En enero, el video y las imágenes de un niño afgano aficionado al fútbol vistiendo una camiseta improvisada de Lionel Messi hecha con marcadores y una bolsa de plástico, se volvieron virales en internet. Murtaza Ahmadi, de 5 años en ese momento, vivía con su familia cerca de Ghazni, Afganistán, a varias horas de Kabul. 

El martes, Ahmadi pudo conocer a su ídolo durante un partido amistoso en Qatar entre Barcelona y el Al Ahli Saudi Football Club de Arabia Saudita. El encuentro fue emocionante. Ahmadi, de más o menos un tercio del tamaño de Messi, se aferró a la camiseta de Messi y sostuvo la mano de la estrella de fútbol durante el lanzamiento de la moneda. Luego posaron juntos para los fotógrafos. 

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A Ahmadi, que estaba tan entusiasmado y no quería dejar el campo, el árbitro del juego literalmente lo llevó a las líneas laterales. 

“Estoy muy feliz de conocer a mi ídolo. Para mí es un sueño,” le dijo al Comité Supremo para la Entrega y Legado de Qatar después del juego. 

El video y las fotografías virales originales de Ahmadi mostraban al niño pateando un balón de fútbol mientras vestía una bolsa de plástico con franjas azules y blancas escrita en marcador al estilo de la camiseta de la selección argentina de balompié. Primero aparecieron en el sitio de un club de fans de Lionel Messi. 

Después de publicar las imágenes, la familia Ahmadi fue desbordada por la prensa, incluyendo de la Federación de Fútbol de Afganistán, la cual se ofreció a ayudar a que el niño conociera a su ídolo, y UNICEF, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia. A través del alcance de UNICEF, el pequeño recibió una camiseta autografiada de Messi en febrero. 

Pero este obsequio tuvo consecuencias inesperadas. Poco después de recibir la camiseta de Messi, la familia Ahmadi comenzó a recibir amenazas de muerte de mafiosos locales, quienes asumieron que la camiseta había sido enviada junto con dinero para la familia. 

Los intentos de extorsión de los miembros de la mafia obligaron a la familia Ahmadi a huir a la vecina Pakistán, convirtiéndose en otra familia más de refugiados, aunque con una historia única de desplazamiento.

Ahora, lo que hubiera sido un final triste a una historia emocional se ha escrito nuevamente, al menos temporalmente. La alegría sin límites de Ahmadi al conocer a su ídolo muestra el poder del deporte para unir a las personas. Pero el trabajo de reconstruir Afganistán después de décadas de agitación implicará tratar a todos los refugiados con el mismo amor brindado a la familia Ahmadi. 

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