Kenia Inés Hernández Montalván es una activista indígena mexicana que ha estado en prisión en su país natal desde octubre de 2020. Fue arrestada en una caseta de cobro de una autopista en el estado de Puebla, donde se manifestó contra el encarcelamiento de otros activistas. El propósito de la manifestación era evitar que los empleados de la caseta cobraran a los conductores. Los activistas dejaban pasar los automóviles sin pagar peaje. Esta forma de manifestarse es común en México, ya que crea conciencia entre los ciudadanos. Sin embargo, las personas que participan en dichas manifestaciones enfrentan el riesgo de ser acusadas de intrusión y robo.

En febrero de 2022, Hernández, que ha estado en detención preventiva desde su arresto en 2020, fue sentenciada a 10 años y seis meses de prisión por robo con violencia y, en marzo de ese mismo año, fue sentenciada a otros 11 años más por daños criminales, presuntamente realizados en una caseta de cobro de una autopista en el Estado de México.

Hernández, de 34 años de edad, es la fundadora y coordinadora del Colectivo Libertario Zapata Vive, un movimiento social que se enfoca en la defensa de los derechos de los pueblos indígenas a sus tierras. También se dedica a crear conciencia sobre (y procurar la liberación de) presos políticos. La amiga cercana de Hernández, Rubí, habló con Global Citizen sobre el caso.

La persecución de los activistas defensores de la tierra y los derechos humanos de los pueblos indígenas es un problema común en México. Los activistas sufren intimidación y violencia por parte de funcionarios públicos, empresas privadas y cárteles de las drogas, quienes creen que sus  intereses podrían estar amenazados. Hasta lo que va de este año 2023, ocho defensores indígenas de sus derechos y de la tierra han sido asesinados y uno sigue desaparecido, según Cultural Survival. Algunos de ellos también fueron encarcelados por cargos que se consideran arbitrarios, en casos similares a los de Hernández.


Me llamo Rubí Francisco Silva, vengo del mismo pueblo de Kenia, de Xochistlahuaca, en el estado de Guerrero: un lugar remoto donde no hay internet cuya ubicación dificulta cualquier viaje. He vivido desde los tres años en la Ciudad de México, pero de los 17 a los 19 años radiqué en ese pequeño pueblo con mi hermano.  

En el pueblo no tenía amigas. Mi adolescencia fue difícil. Me diagnosticaron reumatismo. Durante un receso escolar, Kenia un día se me acercó para saludarme y me regaló una sonrisa. Ésta fue la mejor cosa que me podría haber sucedido. Desde ese momento, Kenia siempre me saludaba como si fuera una amiga.

Al principio me mostré reacia. No quería entablar una amistad con ella, pero entré en confianza por su actitud amistosa hacia mi persona. Sentía que nunca me juzgaba o me señalaba. La gente me decía que Kenia era muy inteligente. Sacaba las mejores calificaciones en la preparatoria. Nos daba clases de matemáticas a los que íbamos mal. Siempre sacaba 10. Kenia es una persona muy disciplinada en sus estudios. Cuando mi madre se fue del pueblo a trabajar a la ciudad, Kenia realmente me apoyó. Una vez cuando mi mamá no pudo enviarnos dinero para la comida, se ofreció a prestarme 400 pesos sin que yo se lo pidiera.       

Somos muy buenas amigas. Ambas queríamos volar, comernos el mundo. Celebrábamos nuestros logros. Realmente confío en Kenia. Cuando me enfermé de COVID, me escribió un poema que me llenó de energía.

Rubí Francisco Silva sostiene una pancarta en apoyo de su amiga, Kenia Inés Hernández Montalván. Hernández es una activista indígena mexicana, encarcelada desde octubre de 2020.
Image: Pepe Castillo Borja for Global Citizen

Antes de que la detuvieran yo le decía: “Enfócate en tus hijos, deja de tratar de ayudar a la gente”. Ella me respondía: “¿Qué quieres decir? Cómo crees que los voy a dejar”. Kenia estudió leyes, para ser abogada. Le gusta la política. Siempre le ha molestado la injusticia. Es una persona apasionada, extrema y comprometida.

Verla en prisión me duela. Kenia es como mi hermana. Tiene dos hijos, uno de 11 años y otro de ocho. Fundó Zapata Vive y buscó la ayuda de la gente para crecer dicha organización. Kenia se involucra en casos de injusticia como el caso de la prima de un compañero de la escuela que fue asesinada. 

El día que arrestaron a Kenia estaba ayudando a otro grupo. Sabía que podían detenerla — le habían advertido — y, sin embargo, se fue a Puebla a la manifestación. Kenia es capaz de arriesgar su vida, su integridad, su libertad, para ayudar a otras personas. Incluso estando en prisión dice que volvería a hacerlo.

Le gusta ayudar a la gente, pero no le gusta la violencia. Tiene el don de la palabra y sus armas son las palabras. La manera en que se expresa incomoda al gobierno. Sólo levanta la voz para denunciar la injusticia y eso al gobierno no le gusta. Por eso inventaron todos esos cargos en su contra. La encarcelaron para callarla, pero aun desde adentro sigue alzando la voz.

A Kenia lo que le gusta es alzar la voz, pero bien. Quiere impactar. Quiere que la tomen en serio y eso la pone en riesgo, tiene consecuencias.

Kenia está encarcelada en el Centro Federal de Readaptación Social Femenil 16 de Morelos. Es una cárcel de readaptación y debe trabajar. Es amuzga y con las artesanías que hace y vende paga para el transporte y comida de sus hijos. Trabaja más de ocho horas al día, haciendo pulseras y bordando chaquira. Es un trabajo físico desgastante.

Apoyo para Kenia Inés Hernández Montalván

Apoyo para Kenia Inés Hernández Montalván
Hernández es fundadora y coordinadora del Colectivo Libertario Zapata Vive, un movimiento social centrado en la defensa de los derechos de los pueblos indígenas a su tierra que también trabaja para conseguir la liberación de los presos políticos.
Pepe Castillo Borja for Global Citizen

Apoyo para Kenia Inés Hernández Montalván

Apoyo para Kenia Inés Hernández Montalván
En la Unidad Multifamiliar Tlalpan, en el sureste de la Ciudad de México, en la calle Viaducto Tlalpan, se fotografían varios murales en apoyo a Hernández el 8 de octubre.
Pepe Castillo Borja for Global Citizen

Una vez que habló por teléfono con su hijo mayor, el niño comenzó a decirle que cuando ella salga de la cárcel, él ya va a ser un adulto. Tendrá 31 años. Los niños viven con sus abuelos, pero no es lo mismo que vivir con su madre. Extrañan el cariño maternal.

La detención de Kenia es arbitraria. Las autoridades presentaron evidencias. Kenia no estaba en el lugar donde dicen que cometió los crímenes; y existen evidencias que lo comprueban. Durante año y medio en prisión no pudo ver a nadie, ni siquiera a su familia. Actualmente, le permiten ver a sus hijos. Su mamá antes la visitaba, pero se enfermó. Su padre tuvo un accidente y ahora no puede manejar largas distancias. Sus amigos y yo nos encargamos de la logística que implica que sus hijos la visiten. Los traemos y los llevamos de regreso a casa. Los padres de Kenia no pueden hacerlo. Son personas mayores y el viaje por carretera dura nueve horas. 

Kenia nos puede llamar desde la prisión, pero nosotros no podemos comunicarnos con ella. Anteriormente, sólo tenía permitido hacer una llamada a la semana. Ahora puede hacer más de una, pero únicamente llamadas de 10 minutos y eso me parece cruel porque le cortan las llamadas sin avisar y ella no puede despedirse.

Rubí Francisco Silva posa para un retrato el 8 de octubre en la Unidad Multifamiliar Tlalpan, en el sureste de Ciudad de México, México.
Image: Pepe Castillo Borja for Global Citizen

La situación de Kenia es más política que jurídica porque el castigo ha sido brutal. Se trata de un caso fabricado porque la están criminalizando por su trabajo como defensora de derechos humanos. Sus protestas visibilizan las violaciones a los derechos humanos y la violencia del crimen organizado. Llevamos a cabo una movilización para visualizar su caso y luego la acusaron de más cargos.

Kenia siempre se ha conmovido e involucrado en la lucha de otras personas; y que haga visible estas luchas incomoda a muchos. Su detención es el resultado de la criminalización de su organización porque defiende a las comunidades indígenas y visibiliza las violaciones a los derechos humanos. 

Caminos y Puentes Federales es quien tiene a Kenia en prisión. Ha sido criminalizada por el gobierno. Si la buscabas antes en internet, aparecía como “la toma casetas”. El gobierno construyó esta campaña en su contra, pero si buscas ahora su nombre ya es otra cosa: su caso está en la atención pública.


Contado a Adam Critchley; editado y condensado para mayor claridad.

La serie 2023-2024 de En mis propias palabras ha sido posible gracias a la financiación de la Fundación Ford.

In My Own Words

Exige igualdad

Exijo la liberación de Kenia Hernández: mi mejor amiga que ha estado en la cárcel durante tres años por manifestarse en México

Por Rubí Francisco Silva