Diseñadores cubanos a la vanguardia de la revolución de la moda sostenible

Autores:
Phineas Rueckert y Erica Sánchez

Es domingo 12 de mayo, y el vestuario en el Kennedy Center en Washington, DC, está lleno de energía.

Modelos que lucen una gran variedad de vestidos, desde centelleantes vestidos plateados hasta conjuntos elaborados en capas combinados con máscaras, se reúnen aquí para prepararse para un desfile de moda único que tendrá lugar más tarde esa noche como parte de un intercambio cultural entre artistas cubanos y estadounidenses llamado "Artes de Cuba".

Celia Ledón, la diseñadora de tres de los conjuntos, se sienta en el vestuario junto a las modelos, mirando y discerniendo, mientras ellas, una por una, se ponen de pie para practicar antes de subirse a la pasarela. Ledón es pequeña y modesta, con el cabello rizado y rubio y una expresión de labios apretados en su rostro.

Es fácil darse cuenta cuáles son los vestidos que ha diseñado Ledón. Eso se debe a que todos sus conjuntos han sido fabricados con materiales reutilizables.

Una de las partes superiores, que se parece a la cota de malla que está debajo de la armadura de un caballero, está hecha de tapas metálicas de contenedores de refrescos. Otro vestido está hecho de sábanas atadas. El tercer atuendo se ensambla a partir de metros de lona de pesca negra.

Image: Photo courtesy of Emilia Gore

Ledón creó 10 vestidos en total para "Artes de Cuba", y cada uno está diseñado a partir de una combinación diferente de materiales encontrados: bolsas de plástico, sombreros de paja, mangueras de carburador. De hecho, diseña sus conjuntos con casi cualquier cosa, siempre que pueda encontrarlos en cantidades suficientemente grandes.

Cuando se le preguntó por qué usa los materiales que usa, la respuesta de Ledón es simple.

"Porque son gratis", le dice Ledón a Global Citizen.

Son gratuitos, pero también pueden ser de alta costura, y este enfoque podría ser el futuro de la moda sostenible.

En Cuba, donde los recursos son siempre finitos, el ciclo ascendente está dando lugar a una nueva generación de diseñadores y empresarios que, literalmente, convierten la basura en un tesoro.

Y en un mundo donde la moda rápida está usando preciosos recursos hídricos, explotando a mujeres y niñas en la pobreza y contaminando el medio ambiente a un ritmo inferior al de la industria petrolera, los diseñadores como Ledón no solo están creando conjuntos fantásticos, están diseñando también un mejor futuro.

Image: Photo Courtesy of Emilia Gore

Moda sustentable

Con solo 35 años, Ledón ha convertido lo que ella llama su "obsesión" con la basura en una profesión.

Graduada del Instituto Superior de Diseño de La Habana, ahora trabaja como diseñadora de vestuario en el Teatro Público, y como diseñadora de Clandestina, la primera firma independiente de moda cubana.

El mes pasado, 10 de sus diseños eclécticos se presentaron en la exhibición "Artes de Cuba: de la isla al mundo", que reunió a más de 400 artistas, músicos, bailarines y diseñadores en Washington, DC.

La pieza central de la exhibición de Ledon, llamada "Little Black Dress", es un vestido de 12 pies de alto hecho de una variedad de objetos encontrados, incluyendo fideos de piscina, cables, tela, nylon, goma, ropa usada, alambre y tela de tapicería de plástico.

"Cuando se trata de diseño, con suficiente material de cualquier tipo, puedes hacer un conjunto que sea exactamente igual al de una tienda", dice Ledón. "Algunos de los conjuntos son ​​de materiales reciclados, otros tienen usos en la vida cotidiana, y eso es lo que se presenta aquí en el Centro Kennedy".

Ledón explica que nunca tuvo acceso a talleres industriales como los que usan las principales industrias.

"En Cuba, no hay industrias como esa. Pero estoy convencida de que podemos reutilizar muchas cosas para compensar esto", dice.

El trabajo de Ledón, y su estilo único, es, por supuesto, también un producto de su entorno.

En Cuba, los artículos de diseño son un privilegio, en parte debido al Embargo de Estados Unidos, que impide que se vendan nuevos productos en la isla, y en parte debido a la naturaleza de la Revolución Cubana de 1959, después de lo cual la moda fue considerada una herramienta para la clase alta "por el régimen de Castro, según una entrevista de Racked con María A. Cabrera Arús, becaria postdoctoral en la Universidad de Nueva York que investiga la moda cubana.

"La situación política y económica desde 1959 ciertamente ha contribuido al desarrollo de estrategias y enfoques de moda y vestimenta que pueden considerarse sostenibles", dijo a Global Citizen Henry Navarro, profesor asistente de moda en la Universidad Ryerson que creció en Cuba.

"Crecer allí en la década de 1980 y 1990, el alquiler de ropa, pedir prestado, cambiar o entregárselo a hermanos menores u otros miembros de la familia era una práctica normalizada. La gente cuidaba muy bien sus ropas y, a menudo las reparaba llevándolas a las costureras locales o haciéndolas ellas mismas".

Los cubanos han adoptado la moda sostenible no necesariamente por elección, sino por necesidad, indica Navarro.

"Si tuvieran un fácil acceso a las marcas globales y la moda rápida, no estarían necesariamente inclinados a comprar productos sostenibles", dice.

Image: Phineas Rueckert/Global Citizen

En crecimiento

A falta de marcas de diseñadores de moda, las incipientes fashionistas cubanas, incluida Ledón, aprovechan al máximo las opciones a su disposición.

La marca de moda Clandestina está a la vanguardia en este campo. Fundada en 2013 por las diseñadoras Idania del Río y Leire Fernández, Clandestina tiene la ambición de llevar la moda cubana a la escena mundial.

"En ese momento, fue reciclar o morir".

"Pensamos que era hora de algo diferente", dijo del Río a Global Citizen por correo electrónico. "Cuba estaba cambiando y vimos la oportunidad de comenzar algo que se refleja en la identidad contemporánea: algo más que el ron, los cigarros y las camisetas del Che Guevara".

Clandestina no comenzó a hacer toda su ropa con materiales reciclados. De hecho, la compañía inicialmente importó algodón de la vecina República Dominicana, pero tuvo que dejar de hacerlo debido a los altos aranceles de importación, según informó Racked.

"Primero tuvimos la idea de trabajar con materiales de segunda mano porque en Cuba existía una fuerte tradición de reciclaje", dice Del Río, "pero no lo logramos hasta que no tuvimos otra opción".

"En ese momento, se reciclaba o se moría", dice.

Actualmente, la compañía está colaborando con Ledón en un proyecto llamado "Vintrashe" (vintage + basura, con un toque cubano), produciendo camisetas, cuadernos, imanes, juguetes, bolsos y otros artículos utilizando materiales reciclados y donados.

"Al final, todos nosotros en este planeta, tenemos los mismos problemas: cambio climático, superpoblación, explotación de recursos", dice del Río, "y dentro de todo eso, tenemos que crear y tratar de definir una moda cubana que es contemporánea, escalable y también buena para el planeta ".

El futuro

Se ha estimado que hasta el 5% de las emisiones de gases de efecto invernadero del mundo provienen de la industria de la indumentaria. Cada año, aproximadamente 10,5 millones de toneladas de ropa terminan en vertederos, solo en Estados Unidos, según informó The Atlantic.

Pero la industria de la moda ha estado hasta ahora reacia a cambiar sus formas.

En todo el mundo, solo una pequeña fracción -alrededor de 0.1% - de los textiles reciclados recolectados por los programas de segunda mano se convierten en nuevos tejidos, según el gerente de sustentabilidad de desarrollo de H&M, Henrik Lampa, quien habló con Newsweek.

Si bien no sería realista esperar que un puñado de diseñadores cubanos pueda cambiar este sistema, no obstante, están sentando un ejemplo para las futuras generaciones de diseñadores, no solo en la isla, sino en todo el mundo.

Image: Phineas Rueckert/Global Citizen

"Creo que lo que empresas como Clandestina ofrecen es una alternativa empresarial dentro de un mercado de la moda que se caracteriza por la falta de acceso a materiales, suministros e infraestructura de fabricación", dice Navarro, de la Universidad de Ryerson.

"Su esfuerzo es ciertamente inspirador para Cuba o en cualquier otro lugar, pero para que su trabajo realmente tenga un impacto cultural en Cuba tendrá que ser apoyado intencionalmente por las instituciones del gobierno local".

Para Ledón, sus diseños son más que solo mostrar sostenibilidad. También se trata de conectar a las personas y avanzar juntas.

"El arte es un camino hacia la creación de cambio", dice Ledón. "No creo que eso pueda cambiar la política, en sí misma, pero creo que puede ayudarnos a unirnos, eliminar la brecha que existe entre las personas en diferentes países".

"Al final, todos somos iguales", dice ella.

Global Citizen realiza campañas para alcanzar los Objetivos Globales para el Desarrollo Sostenible. Actuar contra el cambio climático es el Objetivo 13. Puedes unirte a nosotros y tomar medidas al respecto aquí.