En Kumasi, la capital cultural de Ghana, las máquinas de coser zumban. Manos hábiles crean con cuidado, mostrando (aunque a menudo ignorado) una industria viva: la fabricación de textiles. Este sector tiene vínculos fuertes con los textiles tejidos a mano y la artesanía local, y está evolucionando para complementar las necesidades de un mercado en constante cambio. Si bien silenciosa, a la cabeza de esta evolución está una fuerza poderosa: la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la cual está trabajando con el propósito de proveer la estructura para los cambios necesarios en la industria textil de Kumasi.
En Unijay Company Limited, una de las fábricas más importantes de Ghana, la productividad es más que simple velocidad; es una sinfonía de eficiencia, la satisfacción de cada empleada y el progreso sostenible. Conforme el mundo adopta la moda ética y el trabajo digno, la OIT irradia una luz que guía, al ayudar a las fábricas como Unijay a reconfigurar sus operaciones.
Tomando en cuenta cuestiones que van desde la capacitación del manejo hasta el fomento al bienestar laboral, Unijay está tejiendo un futuro donde el éxito a través de la producción de alta calidad y la felicidad a través del desarrollo enfocado en el ser humano se entremezclan de manera asombrosa.
Veamos cómo esta organización internacional está asociándose con fabricantes locales no solo para incrementar la productividad y crear productos de calidad, sino para mejorar también las vidas de las personas detrás de las máquinas. Porque en Kumasi, como debería ser globalmente, impulsar la producción va de la mano con construir la dignidad, crear comunidad y dar esperanza.
Una vendedora ordena montones de telas teñidas de vivos colores y fabricadas localmente, en el bullicioso mercado Kejetia de Kumasi, Ghana, el 5 de agosto de 2025.
Desde hace décadas, Kumasi es famosa por sus ricas tradiciones de tejido kente y su animado mercado Kejetia. Desde funerales hasta festivales, la metrópolis siempre ha tejido sus textiles en su identidad cultural. Desde el siglo XIX, visitantes y compradores de todas partes del mundo han viajado a Kumasi solo por su escena textil vibrante. De hecho, hasta la fecha, Kumasi es el destino de textiles tradicionales de Ghana gracias a su popularidad y oportunidades de negocios en los sectores.
No obstante, más allá de los puestos de los sastres y de los comerciantes de textiles yace un sector de fabricación de ropa en constante crecimiento, que emplea a miles de personas, en particular mujeres y jóvenes. Existe un potencial enorme para crecer a una escala globalmente competitiva que beneficie a las comunidades locales. Sin embargo, un sinnúmero de fábricas enfrenta las barreras de las ineficiencias operativas, estándares de calidad inconsistentes e inversión limitada en el desarrollo de los trabajadores.
En años recientes, sin embargo, se ha dado un cambio. La atención internacional en la contratación ética y moda sostenible ha creado una oportunidad para que el sector de ropa de Ghana se profesionalice y escale. En el meollo de este movimiento en Kumasi está Unijay, un fabricante de ropa local que está redefiniendo qué significa la productividad en la cadena de suministro de la moda en África.
Desde su fundación en 1983, Unijay ha prosperado como uno de los fabricantes de ropa más galardonados de Ghana. La compañía, a través de su fundadora, ha empleado a más de 300 trabajadores, en su mayoría mujeres y chicas jóvenes. Ubicada en la zona de la industria ligera de Ahodwo, la fábrica de ropa Unijay vibra con una energía constante. Adentro, filas de aprendices trabajan con entusiasmo, produciendo uniformes de trabajo y escolares, ropa de trabajo de marca y ropa para exportar.
“Pasé menos de un año aprendiendo a coser como aprendiz”, afirma Janet Abobigu, la mente detrás de Unijay Company. “Siempre quise ser maestra, pero por las limitaciones económicas me olvidé de ese sueño”.
Janet Abobigu, directora ejecutiva de UNI Jay, es fotografiada en la planta de producción en Kumasi, Ghana, el 4 de agosto de 2025.
Durante el siglo XIX, amigos y familiares que regresaban a Ghana de Europa traían catálogos de moda. Estos catálogos o revistas tenían estilos de ropa femenina y le sirvieron de fuente de inspiración a Abobigu. “En aquel entonces, los catálogos eran escasos. Solía comprarlos porque me daban nuevas ideas y me inspiraban a hacer atuendos sofisticados”, afirma Abobigu. Con los años, desarrolló un amor por la moda ética, que empezó con el uso de ropa de segunda mano para hacer nuevos atuendos. “Entonces, las telas eran escasas, hice nuevos atuendos con Obroni Wawu (ropa de segunda)”, especifica Abobigu.
Abobigu aprendió el comercio de la ropa rápido y viajó por el mundo para asistir a ferias comerciales con la ayuda de Su Majestad, Otumfuor Osei Tutu II. Obtuvo diversas perspectivas del mundo de la moda en ciudades como Londres y Atlanta. Durante su aprendizaje en una fábrica de ropa en Liverpool, trabajó con cortes de ropa que venían de India. “Aprendí mucho de la industria textil en India porque su artesanía era profesional”, afirma.
Con el poco dinero que ahorró de sus viajes y su aprendizaje en Liverpool, regresó a Kumasi, adquirió un espacio, compró máquinas de coser y lanzó Unijay. “Obtuve un total de £15,000 en ingresos por mi aprendizaje y ventas hechas en exposiciones”, explica Abobigu. Con los años, la fundadora de Unijay ha recibido y capacitado a muchas aprendices, enfocándose en mejorar las habilidades de una demografía en particular. “Había muchas madres solteras en todo Kumasi, así que decidí emplearlas”, afirma. Actualmente, estas mujeres han rebasado su capacitación y desarrollado empresas dentro de la industria de la ropa en Kumasi.
Los trabajadores cortan, cosen y empaquetan prendas en la planta de producción de UNI Jay en Kumasi, Ghana, el 4 de agosto de 2025.
Como muchas medianas y pequeñas empresas en Ghana, Unijay comenzó operaciones sin estructuras formales. Los objetivos de producción eran vagos, la supervisión era inconsistente y las trabajadoras carecían de una capacitación estructurara, entre otras competencias profesionales de trabajo. Esto comenzó a cambiar cuando la Organización Internacional del Trabajo (OIT) se asoció con la fábrica a través de los Ecosistemas de Productividad para el Proyecto de Trabajo Decente.
El trabajo de la OIT en la industria de la ropa en Ghana se enfoca en la construcción de la productividad de adentro hacia fuera. Unijay fue elegida por Ecosistemas de Productividad para el Trabajo Decente como una de las fábricas para recibir apoyo a la medida en el mejoramiento de la productividad, la cooperación en el lugar de trabajo y las condiciones laborales. Las funciones de manejo de Unijay se beneficiaron de la metodología de la Competitividad Sostenible y Empresas Responsables (SCORE por sus siglas en inglés), una especie de asesoría y orientación de manejo empresarial. Asimismo, sus procesos industriales se beneficiaron del apoyo de los ingenieros industriales de la OIT.
“Observé una disciplina laboral pobre y baja productividad cuando empecé a trabajar con Unijay”, recuerda Udaya Gonsal, un asesor de Sri Lankan, el último ingeniero que está apoyando a Unijay por parte de la OIT. Cuando Global Citizen lo entrevistó, Gonsal llevaba casi una semana trabajando con Unijay y había implementado cambios considerables en la fábrica de ropa. “En este corto plazo, realicé muchos cambios. Establecí estructuras como actualizaciones de la carda diaria. También creamos un cuarto separado para el proceso con aguja, ya que no había uno antes de que llegara”, afirma Gonsal.
Como Unijay comenzó a considerar la posibilidad de exportar ropa, la disciplina y la productividad son algunas de las cosas que la OIT está ayudando a las trabajadoras a mejorar, incluso al nivel del mercado local. La OIT, a través de su proyecto de Ecosistemas de Productividad para el Trabajo Decente, realiza talleres para el personal directivo de la fábrica. Los programas de capacitación de la OIT nos han ayudado de muchas maneras, en especial porque esperamos exportar”, afirma Abobigu.
Agrega: “Contamos con todas las máquinas y la fuerza de trabajo, pero no sabemos cómo técnicamente escalar la producción de la fábrica”. Un mejoramiento excepcional es la distribución de la fábrica. Con la orientación de la OIT, Unijay restructuró su línea de producción para reducir el movimiento y eliminar cuellos de botella, un cambio que redujo considerablemente el tiempo de producción.
Las trabajadoras y el personal directivo de la fábrica se han beneficiado en gran medida de los talleres impartidos por la OIT. “Asistimos a la capacitación y a los talleres de la OIT, pero tener al Sr. Udaya presente en la fábrica nos ha servido mucho para incrementar la productividad”, afirma Abobigu.
La OIT ha implementado sus esfuerzos en otras partes del sector textil en la metrópolis de Kumasi. Akaal Skills Development Academy es uno de sus beneficiarios. La escuela ha capacitado a más de 1,000 aprendices y artesanos experimentados para trabajar en la industria textil de Ghana.
“Gracias a la capacitación de la OIT, hemos incorporado la seguridad ocupacional, mejorado la productividad e incrementado la participación de la compañía y el trabajador. Desde que recibimos el apoyo de la OIT, nuestros practicantes y trabajadores se han vuelto parte del negocio”, afirma el director general del colegio, Hawah Braimah.
En Unijay, hay más de 300 trabajadores de varias edades, experiencia laboral y antecedentes. Un día en Unijay empieza desde temprano por la mañana y termina después de las 3 p.m. El transporte de la fábrica recoge al personal en sus diversas localidades a partir de las 7:45 a.m. Las trabajadoras, junto con las aprendices, desayunan a las 8 a.m., justo después comienza el trabajo. A las trabajadoras y a las aprendices se les asignan objetivos para el día en cada sección. Al sonido de la campana, que suena al mediodía, todas salen de la fábrica al instante para comer sus almuerzos empaquetados. El complejo se llena de mujeres y hombres jóvenes en uniforme que sonríen mientras reponen su energía.
“He trabajado con Unijay durante 29 años. Antes de que llegara la OIT para brindarnos apoyo, nuestra productividad era lenta; pero después de su capacitación he visto una inmensa mejoría en nuestro trabajo. También me beneficié del programa de empoderamiento de las mujeres que organizó la OIT hace algunas semanas en Accra”, afirma Anita Wiafe, miembro del personal de alto nivel de Unijay.
Actualmente, muchas de las trabajadoras y aprendices se han vuelto parte del negocio, como resultado del mejoramiento de las condiciones laborales por parte de la OIT en Unijay. “Antes de formar parte de Unijay, solía coser ropa, pero no tenía una máquina de coser. Ahora, después de un año, he aprendido mucho, especialmente de la directora general, y he mejorado mis habilidades”, afirma Martha Ankrah, una trabajadora en sus veintes.
“Cuando terminé la preparatoria, las cosas estaban difíciles, una amiga me llevó a Unijay y estoy comenzando a sentir confianza en pocos meses”, afirma Faustina Nyarko, una trabajadora de 20 años.
La intervención de la OIT ha tenido un gran impacto positivo en la calidad del empleo de estos trabajadores. El impacto se nota en especial para las mujeres, quienes conforman la mayoría del personal. Algunas han pasado de hacer puntadas a cortar e incluso a ocupar puestos de supervisoras, adquiriendo ingresos y experiencia en el liderazgo.
Lo que está sucediendo en Kumasi no comenzó ahora. Es el resultado de muchos años de constancia y determinación. En Unijay, el futuro parece prometedor y brillante. Unijay es un vistazo a lo que se podría hacer posible para la comunidad textil de África. Conforme el gobierno impulsa la industrialización y las marcas globales buscan cadenas de suministro más transparentes, modelos de productividad como el de Unijay podrían establecer el tono para una nueva era en la fabricación africana.
“Estamos tratando de expandirnos y exportar a otros mercados fuera de África. Estoy creciendo y necesito un sistema para tomar el control de la administración de la fábrica y, de este modo, poder tomar distancia”, afirma Abobigu, que considera a la OIT una parte integral de estos próximos pasos.
Conforme la industria de la ropa en Ghana continúa escalando, historias como la de Unijay y otras más muestran que fomentar la productividad es posible y debe ir de la mano con el mejoramiento de las vidas de las personas, en lugar de sacrificar la calidad de vida en aras de la productividad. En Kumasi, el futuro de la moda está conformándose a través de puntadas, pero no solo con las telas, sino con determinación, cuidado y visión.
Nota del editor: Este artículo forma parte de los reportajes originales de Global Citizen, posibles gracias al financiamiento de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).