Por Laurie Goering

GLASGOW, 3 de noviembre (Thomson Reuters Foundation) - El reino himalayo de Bhután, muy boscoso y que mide su éxito en términos de "Felicidad Nacional Bruta", no se ha comprometido a alcanzar el objetivo de cero emisiones, como un número cada vez mayor de países.

Esto se debe a que ya es "carbono negativo", ya que absorbe cada año más emisiones que cambian el clima de las que produce.

Los bosques de este país escasamente poblado, con menos de un millón de habitantes, absorben más de 9 millones de toneladas de carbono al año, mientras que su economía, diseñada para reducir el uso de combustibles fósiles y los residuos, produce menos de 4 toneladas.

"Estamos mostrando al mundo lo que podemos hacer si tenemos la voluntad política", declaró Sonam Wangdi, secretario de la Comisión Nacional de Medio Ambiente, a la Fundación Thomson Reuters en una entrevista en las conversaciones sobre el clima de la ONU en Glasgow.

Está surgiendo un diminuto pero creciente club de países con bosques "negativos en carbono", del que ya forma parte Surinam, un pequeño país con selva tropical al norte de Brasil, y del que se espera que Panamá obtenga la certificación a finales de este año.

Lo que tienen en común es la fuerte protección de sus bosques que absorben carbono, junto con medidas cada vez más estrictas para contener las emisiones que cambian el clima, incluyendo esfuerzos para adoptar energías renovables, electrificar el transporte y reducir los residuos.

En la COP26, formaron una alianza formal y firmaron una declaración en la que pedían financiación internacional, comercio preferencial, fijación de precios del carbono y otras medidas para apoyar sus economías y las de otras naciones "carbono negativas" que aún no han surgido.

"Estamos dando el primer paso. ¿Qué hace el mundo por nosotros? Buscamos apoyo", dijo Albert Ramdin, Ministro de Asuntos Exteriores de Surinam, en la firma.

"Lo que estos tres países han conseguido se ha basado en esfuerzos y sacrificios nacionales", añadió.

Wangdi dijo que el camino "negativo en carbono" de Bután comenzó en la década de 1970, cuando su entonces rey rechazó los planes de crecimiento económico mediante la tala de bosques para dar paso a las granjas y la industria.

En su lugar, el rey impulsó una economía basada, en parte, en la gestión sostenible de los bosques, centrada en equilibrar la conservación y el desarrollo, dijo Wangdi.

En última instancia, esto ha ayudado al diminuto reino sin salida al mar a proteger su medio ambiente, al tiempo que ha reducido su tasa de pobreza del 36% en 2007 al 12% en 2017, según el Banco Mundial -aunque la pandemia ha hecho que la tasa aumente ligeramente en los últimos tiempos-.

"No extraemos tanto, reutilizamos, reciclamos. Es un esfuerzo no sólo del gobierno, sino de todos", dijo Wangdi.

Las leyes de Bután exigen que el gobierno mantenga al menos un 60% de cobertura forestal; actualmente los árboles cubren entre el 72 y el 73% del terreno.

Únanse al club

Erika Mounes, Ministra de Asuntos Exteriores de Panamá, dijo que canalizar los beneficios económicos a las naciones que protegen sus bosques es clave para ampliar el club de "carbono negativo" y ayudar a impulsar los esfuerzos globales para reducir las emisiones que cambian el clima.

"Ser carbono negativo tiene un coste. Hay que vigilar: cuando se tiene un área protegida hay que asegurarse de que está realmente protegida", le dijo a la Fundación Thomson Reuters.

Educar a los ciudadanos en la protección de la naturaleza también es crucial, dijo, ya que "ellos son los verdaderos guardianes de los bosques".

Panamá espera ahora compartir lo que ha aprendido en su camino hacia la certificación de carbono negativo por parte de la secretaría del clima de la ONU, incluyendo las lecciones de sus comunidades forestales indígenas.

Mounes añadió: "Si nosotros somos capaces de hacerlo, muchos más podrán hacerlo".

Más información en: http://news.trust.org/climate

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