Cuando el coronavirus, COVID-19, llegó a Guayaquil, Ecuador, Washington Alemán fue uno de los médicos que trató al primer paciente.
En ese momento, no había capacidad de realizar pruebas en la ciudad y el equipo de Alemán solo tenía un suministro limitado de guantes y máscaras.
"Cuando finalmente hicieron la prueba y resultó positiva, mi padre les dijo a todos los médicos y enfermeras de su equipo que se autoaislaran como precaución, y logró obtener uno de los medicamentos que se sugirieron como profilaxis", le dijo a Global Citizen, Jazmín, la hija de Alemán. "Les enviaron los medicamentos y llamó todos los días para ver si habían desarrollado algún síntoma y cómo estaban".
Desde entonces, Guayaquil se ha convertido en el epicentro latinoamericano de la pandemia de coronavirus, con más de 1,000 personas muriendo por el virus en las últimas semanas, según el New York Times.
"Los hospitales están completamente llenos, es casi imposible conseguir una cama en cualquier hospital, por lo que los pacientes deben ser tratados en casa", dijo Jazmín. "Desafortunadamente no hay suficientes tests para todos, los hospitales realmente no pueden responder a las necesidades de cada persona".
En medio de esta crisis, Alemán y su esposa Mireya Rodas, directora de medicina en una universidad de Guayaquil, han luchado heroicamente contra la propagación de la enfermedad. Dedicaron todo su tiempo a brindar atención a las personas necesitadas, desarrollaron pautas de tratamiento para los hospitales de la ciudad y respondieron las preguntas de las personas preocupadas en las redes sociales a todas horas.
Rodas ha trabajado con su universidad para obtener la mayor cantidad posible de equipos de protección personal (PPE) para su entrega a los hospitales.
Al principio, se infectó con COVID-19. A su familia le preocupaba que una enfermedad autoinmune pudiera prevenir una recuperación completa, pero ha mejorado y ahora está ayudando a los pacientes de forma remota, ya que todavía es potencialmente contagiosa.
El gobierno de Guayaquil ha promulgado una de las cuarentenas más estrictas del mundo para limitar la propagación del virus, de acuerdo a lo que informó el New York Times. Las personas en áreas afectadas no pueden abandonar sus hogares. La economía, ya débil por años de estancamiento, podría enfrentar la mayor recesión en la región este año, según el Fondo Monetario Internacional.
"Aquí en Guayaquil, el alcalde ha comenzado a distribuir canastas de alimentos a las familias pobres debido a las dificultades de compra a la que se enfrentan, porque la gente no puede ir a trabajar", dijo Jazmín. "Además, el alcalde ha puesto a disposición ataúdes de cartón porque las funerarias están saturadas y durante semanas la gente ha tenido que mantener a sus familiares muertos en sus hogares, y algunos incluso han sido colocados en la acera cuando pasaron por sus casas".
"Hay una escasez de medicamentos, especialmente los que se están probando para el coronavirus", agregó. "La verdad es que la situación aquí en Ecuador no es buena".
Los trabajadores de la salud y otros trabajadores esenciales, como en todas partes del mundo, mantienen a la ciudad unida. Pero el estrés de estar expuesto al virus y tratar con pacientes gravemente enfermos tiene un precio demasiado alto a nivel mental y físico, lo que lleva al agotamiento, la depresión y la ansiedad.
"Mis padres se mantienen motivados al compartir siempre entre ellos todos los casos de personas que conocen que se han recuperado", dijo Jazmin. "Por ejemplo, algunos de sus amigos que estaban en la UCI han abandonado el hospital".
Ella dijo que sus padres también encuentran motivación cuando sus pacientes les escriben o los llaman para agradecerles.
"Algunas veces llaman para decir que ellos o sus familiares se han recuperado, pero otras veces llaman para informarles que alguien ha fallecido", dijo Jazmín. "Todavía les agradecen, por lo que dicen que esa es la verdadera razón por la que hacen todo lo que hacen".
Los padres de Jazmín se conocieron hace décadas en la escuela de medicina y han trabajado en la misma oficina desde que se establecieron en Guayaquil para tener hijos. Sus esfuerzos contra el COVID-19 nacen de un profundo amor por su profesión y entre ellos, arraigados en un propósito común para sanar a los enfermos y ayudar a los vulnerables.
"Mis padres han hecho lo inimaginable para ayudar a todos los que pudieron y nunca esperaron nada a cambio", dijo Jazmin. "Son las personas más amables y serviciales que conozco. Creo que más personas deberían escuchar su historia".