía y escasez de agua. 

En 2022, México declaró emergencia por sequía, lo que generó alerta en la población. Sin embargo no sólo vivimos una crisis de sequía también el agua de 18 estados del país sobrepasaron el umbral internacional de riesgo de impacto a la salud por contaminación de arsénico (0.01 mg/L), lo que, de acuerdo con Data Crítica está vinculado a la extracción desmedida de agua que producen industrias extractivas como la minera. Cerca del 62% de las concesiones de agua están otorgadas a empresas privadas, mientras que la población sólo tiene acceso al 40% restante. En Guatemala, hay 60 procesos sancionatorios contra empresas productoras de palma aceitera por el desvío y acaparamiento de agua y la tala de bosques. Los conflictos por el agua y el control del territorio son cada vez más frecuentes en la región. 

Ante esta situación, seguimos viendo que espacios internacionales como la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático siguen sin nombrar a los responsables de la crisis hídrica que se vive a nivel mundial ya que, algunas de las mayores marcas de consumo que son también de las mayores contaminantes, financian   este espacio de negociación.

Estas corporaciones son las más interesadas en hablar de las soluciones al cambio climático. Esas mismas industrias contaminantes son las que buscan vendernos soluciones a los problemas que ellos mismos generaron. 

Sin embargo, desde distintos movimientos en defensa del territorio protagonizados por pueblos indígenas, se han nombrado las desigualdades en cuanto a la distribución del acceso al agua, las responsabilidades de las industrias extractivas y sobre todo la demanda de parar la extracción desmedida y la contaminación de las fuentes de agua. Justicia climática no es sinónimo de dinero, justicia implica detener el exterminio.

Los movimientos de defensa del territorio han apelado por la gestión comunitaria del agua demandando, incluso a los propios gobiernos, y realizado acciones como la toma de plantas de empresas como Bonafont que estaban secando el agua del río Metlapalapa en Puebla, México, resistiendo a la instauración de Hidroeléctricas como los pueblos Lenca en Honduras, al monocultivo de palma en El Estor, Izabal en Guatemala. Recuperando la identidad que les fue robada como los pueblos Xinca y contando las historias de los ríos y los ancestros a través de la música y los rituales.

Así es cómo los pueblos indígenas  están generando alternativas y reivindicando que son los saberes y la organización de los pueblos la que sanará la tierra y el agua ante las falsas soluciones de las industrias. 

Los procesos de defensa del territorio son para defender la vida de todo el planeta. 

Conoce más de la organización de pueblos de mesoamérica ante la crisis climática a través de la campaña #MilpaméricaResiste, que busca generar una alianza regional para amplificar la perspectiva de los pueblos que defienden la tierra ante la crisis climática actual. 

Opinion

Defiende el planeta

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