Sebastián Benfeld es uno de los ganadores de la 2022 Young Activist Summit.


Poco después de cumplir 18 años, Sebastián Benfeld participó en una manifestación con otros 20 activistas jóvenes para denunciar la contaminación ambiental en su región natal en Chile. La manifestación condujo a un debate realizado por la Comisión de Medio Ambiente del Congreso chileno en 2019. 

Un año más tarde, como uno de los representantes del capítulo  chileno del movimiento Viernes por el Futuro, Benfeld asistió a la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en Madrid (COP25) y denunció el impacto de la contaminación ambiental en Chile, afirmando que se trata de una violación de los derechos humanos.

Poco tiempo después, fue invitado a hablar ante el senado chileno, donde pidió la participación de la gente joven en las políticas ambientales del país, además de crear el movimiento Escazú Ahora, una fundación cuyo propósito es defender el derecho a la información relacionada con el medio ambiente, la participación en las decisiones ambientales y el acceso a la justicia ambiental. El nombre de la fundación proviene del Acuerdo de Escazú, un tratado ambiental en América Latina y el Caribe  y el único en su tipo que tiene como objetivo proteger a las y los activistas ambientales.

Gracias a su activismo, el gobierno chileno firmó el Acuerdo de Escazú una semana después de asumir funciones en marzo de 2022, ratificado luego por la mayoría en el congreso. Como resultado de la firma del acuerdo por parte del gobierno nacional, el gobierno regional de Valparaíso, que se localiza a sólo dos horas de la capital del país, invirtió en equipo para monitorear la calidad del aire y está evaluando el estudio de la calidad del suelo.

A continuación, Benfeld habla de cómo se convirtió en un activista ambiental joven, de vivir y crecer en lo que llama “los pulmones” de una región constantemente amenazada por la industria y el desarrollo inmobiliario. 


Pienso que una de las cosas que más nos marca es el lugar donde uno nace, donde uno crece. Yo nací y crecí en una comuna bastante tranquila que se llama Quilpué, ubicada en la región de Altavista, Chile. Quilpué cuenta y goza de ser un lugar de áreas verdes muy importante. Hay aproximadamente noventa hectáreas de bosque nativo. A este lugar muchos le llamamos el pulmón verde de la quinta región. Es muy lindo, pero la zona siempre ha estado amenazada por la construcción.

En mi familia, existe la tradición anual de subir el cerro de La campana. El lugar cuenta con una gran biodiversidad, amenazada por la posible construcción de una central termoeléctrica. Aun cuando mi mamá estaba embarazada de mí, subía el cerro. Mis primeros encuentros con la naturaleza fueron en esa zona y desde entonces sigo recorriéndola. 

A mi mamá le gustaba que participáramos en protestas, manifestaciones para proteger el ambiente. Nunca fue dirigente, pero nos invitaba a mí y a mi hermano a que la acompañáramos.

Sebastián Benfeld posa para un retrato durante una caminata en el Fundo El Carmen, en Quilpúe, en la región de Valparaíso, en Chile, el 20 de febrero de 2023.
Image: Dagne Cobo Buschbeck for Global Citizen

Cuando tenía 6 o 7 años, fui con mi familia a la playa de Puchuncaví. También es una zona ubicada en la comuna, en la costa de la región de Valparaíso, donde empresas contaminantes —termoeléctricas, petroleras, refinerías de cobre— han operado en los últimos 60 años. Estas empresas han ignorado su impacto real en la salud humana, en el ambiente. 

Llegamos por la mañana para pasar el día. Yo quería hacer mis castillos de arena como siempre, pero mis papás dijeron que mejor buscáramos otro lugar. La playa estaba muy negra. Había residuos que no eran del color de la arena. Yo no entendía por qué debíamos irnos y me dije que daba igual hacer castillos con arena negra, café o amarilla. Pero mis padres siendo más conscientes de los efectos de la contaminación en la salud, decidieron que nos fuéramos. Luego entendí que un cargamento de carbón de la central termoeléctrica había caído al mar y contaminando toda la costa.  

Lo que vi ese día fue impresionante, una empresa contaminante había destruido lo que para mi era el lugar más preciado. Comencé a darme cuenta de que ese tipo de problemas se repetían constantemente y se veían en muchos otros lugares. 

Después de esa experiencia, supe que tenía que proteger el medio ambiente. Estaba en cuarto de primaria y lo primero que se me ocurrió fue reciclar el papel de mis compañeros de clase. Durante todo un año, llevé el papel que recolectaba a un punto de reciclaje, hasta que me di cuenta que ésa no era la solución. Necesitaba una solución más estructural.

Sebastián Benfeld

Sebastián Benfeld
Un cartel a la entrada del Fundo El Carmen en Quilpúe, en la región de Valparaíso, en Chile, el 20 de febrero de 2023.
Dagne Cobo Buschbeck for Global Citizen

Sebastián Benfeld

Sebastián Benfeld
Una quebrada en el Fundo El Carmen, en Quilpúe, en la región de Valparaíso, en Chile, es fotografiada el 20 de febrero de 2023.
Dagne Cobo Buschbeck for Global Citizen

Cuando el movimiento Viernes por el Futuro llegó a Valparaíso, me involucré en sus actividades y en la organización de manifestaciones. Decidimos ir al Congreso Nacional para pedirle a los diputados que declararan una emergencia climática y exhortarlos a que actuaran.  

Me tocó ser el vocero ante los diputados. Estaba muy nervioso. Era la primera vez que expresábamos ante los políticos lo que pensábamos y lo que se debería hacer. Ahí empezó una nueva etapa. Fue cuando me enteré del Acuerdo de Escazú, un tratado internacional cuyo propósito es otorgarle derechos a personas como yo, para que las autoridades escuchen nuestras voces, las tomen en consideración y decidan lo que es mejor para todos.  

En 2020, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) abrió un concurso para que los jóvenes difundieran el Acuerdo de Escazú en la región con el fin de que más países lo suscriban.  

Me postulé y la CEPAL me eligió a mí y a otras cuatro jóvenes de Sudamérica y el Caribe. El reto me pareció un gran desafío por el tamaño de la región, pero me dije que lo más factible era comenzar en casa. Contacté a toda la gente que pensé que podía ayudarme y nos convertimos en un movimiento de 70 personas. Así nació Escazú Chile y a través de él en 2020 logramos hacer que el Acuerdo de Escazú fuera un tema conocido por casi todos.

Sebastián Benfeld trabaja con su ordenador en su habitación de Quilpué, región de Valparaíso, en Chile, el 20 de febrero de 2023. Benfeld forma parte de la organización Escazú Ahora.
Image: Dagne Cobo Buschbeck for Global Citizen

El movimiento hizo tanto ruido que muchas personas decidieron salir a las calles por su propia iniciativa y exigir que el Acuerdo de Escazú se suscribiera. Logramos convencer al Congreso de que exhortara al presidente a firmar el acuerdo. Bombardeamos al canciller chileno con correos electrónicos que demandaban la firma del acuerdo. Los medios de comunicación nos entrevistaron.

Sin embargo, 2021 fue un año importante para el movimiento porque se celebraron elecciones presidenciales y parlamentarias en Chile. Fue una gran oportunidad para asegurarnos de que el próximo gobierno firmaría el acuerdo.  Se nos ocurrió la idea de imprimir un compromiso de una página que decía: “Yo como candidato para la presidencia de la república por ‘X’ partido, en caso de ser electo, me comprometo a firmar el acuerdo”.

Tuvimos muchas reuniones y presionamos a todos los candidatos para que lo firmaran. Al final, prácticamente lo firmaron todos, salvo el candidato de extrema derecha, José Antonio Kast. Los diputados de todos los partidos también firmaron el compromiso. Así que cuando Gabriel Boric, el candidato ganador, asumió su cargo como presidente, lo primero que hizo fue firmar el Acuerdo de Escazú. Estábamos nosotros presentes durante la ceremonia. Fue un bonito momento de alegría. 

Sabemos que el Acuerdo de Escazú ya es ley; y por lo tanto, ahora tenemos abogados ambientales trabajando para asegurarnos de que lo que dice se implemente. El acuerdo se basa en la premisa de la democracia ambiental y está construido para que la ciudadanía tenga más derechos y pueda alzar su voz de mejor forma.

Sabemos que hay mucho por hacer para que el acuerdo sea realmente efectivo. Como movimiento tenemos el plan de asegurarnos de que en los próximos cinco años cada uno de los aspectos del acuerdo se implemente.

Sebastián Benfeld camina frente a la sede del Congreso en Valparaíso, en Chile, el 20 de febrero de 2023.
Image: Dagne Cobo Buschbeck for Global Citizen

En términos de metas a corto plazo, queremos dar protección efectiva a los y las defensoras ambientales mediante la creación de instrumentos jurídicos que contribuyan a su protección. Queremos lograrlo este año. Para 2024, nuestra intención es asegurarnos de que Chile tenga mayor transparencia ambiental.

El propósito final de Escazú Chile es asegurarnos de que cada chileno, en cualquier parte del país, pueda saber exactamente cuál es la calidad del aire que está respirando y la calidad del agua que está tomando.   

En 2025, queremos trabajar en temas de democracia ambiental. Queremos más mecanismos de participación ciudadana en materia ambiental. Queremos más educación ambiental en las zonas más contaminadas de Chile. No se trata de la educación ambiental típica de que hay que cuidar el agua o reciclar el papel, sino de una educación ambiental basada en los derechos humanos. Queremos enseñarles a todos los niños, niñas, adolescentes, jóvenes de esos lugares contaminados cuáles son sus derechos y cómo pueden ejercerlos para que nunca más sean vulnerados. 

Finalmente, queremos mejorar el sistema de justicia ambiental en Chile para 2026.

Sebastián Benfeld posa para un retrato en el metro de Valparaíso, Chile, el 20 de febrero de 2023.
Image: Dagne Cobo Buschbeck for Global Citizen


Contado a Adam Critchley; editado y condensado para mayor claridad.

La serie 2022-2023 de En mis propias palabras ha sido posible gracias a la financiación de la Fundación Ford.

In My Own Words

Defiende el planeta

Me volví activista después de que un cargamento de carbón destruyó la playa donde hacía castillos de arena

Por Sebastián Benfeld