Idealmente no sería necesario escribir este artículo sobre la pandemia de COVID-19 y las injusticias que rodean a las acciones para ponerle fin.
Todos estamos experimentando la fatiga de la pandemia de coronavirus, sus impactos socioeconómicos y las barreras sistémicas que rodean el acceso a las vacunas y la garantía de la equidad financiera. Sin embargo, no debemos dejar que el cansancio nos impida tomar acción para enfrentarnos a estas barreras sistémicas y asegurarnos de que todas las personas del planeta tengan una oportunidad de luchar contra el COVID-19.
No podemos permitirnos el lujo de cansarnos de la pandemia cuando tantas personas siguen enfrentándose a ella como una amenaza continua. Millones de personas siguen sin tener un acceso justo a las vacunas, y casi 100 millones de personas se han visto arrastradas a la pobreza como consecuencia del golpe de la pandemia a la economía mundial.
Renunciar a esa lucha significa renunciar a la seguridad de la salud pública mundial en general. Y sí, eso significa renunciar también a la seguridad de su salud individual, tanto ahora como ante futuras amenazas sanitarias.
Como parte de la campaña 2022 de Global Citizen, Pongamos fin a la pobreza extrema AHORA:Nuestro futuro no puede esperar, estamos llamando a romper las barreras sistémicas que siguen manteniendo a las personas en la pobreza. Esto incluye poner fin a la pandemia de COVID-19, centrarse en la creación de un acceso sostenible a la atención sanitaria y lograr la equidad financiera para que los países más pobres puedan recuperarse de la pandemia y satisfacer las necesidades esenciales de sus poblaciones.
También estamos llamando a los líderes mundiales para que empoderen a las niñas (conoce más aquí) y para que tomen acción inmediata contra la crisis climática, que hemos explicado en detalle aquí.
En nuestro artículo hemos desglosado cuáles son las barreras sistémicas, cómo están agravando la pobreza y qué pretendemos hacer para desmantelarlas.
Sin embargo, en este momento queremos pintar un cuadro de lo crucial que es dar prioridad a esta misión, destacando algunos hechos clave que demuestran por qué tenemos que desmantelar estas barreras.
1. 97 millones de personas se han visto orilladas a la pobreza a causa de la pandemia.
La pandemia de COVID-19 y los posteriores confinamientos golpearon duramente a las economías, desencadenando la peor crisis económica desde los años 30 y provocando la pérdida de puestos de trabajo, cierre de empresas e interrupción de los ingresos. Como resultado, se estima que 97 millones de personas más han sido empujadas a la pobreza. Esta cifra no tiene en cuenta a las personas de todo el mundo que ya estaban empobrecidas y que se han visto empujadas a una pobreza aún peor.
2. Los multimillonarios se enriquecieron un 54% durante la pandemia.
La brecha de la desigualdad financiera mundial experimentó un impactante aumento entre 2020 y 2021, con los pobres siendo empujados aún más a la pobreza, y los ricos siguen subiendo la escalera de la riqueza.
Además, los 10 hombres más ricos del mundo vieron duplicada su riqueza durante la pandemia. Esto ha sido la causa de los llamados a una fiscalidad justa para los más ricos del mundo, un punto de la agenda que se discutirá en la cumbre del G20 de este año en noviembre.
3. Las empresas farmacéuticas fabricantes de vacunas COVID-19 obtienen 65.000 dólares de ganancias cada minuto.
La necesidad mundial de una vacuna ha hecho que las empresas farmacéuticas Pfizer, BioNTech y Moderna ganen colectivamente 1.000 dólares cada segundo, según las cifras de la Peoples Vaccine Alliance publicadas en noviembre de 2021.
Mientras tanto, una gran mayoría de los pobres del mundo aún no ha visto una sola dosis de vacuna. Los defensores de la causa están llamando a las empresas farmacéuticas a compartir sus conocimientos y tecnología con los países en desarrollo, lo que aumentaría el suministro mundial de vacunas y reduciría los precios, para que ellos también puedan luchar equitativamente contra la pandemia.
4. 118 países no están en camino de cumplir el objetivo de vacunación COVID-19 de la OMS.
En 2021, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció un objetivo mundial para que los países administraran la vacunación primaria al 70% de su población para mediados de 2022. Un gran número de países están muy atrasados en este objetivo y en África están los más rezagados. De hecho, al día de hoy ni un solo país de África está en vías de cumplir este objetivo.
5. El 60% de los países de bajos ingresos corren un alto riesgo de sufrir dificultades de endeudamiento, o ya lo han hecho.
La pandemia ha tenido un enorme efecto negativo en las economías de los países, y los países de bajos ingresos son los que están sufriendo las peores consecuencias, ya que han tenido que mantener sus países a flote mediante préstamos.
Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), el 60% de los países de renta baja se enfrentan a problemas de endeudamiento, y el servicio de sus deudas les está costando mucho. Se estima que están pagando más por el servicio de la deuda ahora que en cualquier otro momento de las últimas dos décadas.
6. Un puñado de países ricos recibirá el 68% de la ayuda financiera del FMI, mientras que los 44 países más pobres sólo recibirán el 7%.
Los Derechos Especiales de Giro (DEG) son un activo financiero de reserva emitido por el FMI que puede negociarse entre países, o con el FMI, y que sirve como financiamiento adicional de emergencia. El año pasado, el FMI emitió una cantidad histórica de 650.000 millones de dólares en DEG para la recuperación de la pandemia.
En este momento, la forma en que se distribuirá este activo de reserva significa que los países ricos (que no los necesitan tanto) recibirán la mayor parte de estos DEG, que ascienden a unos 442.800 millones de dólares; mientras que 44 de los países más pobres del mundo serán los que menos reciban, unos 44.500 millones de dólares.
7. Los países en desarrollo necesitarán 3,5 billones de dólares para responder al COVID-19 y cumplir los Objetivos Globales de la ONU para 2030.
Los Objetivos Globales de las Naciones Unidas se han desviado aún más como consecuencia de la pandemia, y los países en desarrollo necesitarán un impulso significativo para poder alcanzar estos objetivos a tiempo. Incluso antes de la pandemia, se estimaba que había un déficit de financiamiento de 2,5 billones de dólares para alcanzar estos objetivos y, ahora, debido a la pandemia, esta cifra ha aumentado a un estimado de 3,5 billones de dólares.
8. Menos de 20 países en el mundo tienen plena capacidad para fabricar vacunas.
Esto ha repercutido en el efecto de embotellamiento que el nacionalismo en la distribución de las vacunas ha tenido en el suministro mundial de dosis. Tan pronto como las vacunas estuvieron disponibles, los países ricos compraron en exceso las existencias de vacunas (invirtiendo también en dosis que aún no se habían fabricado) mientras que los países de ingresos medios y bajos han tenido que esperar a que los pedidos de los países ricos se hicieran efectivos antes de hacer sus propios pedidos de vacunas. Esto se debe a que menos de 20 países en todo el mundo tienen acceso a la tecnología, el financiamiento y la capacidad para fabricar las dosis de la vacuna COVID-19.
9. Sólo el 13% de las poblaciones de bajos ingresos han sido vacunadas, en comparación con el 75% de las poblaciones de altos ingresos.
Es más, ya se ha empezado a hablar de administrar una segunda vacuna de refuerzo en los países ricos, a pesar de que un gran número de personas en los países de bajos ingresos todavía no han recibido ni una sola dosis, incluyendo más de mil millones de personas sólo en África.
10. Los países ricos están muy atrasados en el cumplimiento de los compromisos de compartir sus vacunas.
Aunque los países ricos que acapararon vacunas se comprometieron a compartir algunas de ellas con los países en desarrollo, un gran número de estas dosis aún no han llegado. De los países del G7, Estados Unidos es el que más dosis de vacunas ha prometido y donado, pero aún está muy lejos de alcanzar su objetivo de donación de vacunas: ha enviado el 24% de las dosis comprometidas. Los demás países del G7 también están muy retrasados en el cumplimiento de sus compromisos, ya que han enviado entre el 10% (Reino Unido) y el 28% (Japón) de las dosis comprometidas.
11. Actualmente, África sólo produce el 1% de sus propias vacunas.
Con una población de 1.300 millones de personas y siendo el segundo continente más grande del mundo, tendría sentido que África tuviera plena capacidad para fabricar sus propias vacunas desde cero. Pero el continente sigue importando el 99% de sus vacunas, y aunque se está trabajando para aumentar la capacidad de fabricación de vacunas en el continente, estos esfuerzos llevarán mucho tiempo sin que las grandes farmacéuticas amplíen el acceso a su propiedad intelectual y compartan la tecnología para ayudar a establecer instalaciones de fabricación de vacunas en el continente.
Puedes unirte a la campaña Pongamos fin a la pobreza extrema AHORA: Nuestro futuro no puede esperar, inscribiéndote como Global Citizen (aquí o descargando la aplicación de Global Citizen) y uniéndote a nosotros para romper las barreras sistémicas AHORA.