La pobreza, la inseguridad alimentaria y las migraciones masivas continúan afectando al 90% de la población de Venezuela. Pero la crisis humanitaria del país también podría generar brotes de enfermedades más allá de sus fronteras, informó recientemente el Telegraph.
La atención médica en Venezuela ha estado en decadencia desde que comenzó su crisis económica, hace casi una década, y se ha vuelto cada vez más grave en los últimos años. La mayoría de los ciudadanos no tienen acceso al sistema de atención médica básica, incluidas las vacunas que previenen la propagación de enfermedades comunes como el sarampión y la difteria.
Ahora, a medida que la crisis de refugiados en el país se intensifica, las bajas tasas de vacunación podrían amenazar la salud de las personas en Venezuela, sus países vecinos y en todo el mundo, dicen los expertos.
"El continuo éxodo masivo de alrededor de 2 millones de personas de Venezuela desde 2014, no solo a Colombia, sino también a Ecuador y Brasil, representa un riesgo continuo de que las enfermedades prevenibles por vacunación también atraviesen la frontera", advierten los investigadores en un informe del Center for Disease Control.
Aunque Venezuela no había visto brotes de sarampión o difteria durante más de una década, en los últimos años se han reportado numerosos casos. Los brotes de estas enfermedades potencialmente mortales ya han llegado a Brasil y Colombia. E incluso existe el riesgo de que la polio, una enfermedad debilitante y potencialmente mortal, pueda ver un resurgimiento.
"Las continuas epidemias de difteria y sarampión en Venezuela, y su propagación a los países vecinos, evocan el resurgimiento de las enfermedades prevenibles por vacunación observadas en Siria y Yemen y la consiguiente amenaza para la salud pública regional y potencialmente global", señala el informe.
Las consecuencias del deterioro de la atención médica en Venezuela también se reflejan en el aumento de las tasas de mortalidad infantil en el país. La mortalidad infantil aumentó de 15 muertes por 1000 nacidos vivos en 2008 a más de 21 muertes por 1000 nacidos vivos en 2016.
Las crisis humanitarias no tienen fronteras. A medida que la agitación social y económica persiste en Venezuela, los líderes mundiales en todas partes deben defender los derechos humanos y trabajar por un futuro más sostenible y equitativo que garantice que todas las personas puedan acceder a una atención médica de calidad.