Por Anastasia Moloney

Traducción: Erica Sánchez

SAN ANDRES, Colombia, 12 de noviembre (Fundación Thomson Reuters) - Durante casi tres décadas, Javier Barker ha pescado en el mar Caribe que rodea la isla colombiana de San Andrés, pero hasta hace poco no conocía acerca de la importancia de los arrecifes de coral de los que dependen los peces para sobrevivir.

"Solía pensar que los corales eran piedras duras. No sabía que los corales son criaturas vivas", dijo Barker, de 40 años, quien comenzó a pescar junto a su familia, cuando era un adolescente.

"Ahora sé que los corales son cunas para los peces, y los corales más sanos equivalen a más peces, por lo que son realmente importantes para todos", dijo.

En todo el mundo, los arrecifes de coral, desde el Caribe al Océano Pacífico, se han visto sometidos a un estrés creciente como resultado del aumento de la temperatura de los océanos causada por el cambio climático y otras presiones inducidas por el hombre, incluida la pesca excesiva, la contaminación y el turismo.

Ahora los pescadores han comenzado a trabajar para protegerlos.

Barker es uno de los casi 40 pescadores artesanales en el archipiélago colombiano de San Andrés y Providencia, en el Caribe occidental, a quienes el gobierno paga $125 por mes para cultivar corales en un proyecto de jardinería submarina.

Corales del mar

El proyecto, supervisado por la agencia gubernamental colombiana Coralina, encargada de promover el desarrollo sostenible en el archipiélago, y por el grupo ambientalista Conservation International Colombia, es considerado el segundo proyecto de conservación de coral más grande del Caribe, después de uno en Belice.

Como parte del proyecto, que comenzó el año pasado, alrededor de 10,000 fragmentos de coral se crían en viveros submarinos flotantes en las aguas verdes esmeralda alrededor del archipiélago, que alberga el 80% de los arrecifes tropicales de Colombia.

Los partidarios del proyecto esperan que los corales que crecen en los viveros puedan reponer y restaurar las colonias de coral de arrecifes existentes en un área que cubre 60 hectáreas (150 acres).

El archipiélago fue declarado área marina protegida, la Reserva de la Biosfera Seaflower, por la agencia cultural de las Naciones Unidas, UNESCO en 2000.

Barómetros del cambio

Los arrecifes de coral en aguas poco profundas se encuentran entre los ecosistemas más amenazados por el cambio climático y son un barómetro clave de los impactos del calentamiento global, afirman los científicos.

La decoloración de los corales, un blanqueamiento impulsado por cambios de temperatura u otras tensiones, puede matar a los corales si es lo suficientemente grave. Los corales también están en riesgo ya que los océanos se vuelven más ácidos a medida que absorben cantidades crecientes de dióxido de carbono en la atmósfera.

"El archipiélago es muy vulnerable cuando se trata de cuestiones relacionadas con el cambio climático", dijo Erick Castro, subjefe de la división de mar y costa de Coralina, a la Fundación Thomson Reuters.

"Y los corales son particularmente vulnerables debido al calentamiento de los océanos, el aumento del nivel del mar y la decoloración de los corales", dijo.

De acuerdo con Maria Fernanda Maya, bióloga y coordinadora del proyecto, en las granjas de corales marinos, toma alrededor de un año para que pequeños fragmentos de coral (que miden menos de 7 centímetros) se conviertan al tamaño de una pelota de baloncesto.

Hasta el momento, se han creado ocho viveros de coral, y el primer lote piloto de 250 fragmentos de corales se trasplantó a un arrecife cerca de San Andrés el mes pasado, informó Maya.

Los resultados hasta ahora han sido prometedores, mostrando una tasa de supervivencia de alrededor del 85% entre los corales trasplantados, dijo.

"Hay una correlación directa entre el estado y la salud de los corales y la conservación de otros ecosistemas", dijo Maya, quien trabaja para el grupo ambiental Corales de Paz, que también brinda financiamiento y apoyo técnico para el proyecto.

"Es por eso que proteger los corales es tan importante".

Para Barker y otros pescadores, su trabajo consiste en bucear en el mar cada dos semanas para controlar el crecimiento de los corales y eliminar las algas.

Los pescadores también tienen que firmar un contrato que los comprometa a pescar de manera sostenible. Eso incluye una prohibición de capturar ciertos tipos de peces durante la temporada de reproducción.

"Estoy orgulloso de ser parte de algo que es útil y que ayuda a la isla. Y tener los ingresos adicionales es una verdadera ayuda", dijo Barker.

Proyectos similares a este se están realizando en Belice, en el Caribe, y en las Seychelles, en el Océano Índico.

¿Gota en el océano?

Los críticos dicen, sin embargo, que este tipo de proyectos de restauración de coral requieren de mucha mano de obra, son costosos, necesitan de financiamiento a largo plazo y, en última instancia, no tendrán éxito si el calentamiento global continúa.

Castro dijo que para restaurar el coral dañado se necesitan alrededor de $50 por metro cuadrado.

Y "incluso con nuestros esfuerzos de restauración de coral, nunca podremos recuperar lo que ya se ha perdido", dijo.

Explicó que “la otra realidad es que para nosotros, es un proyecto a gran escala, pero en lo que respecta a la magnitud del problema, se trata de una escala micro".

Por otra parte, otra preocupación es que el turismo en las playas de arena blanca rodeadas de palmeras de San Andrés se ha duplicado a un millón de visitantes desde 2010, algo que también está afectando a los arrecifes de coral, informó Castro.

Con más turistas que realizan buceo, botes y motos acuáticas visitando los arrecifes, los corales están siendo dañados y contaminados, dijo.

Protegerlos requerirá que los pescadores, escuelas de buceo, cadenas hoteleras e isleños comprendan que la conservación de los arrecifes de coral es crucial para el turismo de la isla y su economía pesquera, añadió.

Como parte de este esfuerzo, el próximo año los pescadores ofrecerán talleres sobre la importancia de los arrecifes de coral en sus comunidades locales y en las escuelas, mientras que además se proporcionarán cursos gratuitos de buceo para docenas de niños en edad escolar.

"Los isleños no saben qué hay bajo el agua, qué hay en el océano", dijo Castro.

El costo del desastre

A nivel mundial, alrededor de 500 millones de personas dependen de los corales para obtener alimentos, ganarse la vida, o para la defensa costera, según informa la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA).

Los arrecifes de coral pueden ayudar a absorber la energía de las olas generadas por huracanes, marejadas y tsunamis, protegiendo a las comunidades costeras y las playas.

Esta habilidad es de particular importancia ya que el cambio climático genera un clima más extremo, dicen los científicos, y es vital en el Caribe, donde alrededor del 70% de las personas viven en la costa.

"Los corales son como paredes naturales. Son estructuras muy fuertes y sólidas que pueden crear resistencia contra el impacto de las olas", dijo Maya.

"Pero cuando los corales comienzan a erosionarse y romperse, las olas pasan con mayor fuerza".

Para Barker, trabajar para ver cómo se recupera el arrecife de San Andrés, y proteger sus ingresos de pesca y su hogar, ha sido una recompensa tan grande como el dinero que recibe.

"Comenzamos con solo pequeños fragmentos de coral. Ha sido realmente increíble verlos crecer tan rápido", dijo.

Más información en: http://news.trust.org

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