África suele definirse demasiado por lo que le falta. Las percepciones globales se centran más en lo que no hay que en lo que sí existe, especialmente cuando se trata de comida.

Probablemente pensaste en imágenes de hambre después de leer esa última línea. El estereotipo occidental del “africano hambriento” es una imagen cansada y poco justa que sigue colgando sobre el continente. Sin embargo, el hambre sí es real y persistente en muchos países, y ese estereotipo puede hacer que subestimemos las verdaderas causas e impactos de este problema mucho más profundo.


Aunque existe otra realidad. Si piensas en la relación entre África y la comida, igual podrías imaginar kei apples picadas cocinándose para hacer mermeladas agridulces, o fonio cocido listo para esponjarse y servir con pescado picante. Pero el incremento generalizado de los precios de los alimentos y las opciones limitadas para los agricultores han complicado que esa visión se haga realidad.

La solución está en invertir más en la agricultura, esta inversión es el puente entre el lugar donde está África y el lugar al que puede llegar. Por eso, en 2003, los estados miembros de la Unión Africana hicieron un compromiso para convertir el potencial en acción, a través de un plan diseñado para reducir los niveles de hambre e invertir en medios de vida, productividad y una economía estable.

Esta hoja de ruta monumental se llama Programa Integral para el Desarrollo de la Agricultura en África, o CAADP por sus siglas en inglés. Durante las últimas dos décadas, ha guiado los esfuerzos para combatir el hambre. Esto es lo que tienes que saber.

¿Qué es el CAADP?

El CAADP es un compromiso en todo el continente por invertir en la agricultura y los sistemas alimentarios, con el objetivo de reducir el hambre y la pobreza, a la vez que se incrementa el empleo y se impulsa la economía.

En pocas palabras: es una guía para transformar la agricultura en África.

Bajo este acuerdo de políticas, los estados miembros de la Unión Africana (UA) se comprometen a invertir el 10% de sus presupuestos nacionales en la agricultura para lograr un crecimiento del PIB anual del 6%. Este compromiso fue presentado en 2003 en un anuncio llamado la Declaración de Maputo, en la que se establecieron metas para alcanzarse en 2015.

En 2014, la Declaración de Malabo movió la meta hasta 2025, ampliando los objetivos iniciales del CAADP bajo la primera declaración e implementando una especie de “scorecard” continental para medir avances. Más recientemente, en 2025, la Declaración de Kampala amplió la agenda hasta 2035 con un enfoque aún mayor en resiliencia, jóvenes, mujeres y sistemas alimentarios. Este último punto es clave, porque amplía el alcance de la política para incluir cada parte del proceso de producción de alimentos: desde el campo, hasta tu plato y todo lo que hay en medio. Eso incluye agricultores, almacenamiento en cadena de frío, transportistas, trabajadores de almacén, chefs, exportadores y vendedores.

¿Cómo funciona?

Agricultores seleccionan frijoles climáticamente inteligentes en Machakos, Kenia, marzo 2024. De métodos ancestrales en Zimbabue a tecnología en invernaderos en Somalia, agricultores africanos combinan pasado y futuro para enfrentar el cambio climático.
Image: Andrew Kasuku/AP

Existen cuatro áreas principales bajo la Declaración de Maputo que los gobiernos tienen que llenar para que el CAADP funcione:

  1. Expandir el uso sostenible de la tierra cultivable y gestión del agua: Los líderes deben ampliar las áreas de cultivo en sus países bajo una gestión sostenible de la tierra y el agua, y enfocarse en soluciones de riego confiables (en vez de depender de las lluvias impredecibles).
  2. Mejorar el acceso al mercado: Cada nación debe invertir en mejorar la infraestructura agrícola y relacionada con el comercio, como carreteras para transportar alimentos y recursos, instalaciones de almacenamiento y sistemas de empaque, para facilitar el acceso a los mercados.
  3. Aumentar el suministro de alimentos y aliviar el hambre: Esto incluye implementar medidas inteligentes (sobre todo soluciones tecnológicas) para aumentar la producción de alimentos, especialmente en pequeñas fincas que suelen estar en zonas rurales donde la comida escasea. Los pequeños agricultores pueden hacer que los alimentos sean más accesibles, cerca de quienes más lo necesitan; estos esfuerzos también aumentan los ingresos y oportunidades de empleo en áreas rurales. Otro punto importante es cuánto gasta África en importar alimentos, sobre todo ayuda alimentaria en momentos de crisis. Actualmente, la capacidad agrícola para responder en momentos de conflicto y crisis es bastante baja. Aumentar la producción de alimentos puede ayudar con eso.
  4. Investigación y tecnología: Fortalecer la investigación agrícola puede ayudar a los países a adaptarse al clima cada vez más cambiante e identificar dónde están los problemas clave en la producción alimentaria para poder aplicar soluciones dirigidas. Esto va de la mano con acelerar la difusión y adopción de tecnología, básicamente, darle a agricultores y participantes en el sistema alimentario acceso a tecnología que pueda mejorar la producción, y animarles a incorporar estas soluciones en su día a día.


Con cada declaración, estas áreas principales se han ampliado. La Declaración de Malabo ajustó el plan original del CAADP a siete áreas, incluyendo reducir a la mitad la pobreza para 2025, aumentar el comercio agrícola dentro del continente y pasos para que los países realmente cumplan sus compromisos.

La Declaración de Kampala fue más lejos al enfocarse en la necesidad de sistemas alimentarios resilientes (recuerda, un sistema alimentario es mucho más que lo que se cultiva en el campo), y es la primera en integrar con fuerza la inclusión y el empoderamiento de jóvenes, mujeres y otros grupos marginados. También destaca la cooperación transfronteriza como herramienta, permitiendo que los países se apoyen mutuamente para cumplir sus compromisos.


¿Cómo se asegura que los países cumplan con el CAADP?

El CAADP es como un proyecto en grupo, y por eso, monitorear que se cumpla este compromiso también es una tarea colectiva.

Cada nación hace su propio plan para cómo cubrirá las áreas del CAADP. Esto se llama Plan Nacional de Inversión Agrícola (NAIP, por sus siglas en inglés) y desglosa las metas y presupuestos de cada país. Cada dos años, los gobiernos entregan informes de desempeño basados en el NAIP a la UA, que luego convierte esos datos en una especie de scorecard continental (puedes ver este proceso como la Revisión Bienal). Este scorecard se llama Scorecard de Transformación Agrícola de África y muestra, compromiso por compromiso, quién va bien y quién no tanto.  

En cada revisión, los líderes revisan estos resultados y esperan que los países ajusten lo que falta antes de la siguiente revisión, que se hace cada dos años. Como el scorecard también es público, todas las personas (incluidos periodistas, grupos de agricultores y ciudadanía activa) tienen acceso a los datos y pueden preguntar por qué ciertos países van detrás, cómo es que otros van adelantados, y pedir mejores resultados en estos objetivos.

Es un ciclo de responsabilidad hasta que lo logremos: los países establecen metas, se miden de forma honesta, reportan los resultados, mejoran a través de la retroalimentación pública y de la UA, y se repite. 

¿África está en camino de acabar con el hambre?

¿La respuesta corta? No. 

En el ciclo de revisión más reciente, en 2023, África necesitaba una puntuación total de 9.29 sobre 10 en el scorecard para considerarse "en camino". Ningún país alcanzó este objetivo. De manera desalentadora, las naciones del continente lograron un promedio de solo 4.56 sobre 10. Esto significa que ningún país está cumpliendo todos sus compromisos. La revisión fue un llamado de atención para que los líderes de cada país se pongan las pilas. 

Pero todavía hay esperanza. La Declaración de Kampala ha trazado los próximos pasos clave y metas medibles para la próxima década, hasta 2035. También llama a los países a integrar los nuevos planes de inversión en sus agendas nacionales antes de 2028. Esta última declaración amplía la visión para considerar todo el sistema alimentario (producción, procesamiento, comercio, nutrición y gestión de residuos, no solo la agricultura) para así abordar el hambre de verdad, generar empleo y mejorar la calidad de vida. 

En resumen, el CAADP es un marco de políticas esencial para lograr un cambio real. Al motivar a los líderes africanos a invertir en la agricultura y construir sistemas alimentarios resilientes, el CAADP marca el camino hacia un futuro donde todas las personas puedan comer, trabajar y prosperar. 

Este artículo fue posible gracias al financiamiento de la Alianza para la Revolución Verde en África y el Foro Africano de Sistemas Alimentarios.

África se suele definir por lo que le falta. La percepción global tiende a centrarse más en lo que no tiene que en lo que sí — especialmente cuando hablamos de comida.

Probablemente pensaste en imágenes de hambre o desnutrición al leer la última frase. El “africano hambriento” es un estereotipo occidental muy usado que injustamente sigue sobre los hombros del continente — aunque el hambre sí existe y es persistente en varios países, este estereotipo puede hacer que se subestimen las verdaderas causas y consecuencias de este problema tan complejo. 

Pero hay otra realidad. Al pensar en la relación de África con la comida, también podrías imaginar manzanas kei cortadas en trozos y cocinándose para hacer mermeladas ácidas, o fonio cocido listo para mezclar con pescado picante. Sin embargo, el constante aumento de precios y las pocas opciones que tienen los agricultores han frenado estas posibilidades. 

La solución está en invertir más en la agricultura — esta inversión es el puente entre la realidad de África y todo lo que podría lograr. Por eso, en 2003, los países miembros de la Unión Africana asumieron el compromiso de pasar del potencial a la acción con un plan diseñado para reducir los niveles de hambre y, al mismo tiempo, invertir en medios de vida, productividad y una economía estable. 

Esta hoja de ruta tan importante se llama el Programa Integral de Desarrollo de la Agricultura Africana, o CAADP por sus siglas en inglés. Durante las últimas dos décadas, ha guiado los esfuerzos para combatir el hambre. Aquí te contamos lo que necesitas saber. 

¿Qué es el CAADP? 

El CAADP es un compromiso continental para invertir en la agricultura y los sistemas alimentarios con el objetivo de reducir el hambre y la pobreza — y al mismo tiempo generar más empleo y fortalecer la economía. 

En resumen: es una guía para transformar la agricultura en el continente africano. 

En este acuerdo, los estados miembros de la Unión Africana (UA) se comprometen a invertir un 10% de sus presupuestos nacionales en agricultura para lograr un crecimiento anual del PIB del 6%. Este compromiso nació en 2003 con el anuncio de la Declaración de Maputo, donde se plantearon metas para alcanzarse en 2015.

En 2014, la Declaración de Malabo movió ese objetivo a 2025, ampliando las metas originales del CAADP y sumando un marcador continental para seguir el avance. Más recientemente, en 2025, la Declaración de Kampala extendió el plan hasta 2035, con un enfoque más grande en resiliencia, jóvenes, mujeres y sistemas alimentarios. Este enfoque en los sistemas alimentarios es clave, porque amplía la política para incluir todo el proceso de producción: desde el campo, hasta el plato, y todo lo que hay en medio. Aquí entran agricultores, almacenamiento en cadena de frío, transportistas, personas en almacenes, chefs, exportadores y minoristas.

¿Cómo funciona? 

Agricultores seleccionan frijoles climáticamente inteligentes en Machakos, Kenia, marzo 2024. De métodos ancestrales en Zimbabue a tecnología en invernaderos en Somalia, agricultores africanos combinan pasado y futuro para enfrentar el cambio climático.
Image: Andrew Kasuku/AP

Hay cuatro áreas principales bajo la Declaración de Maputo que los gobiernos deben cubrir para que el CAADP funcione:

  1. Expandir la gestión sostenible de tierras y agua: Es esencial que los y las líderes amplíen las zonas cultivables de sus países, gestionando de forma sostenible la tierra y el agua, e inviertan en sistemas de riego confiables (ya no depender solo de lluvias poco predecibles). 
  2. Mejorar el acceso a los mercados: Cada país debe invertir en infraestructura agrícola y de comercio, como carreteras para transportar alimentos y recursos, centros de almacenamiento y sistemas de empaque, para que llevar los productos al mercado sea más sencillo.
  3. Aumentar la oferta de alimentos y reducir el hambre: Esto implica aplicar medidas inteligentes (sobre todo tecnológicas) para aumentar la producción de alimentos, especialmente en pequeñas fincas, que suelen estar en zonas rurales donde la comida escasea. Los pequeños agricultores pueden llevar alimentos más cerca de quienes los necesitan; aumentar la producción de alimentos también impulsa los ingresos y las oportunidades de empleo en zonas rurales. Además, hay que pensar en cuánto gasta África en importar alimentos, especialmente ayuda alimentaria en momentos de crisis. Actualmente, la capacidad de la agricultura para responder en tiempos de conflicto y crisis es bastante baja. Si se produce más comida, esto podría cambiar.
  4. Investigación y tecnología: Fortalecer la investigación agrícola ayuda a los países a adaptarse al clima cambiante y a encontrar los puntos críticos en la producción de alimentos para dar soluciones concretas. Esto va de la mano con difundir y adoptar tecnologías rápidamente — en resumen, lograr que quienes trabajan en los sistemas de alimentos utilicen herramientas tecnológicas para mejorar la producción y animarles a que las integren en su día a día.

Con cada declaración, estos enfoques principales se han ido ampliando. La Declaración de Malabo ajustó el plan inicial del CAADP a siete áreas, sumando metas como reducir a la mitad la pobreza para 2025, aumentar el comercio agrícola dentro del continente y exigir mayor rendición de cuentas a los países. 

La Declaración de Kampala fue todavía más lejos, poniendo foco en crear sistemas alimentarios resilientes (recuerda, los sistemas alimentarios van mucho más allá de lo que se cultiva en el campo) y fue la primera que realmente integró la inclusión y el empoderamiento de jóvenes, mujeres y otros grupos marginados. También destacó la cooperación entre países, apostando por la ayuda mutua para cumplir los compromisos. 

¿Cómo se mide la rendición de cuentas en el CAADP? 

El CAADP es un proyecto colectivo, y así también es el seguimiento y la responsabilidad de cada país. 

Cada nación crea su propio plan para cómo va a cumplir con las metas del CAADP. Esto se llama NAIP (Plan Nacional de Inversión en Agricultura), y detalla los objetivos y presupuesto de cada país. Cada dos años, los gobiernos envían reportes de desempeño basados en su NAIP a la UA, que convierte estos datos en un marcador continental (puede que encuentres este proceso como el Análisis Bienal). Este marcador se llama Africa Agriculture Transformation Scorecard y muestra, compromiso por compromiso, quién está cumpliendo y quién no.  

Los líderes revisan estos resultados luego de cada análisis y se espera que los países cierren brechas antes de la siguiente revisión, que ocurre cada dos años. Como el marcador es público, cualquiera (incluyendo periodistas, organizaciones campesinas y ciudadanía activa) puede acceder a los datos, preguntar por qué algunos países están atrás, cómo otros van adelante y pedir que se avance más en estas metas. 

Es un ciclo de rendición de cuentas hasta que se logre: los países establecen...

metas, mídete de forma honesta, reporta los resultados, crece con los comentarios del público y la UA, y vuelve a empezar. 

¿África está en camino de eliminar el hambre?

¿La respuesta corta? No. 

En el ciclo de revisión más reciente en 2023, África necesitaba una puntuación general de 9.29 de 10 en la tarjeta de resultados para considerarse “en camino”. Ningún país alcanzó ese objetivo. Lamentablemente, las naciones del continente lograron un promedio de solo 4.56 de 10. Eso significa que ningún país está cumpliendo con todos sus compromisos. Esta revisión fue una llamada de atención para que los líderes de cada país se pongan las pilas. 

Pero todavía hay esperanza. La Declaración de Kampala ha definido los próximos pasos clave y metas medibles para la próxima década, hasta 2035. También les pide a los países que incluyan los nuevos planes de inversión en sus agendas nacionales antes de 2028. Esta última declaración amplía el enfoque para considerar todo el sistema alimentario (producción, procesamiento, comercio, nutrición y gestión de residuos, no solo la agricultura) para realmente enfrentar el hambre, generar empleo y mejorar la calidad de vida. 

En general, el CAADP es un marco de políticas esencial para lograr un cambio real. Al motivar a los líderes africanos a invertir en la agricultura y construir sistemas alimentarios más fuertes, el CAADP abre el camino para un futuro donde todas las personas puedan comer, trabajar y prosperar. 

Este artículo fue posible gracias al financiamiento de la Alianza para una Revolución Verde en África y el Foro de Sistemas Alimentarios Africanos.

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Por Khanyi Mlaba