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Eduardo Mosqueda es un activista ambiental de México, donde el espacio cívico está reprimido. Es Director Ejecutivo de una organización no gubernamental llamada Tsiniki, que se especializa en derechos humanos, especialmente en derechos ambientales y en el apoyo a defensores del territorio. En este artículo de In My Own Words, Mosqueda comparte cómo su fuerte sentido de la justicia, que comenzó en su infancia y se fortaleció al ver los desafíos sociales y ambientales de México, lo llevó a defender a las personas y el planeta.

Cuando era niño escuchaba sobre la justicia y la lucha de la gente de mi país. Mi mamá venía de una zona rural donde las personas eran conscientes políticamente y muy radicales. Recuerdo perfectamente que mi madre era súper política, estaba al tanto de todos los problemas, siempre leía, siempre tenía una opinión y siempre me daba una idea de cómo funcionaba el mundo.

También recuerdo que tenía cinco años y vi al Ejército Zapatista (que protagonizó un levantamiento hostil en México hace tres décadas) en las carreteras, cómo el gobierno estaba nervioso y lo difícil que fue ese tiempo. Eso me hizo mucho más sensible y compasivo con los problemas y la gente rural, porque de ahí viene mi familia. Desde entonces, siempre quise ser parte de la lucha y del proceso para lograr justicia para todos.

Me hice activista porque sé perfectamente que como ser humano soy parte de una comunidad local pero también de una comunidad global. Para poder enfrentar nuestros desafíos, especialmente cuando se están violando derechos humanos de forma sistémica y se está devastando el medio ambiente, provocando esa gran amenaza que es el cambio climático, ambas tienen que conectar y ser conscientes de esa relación.

"...los que están en el poder sienten que pueden actuar con total impunidad. Creen que tienen el derecho casi divino de quedarse con el dinero simplemente por su poder."


Creo que la causa de la justicia ambiental importa porque las violaciones a los derechos humanos, la devastación ambiental y el cambio climático son los mayores desafíos para las personas más vulnerables. Esto es especialmente clave en México, donde existen zonas muy conservadoras y donde muchos se ven a sí mismos como blancos. En el lugar donde crecí, mucha gente no se consideraba parte de la comunidad indígena, sino descendientes de españoles o franceses. Cuando llegó la independencia, algunos estados no la querían. Cuando llegó la revolución, tampoco la querían.


Por otro lado, yo tuve la fortuna de poder estudiar en la universidad e, incluso antes, involucrarme en movimientos de protesta. Ya en la universidad, conocí a profesores que estaban muy metidos en la justicia ambiental, que en México está súper conectada con la justicia social. Tuve la suerte de conocer a personas que habían estado en el movimiento en los años 70 y sobrevivieron, a pesar de que el Estado asesinó y desapareció a muchísima gente.

El espacio cívico en mi país, México, está reprimido.

Sigue siendo peligrosísimo ser activista aquí. Organizaciones de justicia social y ambiental como Global Witness han documentado y reportado asesinatos de activistas. México sigue siendo uno de los lugares más peligrosos para los defensores ambientales. Esto es porque el sistema sigue sacrificando los deseos y sentimientos de la gente bajo el argumento del desarrollo y el negocio.

Sobre todo, quienes hacen negocio buscan controlar y explotar los lugares más ricos en biodiversidad y recursos. Entonces, hay una unión enorme entre capitalismo corrupto, crimen organizado y gobierno, junto con grandes capitales, que existe para lograr el sacrificio y el silencio de quienes resultan afectados por la extracción. Esta extracción de recursos naturales solo para obtener ganancias, sin ningún límite, golpea directamente a las comunidades.

Eduardo Mosqueda, activista ambiental y Director Ejecutivo de la ONG Tsiniki, enfocada en derechos humanos, es fotografiado en México el 14 de noviembre de 2024.
Image: Bernardo De Niz for Global Citizen

Los desafíos en este trabajo son enormes, ya que los que están en el poder sienten que pueden hacer lo que quieran sin consecuencias. Creen que tienen el derecho de agarrar el dinero solo por el poder que tienen. Existen gobiernos y políticos corruptos, grandes capitales, y también crimen organizado que se mantienen con la violencia para callar a la gente y que no denuncien todas las violaciones y destrucción que sufren.

El mayor reto ahora en México es que el sistema de justicia no funciona para nada. No sirve para detener estas grandes violaciones a los derechos humanos ni la destrucción ambiental. También es muy difícil recurrir a la vía judicial, usando las herramientas legales que tenemos, para conseguir justicia.

Por ejemplo, justo ahora estamos en medio de una reforma judicial que mucha gente, yo incluido, cree que no es un plan real para mejorar la justicia. Lo que se dice es que en realidad se trata de destruir cualquier tipo de independencia de la presidencia o el congreso. Así que, en lugar de generar algo mejor para la justicia, los activistas y las comunidades, el futuro parece aún más complicado.

"Mi organización cree en el poder de la comunidad..."


Aunque este trabajo es peligroso, sigo encontrando inspiración y esperanza.

En octubre de 2024, fui a la COP de Biodiversidad (en Cali, Colombia), donde un líder indígena dijo que la espiritualidad le da fuerza y esperanza. Para mí, la espiritualidad es mi principal fuente de fortaleza. Además, las redes de comunidades, personas y defensores con quienes trabajo a nivel local y nacional son como una familia hermosa que cree en la conservación y la justicia ambiental. Siento que, a pesar de las dificultades, compartir este espacio y poder reír juntos, de verdad amo a esta comunidad. Esta comunidad nacional e internacional nos da mucha fuerza. Son las personas y la espiritualidad lo que nos impulsa a seguir adelante.

Esta comunidad internacional también incluye a la Red LEAD.

Mi organización cree en el poder de la comunidad, por eso formamos parte de la red LEAD, que significa Red de Líderes Activistas y Defensores Ambientales. Esta red es necesaria porque los desafíos que enfrentan los movimientos por la justicia en todo el mundo son enormes. La impunidad y la corrupción son algo común, igual que el cinismo. La violencia contra los defensores y las comunidades se está volviendo la nueva normalidad en este sistema extractivista tan cínico. Por eso necesitamos estar juntos, no solo para quejarnos de las condiciones difíciles, sino para soñar con tiempos mejores y actuar de forma efectiva como un equipo y familia global. Los proyectos que tienen un gran impacto en las comunidades, el medio ambiente y el clima no son casos aislados. Son parte de la cadena de suministro global. La iniciativa LEAD es una facilitadora para superar desafíos y trazar nuevos caminos hacia la justicia.

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Este artículo, narrado a Gugulethu Mhlungu, fue ligeramente editado para mayor claridad.

La Serie 2024-2025 In My Own Words fue posible gracias al apoyo de la Ford Foundation.

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