Por Anastasia Moloney

BOGOTÁ, 12 de octubre (Thomson Reuters Foundation) – Los indígenas en la selva del Amazonas tienen un mensaje claro para los políticos antes de las dos conferencias ambientales globales: Respeten nuestra tierra y los derechos humanos para frenar el cambio climático y proteger la biodiversidad.

“Las personas que explotan y extraen los recursos no viven [en el Amazonas], pero nosotros sí. La selva es nuestro hogar”, afirmó Nemonte Nenquimo, una líder del pueblo Waorani de Ecuador.

“Si no protegemos la selva, el cambio climático empeorará y enfermedades desconocidas llegarán”, afirmó a Thomson Reuters Foundation en una video llamada desde su comunidad en el Amazonas.

Se espera que aproximadamente 195 países concluyan un nuevo pacto para salvaguardar las plantas, animales y ecosistemas del planeta en la Cumbre COP15 de Naciones Unidas, de dos etapas, que empezó el lunes con una sesión virtual y que concluirá en mayo de 2022 en Kunming, China.

El acuerdo se desarrollará a partir de la Convención sobre Diversidad Biológica de Naciones Unidas de 1992, diseñada para proteger la riqueza de especies animales y plantas del planeta, garantizar el uso sostenible de recursos naturales y consagrar los “derechos bioculturales” de las comunidades indígenas.

Dichos derechos son interpretados de manera diferente por cada grupo indígena, pero con frecuencia incluyen la propiedad intelectual, como las prácticas y conocimientos ancestrales heredados de generación a generación, que van desde métodos agrícolas, cosechas y medicina a base de plantas utilizadas en una zona, hasta artes y artesanías. Los remedios antiguos a base de plantas a menudo conforman la base de los tratamientos modernos.

Los árboles quillay raros endémicos de Chile, por ejemplo, usados desde hace mucho por el pueblo indígena Mapuche para hacer jabón y medicina, proveyó ingredientes clave para la primera vacuna contra la malaria del mundo y una vacuna exitosa para el herpes.

Un proyecto del nuevo pacto de biodiversidad propuesto de Naciones Unidas incluye un objetivo para asegurar que los beneficios derivados del uso de la riqueza genética local “sean compartidos de manera justa y equitativa” y también para apoyar la conservación y el uso sostenible de estos recursos.

El proyecto también exhorta a un incremento en el porcentaje de los beneficios financieros y otros beneficios que los poseedores del conocimiento tradicional reciben por el uso amplio de sus ideas y especies locales.

El lunes, más de 150 grupos indígenas y sociedad civil al igual que académicos, de más de 50 países, publicaron una carta abierta para exhortar a los líderes mundiales a poner los derechos humanos al centro de la política ambiental, antes de las dos cumbres de Naciones Unidas.

“Para ser verdaderamente justas y sostenibles, las políticas del clima y la naturaleza deben tomar en cuenta las necesidades y los derechos de las comunidades que serán más afectadas por la crisis”, afirmó Andrew Norton, director del International Institute for Environment and Development, con sede en Londres.

¿Apropiación cultural?

Qué tan bien está protegida actualmente la propiedad intelectual de los grupos indígenas varía de país a país.

Un estudio publicado este año por la Fundación Nativo, una organización de derechos indígenas sin fines de lucro con sede en Venezuela, encontró que cinco países americanos —Brasil, Perú, Bolivia, México y Venezuela— reconocen actualmente dichos derechos a través de leyes y de la constitución.

“Negar a las personas sus derechos bioculturales es negar su existencia misma”, afirmó Sagrario Santorum, la directora de desarrollo en la Fundación Nativo.

La investigación, apoyada por Thomson Reuters Foundation, evidenció que la mayoría de países latinoamericanos le permite a las comunidades indígenas poseer derechos de propiedad intelectual y buscar la compensación cuando sus diseños o medicinas son copiados sin permiso.

La apropiación cultural fue el foco de atención en mayo cuando México acusó a marcas de moda, incluyendo Zara, de usar patrones de los grupos indígenas del país sin ningún beneficio para las comunidades. El propietario de Zara, Inditex negó cualquier acto indebido.



“En Latinoamérica, el marco legal para proteger los derechos bioculturales está bien establecido. Sin embargo, existe una brecha enorme cuando se trata de implementarlo y aplicarlo”, afirmó Patricia Quijano, una abogada ambientalista en Perú.

“Al final del día, los grupos indígenas con frecuencia no cuentan con el poder para proteger y ejercer sus derechos”, añadió.

La activista indígena Nenquimo, de Ecuador, estuvo de acuerdo.

“Existen muchas leyes que protegen los derechos indígenas en el papel y suenan muy bien, pero solo están en el papel”, afirmó.

Solución reguladora contra el cambio climático

Mejorar la protección de los derechos bioculturales puede ayudar a que los grupos indígenas manejen la tierra y los recursos naturales de una manera más eficaz de acuerdo con “su relación única y profunda con el medio ambiente”, afirmó Quijano.

Eso también es importante porque proteger y restaurar las selvas tropicales endémicas que absorben carbono es una manera poderosa y asequible para combatir el cambio climático, afirman los expertos indígenas y en selvas.

Un reporte de este año de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés) demostró que proteger los derechos bioculturales de los asentamientos forestales y las comunidades indígenas, además de otorgarles tenencia de la tierra segura a las comunidades, reduce la deforestación y promueve el manejo sostenible de los recursos naturales.

“La naturaleza cuenta con una biodiversidad mayor donde están presentes las comunidades indígenas. La tierra es más rica donde habitan”, afirmó Santorum.

“Eso no es un accidente. Es el resultado de una forma de vida que se transmite de generación a generación”, añadió.

Defender los derechos de los indígenas se considera esencial para conservar el Amazonas y los líderes indígenas esperan que el asunto también coseche una atención mayor en la conferencia del cambio climático de Naciones Unidas, COP26, en Escocia, el próximo mes.

En Brasil —el hogar de la porción más grande de la selva del Amazonas—la deforestación va en aumento como resultado de la expansión de la crianza de ganado y el cultivo de soya, además de la tala ilegal.

La deforestación del Amazonas brasileño ha incrementado de una manera alarmante desde que el Presidente de derecha, Jair Bolsonaro, asumió el cargo en 2019.

(Reportaje de Anastasia Moloney; edición de Kieran Guilbert, Laurie Goering y Megan Rowling. Favor de dar crédito a Thomson Reuters Foundation, la entidad filantrópica de Thomson Reuters, que cubre las vidas de las personas en el mundo que luchan para vivir libres y de manera justa. Visita http://news.trust.org)

News

Defiende el planeta

Grupos indígenas exigen ‘derechos bioculturales’ más amplios antes de las Cumbres Climáticas de la ONU