Por Christine Murray

Traducción: Erica Sánchez 

EMILIANO ZAPATA, México, 22 de marzo (Fundación Thomson Reuters) - José Andrés Celis estaba recogiendo limas en su parcela en el sur de México cuando sintió un fuerte dolor en el pecho, el primer signo de una enfermedad mortal que no sería diagnosticada durante dos años.

Celis padecía Chagas, una enfermedad parasitaria que afecta a unos 7 millones de personas en todo el mundo y que se conoce como una asesina silenciosa porque a menudo no se detecta.

El agricultor maya, de 54 años, se medicó inmediatamente tras el diagnóstico, lo que le convierte en uno de los pacientes más afortunados.

La mayoría de los infectados de México nunca se someten a pruebas ni a tratamientos, según los académicos, lo que les expone a un agrandamiento del corazón y a una muerte súbita. Algunos viven con Chagas durante décadas sin síntomas.



"Una vez que te sientes mal, esta enfermedad no te da más tiempo", le dijo a la Fundación Thomson Reuters sentado desde una hamaca en su casa en el estado de Yucatán.

"Es una muerte rápida (...) mucha gente está muriendo por [problemas] del corazón en estos días".

El Chagas, que se transmite principalmente a través de las heces de los insectos hematófagos, es una de las enfermedades tropicales desatendidas (ETD) que afectan a 1.700 millones de personas en todo el mundo, principalmente en los países pobres, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Los pacientes de Chagas tienen más probabilidades de curarse si reciben tratamiento poco después de resultar infectados, por lo que la detección temprana es clave.

Pero la pandemia de coronavirus ralentizó las ya limitadas pruebas en México y el número de diagnósticos se redujo a más de la mitad en 2020 respecto a 2019, ya que el COVID-19 desbordó el sistema sanitario.


Gustavo Sánchez, jefe del Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades de  México, CENAPRECE, atribuyó el descenso a que los pacientes crónicos retrasan la búsqueda de ayuda y a que hay menos personas que donan a los bancos de sangre, cuyo cribado detecta muchos de los casos.

También dijo que la capacidad del gobierno para procesar las pruebas se había reducido.

"No podemos negar que el trabajo de diagnóstico, no sólo del Chagas, sino de otras enfermedades, se vio afectado por la pandemia", dijo.

"Miedo a morir"

La OMS calcula que unos 7 millones de personas, sobre todo en América Latina, están infectadas de Chagas, y que 70 millones más están en riesgo.

La enfermedad, descubierta por el médico brasileño Carlos Chagas hace más de un siglo, puede ser difícil de detectar porque los síntomas en la fase aguda son similares a los de otras enfermedades, y muchos pacientes son asintomáticos.

En México, la falta de pruebas proactivas y un sistema sanitario burocrático hacen que la detección sea escasa, y las comunidades indígenas rurales se enfrentan también a barreras lingüísticas y de distancia.

Entre 2003 y 2020 el gobierno mexicano confirmó sólo 11.980 casos de Chagas, según datos obtenidos a través de una solicitud de libertad de información. Los académicos han estimado que México tendría entre 1 y 2 millones de casos.

Si se trata rápidamente con uno de los dos medicamentos, el Chagas puede curarse. Pero ninguno de los dos está disponible comercialmente en México, donde la única forma de conseguirlos es a través del Ministerio de Salud.

El año pasado el número de personas tratadas se redujo a solo 391, frente a las más de 850 tanto en 2018 como en 2019, según el gobierno.

"Es una enfermedad que permanece invisible y silenciosa en el cuerpo", dijo Javier Sancho, responsable de la Coalición Mundial para la Enfermedad de Chagas. "Hay que buscarla activamente y eso requiere tiempo, requiere recursos".

En Yaxachen, una aldea tropical maya de Yucatán donde los bungalows de colores brillantes se asientan junto a las viviendas tradicionales, Hermelinda May dijo que su última cita médica por el Chagas fue cancelada cuando la pandemia llegó.

"Una vez, oí que mi corazón empezaba a saltar, bum, bum, bum", dijo la mujer de 64 años. "Tengo miedo de morir".

May y el agricultor Celis se encuentran entre los 36 pacientes diagnosticados por la doctora y académica Adriana González y sus colegas en el municipio de Oxkutzcab, en el estado de Yucatán, en el curso de su investigación sobre el Chagas.

De ellos, sólo Celis ha recibido el tratamiento, ya que muchos médicos locales no detectan ni ayudan a los pacientes de Chagas por falta de formación.

"Es como un teléfono roto. El CENAPRECE te dice una cosa, pero en las aldeas vemos que ocurre algo completamente distinto", dijo González.

Sánchez, del CENAPRECE, dijo que el gobierno empezaría pronto a hacer pruebas a los niños y a las mujeres en edad fértil en 78 zonas de alto riesgo para encontrar los nuevos casos agudos, y que una prueba más amplia para encontrar todos los casos crónicos no tendría sentido epidemiológico.


Exclusión

Las ETD afectan a más de 1.700 millones de personas en todo el mundo, y a menudo atrapan a los individuos en un ciclo de pobreza y exclusión.

En enero, la OMS estableció objetivos mundiales para combatir 20 de estas enfermedades, incluida la de Chagas, para 2030, y los gobiernos se comprometieron a mantener los esfuerzos que han llevado a 42 países a erradicar al menos una ETD en la última década.

Los expertos han advertido que la pandemia podría revertir algunos de esos avances.

"Incluso en un buen día estamos desatendidos en comparación con la malaria y el VIH/SIDA, pero ahora con el COVID ha sido realmente duro", dijo Peter Hotez, decano de la Escuela Nacional de Medicina Tropical de Estados Unidos, sobre el impacto de la pandemia en las ETD.


En cuanto al Chagas, hay al menos algunas señales positivas. 

Durante más de una década, Hotez y sus colegas del Centro de Desarrollo de Vacunas del Texas Children's han trabajado con científicos del Baylor College of Medicine de Texas y otros socios para crear una vacuna contra la enfermedad.

La vacuna sería terapéutica y se administraría a las personas infectadas para detener el avance de la enfermedad.

"Afortunadamente ahora estamos en una fase muy entusiasta", dijo Roberto Tapia, director de la Fundación Carlos Slim, que financia el esfuerzo de la vacuna.

"Hemos tardado 10 años en llegar a este punto".

Esperan comenzar los ensayos clínicos en 2022, pero aún faltan años para que la vacuna pueda ser distribuida.

Mientras tanto, la Iniciativa de Medicamentos para Enfermedades Olvidadas está realizando ensayos para intentar reducir el tiempo de tratamiento de ocho a dos semanas.

Vida acortada

Tradicionalmente considerada una enfermedad que afecta a los pobres de las zonas rurales de Sudamérica, el Chagas se encuentra cada vez más en las zonas urbanas y en países más ricos como Estados Unidos y España.

Las mujeres que lo padecen pueden transmitir la enfermedad a sus bebés, y Janine Ramsey, investigadora del Instituto Nacional de Salud Pública del gobierno mexicano, calcula que el 40% de las personas infectadas en México tendrán una vida acortada.

Nelson Armando Cáceres, peluquero de 52 años del Estado de México, fue diagnosticado erróneamente en un principio antes de que los médicos de la capital le hicieran pruebas que confirmaron que tenía Chagas.

"Es un asesino que nadie conoce", dijo, y añadió que ahora tiene un marcapasos, mide cuidadosamente su alimentación y no puede correr más de 100 metros, pero se siente afortunado.

"Esta enfermedad no te da muchas oportunidades", dijo. "Muy pocos sobreviven".


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