Para Lydia Amenyaglo, lo que empezó como un viaje personal para reconectarse con sus raíces ghanesas se transformó en algo mucho más grande. Creció en Alemania y decidió regresar a Ghana en busca de identidad y sentido de pertenencia, un regreso a casa que le despertó preguntas profundas y un nuevo propósito.
Aquel boleto de ida no solo la llevó de vuelta a la finca de cacao de sus abuelos, sino que la impulsó a recorrer todo el continente para redescubrir la abundancia de África, reconciliarse con sus orígenes y fortalecer su vínculo con la tierra y su gente.
Ya en Ghana, rodeada de árboles de cacao, Amenyaglo empezó a ver todo desde otra perspectiva. El mismo cultivo que ayudó a su padre a viajar a Alemania, donde conoció a su madre, hoy es el centro de una industria global de miles de millones de dólares. Y aún así, las comunidades que lo cultivan siguen enfrentando muchas dificultades.
“Soy lo que soy gracias al cacao. Toda mi historia comienza con el cacao”, dice. Así que empezó a hacerse preguntas urgentes: ¿Por qué tanta abundancia y potencial lleva a tan poco? ¿Cómo podemos imaginar los sistemas alimentarios de África más allá de la mera supervivencia?
Fue en ese momento que algo se le abrió por dentro.
Foto grupal de Lydia Amenyaglo y jóvenes emprendedores alimentarios en Ghana.
Desde entonces, Amenyaglo pasó de vivir sola en una finca y buscar apoyo, a involucrarse con el Ghana Food Movement (GFH), donde está creando un ecosistema de creativos, agricultores, chefs y líderes culturales en todo el país. Con experiencia en branding y comunicación, utiliza el diseño y la narración de historias para posicionar la comida ghanesa como algo valioso y visionario.
En 2021 lanzó la campaña “Buy Ghana, Build Ghana” para cambiar la mentalidad sobre los ingredientes locales. A través de historias, redes sociales y cenas comunitarias, alentó a la gente a elegir ingredientes locales y apoyar a los productores del país. “Buy Ghana, Build Ghana no es solo sobre comida,” explica. “Es sobre sentir orgullo por nuestros ingredientes. Es cuestionar qué significa lo local y construir una economía resiliente valorando lo que ya tenemos.”
Su trabajo no termina ahí. Con el programa Youth in Food y The Kitchen, Amenyaglo y su equipo en GFM están invirtiendo en la próxima generación de líderes alimentarios ghaneses. Estos programas brindan a la juventud habilidades, redes, mentoría y recursos para construir una carrera en el sector de alimentos y agronegocios en Ghana, que está en pleno crecimiento.
Fuera de las sesiones de estrategia y la narrativa, Amenyaglo encuentra fortaleza y resiliencia en el boxeo. Sí, literal. “El boxeo me ayuda a superar los momentos duros,” se ríe. “Me enseña a seguir incluso cuando duele.”
¿Cuál es su consejo para jóvenes creativos que quieren iniciar un camino parecido?
“Empieza donde estás, con lo que tienes,” dice. “No necesitas permiso para contar tu historia. El mundo necesita tu perspectiva, valiente, arraigada y alegre.”
Amenyaglo demuestra que la transformación no siempre viene de arriba hacia abajo. A veces empieza con una experiencia, una idea y, a veces, con el coraje de volver a tus raíces.
El Global Citizen Prize es un premio anual que reconoce y celebra a esos activistas invisibles que impactan positivamente en sus comunidades y hacen todo lo posible por avanzar en la lista de tareas más importante del mundo: los Objetivos Globales de las Naciones Unidas.