Por Fabio Teixeira

RIO DE JANEIRO, 6 de mayo (Fundación Thomson Reuters). El coronavirus se propaga y las muertes aumentan. Pero lo que más les preocupa a los líderes de las comunidades vulnerables y aisladas de Brasil es cómo demonios alimentar a la gente ahora que el gobierno retiró la ayuda principal de emergencia.

Ivone Rocha es cofundadora de Semeando Amor, una organización sin fines de lucro que distribuye alimentos básicos a algunas de las personas extremadamente pobres en Rio das Pedras, una de las muchas favelas de Río de Janeiro.

Durante la mayor parte del año pasado, recibieron un estipendio decente del gobierno para sobrevivir la pandemia, pero todo eso terminó con 2020, lo que desató un frenesí de peticiones de alimentos en las favelas.

“La gente aquí no tiene trabajo”, afirma Rocha a la Fundación Thomson Reuters por teléfono. “Ahora la ayuda ha terminado. Dios mío, ¿qué pasará?”.

Era abril cuando el congreso aprobó primero un proyecto de ley que establecía un estipendio mensual de 600 reais ($112 dólares) —un poco más por arriba de la mitad del salario mínimo del país—, se comprometía a ayudar a la gente en la pandemia durante tres meses.

Para julio, casi la mitad de los 210 millones de personas que consideran a Brasil su hogar, vivía con alguien que recibía la ayuda, como lo muestra información del gobierno.

Incluso antes del COVID-19, algunos brasileños se encontraban en una situación calamitosa, con cerca de 13 millones viviendo en la pobreza extrema y una cuarta parte de la población total clasificada por debajo de la línea de la pobreza del Banco Mundial, según datos del gobierno.

En un principio el presidente Jair Bolsonaro se opuso, pero finalmente acogió el programa y lo renovó durante el resto de 2020, aunque recortó el total a la mitad debido a las restricciones presupuestales, como él mismo explicó.

Esto sucede en un país donde el virus de rápida mutación ya ha matado a aproximadamente 212,000 personas, como lo muestran los datos, una tasa de mortalidad nacional superada solo por Estados Unidos.

Aislados y expuestos

La finalización del programa de ayuda afecta de manera desproporcionada a las regiones pobres en el norte y noreste del país, según un estudio de Tendencias Consultoria, una consultoría de economía.

Las personas en las favelas, en las comunidades indígenas y en los “quilombos” — asentamientos establecidos por esclavos fugitivos donde los brasileños negros viven conforme antiguas tradiciones— probablemente sufran incluso más, afirmaron algunos activistas.

Muchas personas estuvieron aisladas durante 2020 y solo salieron a las ciudades para recoger la ayuda de emergencia que usaban para obtener alimentos y otros artículos básicos.

Sin el dinero, algunos se vieron forzados a salir del aislamiento, afirmó Milene Maia, asesora del Instituto Socioambiental, una organización sin fines de lucro que ayuda a las comunidades indígenas y de quilombolas.

“Lo que nos dijeron es que o se mueren de hambre o de COVID”, afirmó.

Para Andreia Nazareno dos Santos, una líder de Quilombo Grossos, en el estado noroeste de Rio Grande do Norte, los próximos meses serán decisivos: si la lluvia no cae, las cosechas no crecerán, lo que dejará a muchas de las 150 familias sin comida.

Cuando una mala estación de lluvia afecta, la gente de Quilombo Grossos sobrevive vendiendo artesanías o toman trabajos ocasionales en la ciudad. Ambas opciones ahora presentan el riesgo de infección.

“Si no llueve no sabemos qué vamos a hacer”, afirmó dos Santos. “¿Cómo estas familias se alimentarán sin la ayuda de emergencia?”.

En el estado noreste de Bahia, la mayoría de las 38 familias en la reserva indígena de Comexatiba recibía el estipendio, afirmó Rodrigo Mandi Pataxo, un maestro indígena que solía viajar mensual para recoger su ayuda y comprar lo esencial.

Es probable que ahora tengan que aventurarse a la ciudad para vender sus cosechas.

“Pronto sabremos cómo será la seguridad alimenticia de la comunidad”, afirmó.

Las comunidades más aisladas probablemente ni siquiera sabían en enero que el estipendio había terminado, así que es seguro que fueron a la ciudad para nada, afirmó Antonio Eduardo Cerqueira de Oliveira, secretario ejecutivo del Consejo Misionario Indígena.

“No tuvieron [dinero] para regresar. Eso los expuso más al coronavirus”, afirmó De Oliveira.

(Reportaje de Fabio Teixeira @ffctt; edición de Lyndsay Griffiths. Favor de dar crédito a la Thomson Reuters Foundation, la entidad de beneficencia de Thomson Reuters, que cubre las vidas de las personas en el mundo que luchan para vivir libremente y de manera justa. Visita http://news.trust.org)

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