Una devastadora sequía en el este de Sudamérica hace unos años causó una catastrófica escasez de agua en partes de Brasil, donde se produjeron interrupciones en la producción de café y soja, y un aumento en las enfermedades transmitidas por mosquitos.
Ahora, un equipo de investigadores rastreó la sequía hasta su origen, una ola inusual que se generó a miles de millas de distancia en el Océano Índico. Su investigación, publicada el lunes en la revista Nature Geoscience, muestra cómo las reacciones en cadena masivas pueden alterar el sistema climático del planeta y advierten sobre las consecuencias crecientes del cambio climático. A través de su análisis forense, los investigadores esperan que los países puedan predecir mejor y prepararse para futuras sequías.
"Toda la historia, todo está vinculado a un hilo conductor común", le dijo a Global CItizen Regina Rodrigues, autora principal del informe y profesora de oceanografía en la Universidad Federal de Santa Catarina en Florianópolis, Brasil. “Utilizamos varias herramientas científicas para encontrar las sequías más extremas, y cuando rastreamos la información nos dimos cuenta de que este tipo de patrón de onda provenía del Océano Índico”.
"Una vez que sabes de dónde provienen estos eventos, puedes monitorearlos y eso te da una mejor capacidad de predicción", agregó. "Ese es el objetivo final".
La sequía comenzó en 2013 cuando una poderosa convección atmosférica, que ocurre cuando diferentes temperaturas chocan en la atmósfera, hizo erupción sobre el Océano Índico. Esto causó que una "onda planetaria" se forme en el océano y viaje al Atlántico Sur.
Una vez allí, la masa cálida de agua interfirió con las condiciones de precipitación local, lo que provocó un "bloqueo atmosférico" que impidió que las nubes se formen y liberen lluvia sobre el este de Sudamérica. Luego se formó un circuito de retroalimentación cuando la falta de nubes causó que más luz del sol caiga sobre el océano, creando una ola de calor marino que se intensificó y que interfirió aún más con el clima circundante.
La sequía resultante causó impactos devastadores en partes de Brasil, en especial sobre el sistema sanitario y la economía a lo largo de 2014.
La prevalencia de la fiebre del dengue, una enfermedad potencialmente letal transmitida por mosquitos, se triplicó en el país porque más personas, en su desesperación por tener suficiente agua, mantuvieron al aire libre cubos de agua, permitiendo que la proliferación de mosquitos.
"Tienes todos estos pequeños cubos de agua en todas partes, además de las altas temperaturas, lo que genera una situación perfecta para el aumento de mosquitos", dijo Rodrigues.
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— Dennis Dimick (@ddimick) January 24, 2015
Las fincas cafetaleras, que son sensibles a los cambios climáticos, sufrieron un gran golpe y los precios mundiales del café aumentaron. La producción de soja también disminuyó.
Mientras tanto, la mala gestión de las fuentes de agua en ciudades como São Paolo, ya no pudo ser ignorada, ya que la sequía impidió que las lluvias llenen embalses críticos.
Los investigadores analizaron los datos climáticos de las últimas décadas y encontraron patrones similares que sugieren que el Océano Índico ha enviado ondas planetarias al Atlántico antes, pero no hay datos suficientes para vincular definitivamente el fenómeno al cambio climático, dijo Rodrigues.
Al mismo tiempo, el calentamiento general de los océanos se ha relacionado con el cambio climático, ya que los océanos absorben la mayor parte del exceso de calor atrapado en la atmósfera por las emisiones de gases de efecto invernadero. A medida que los océanos se calientan, los fenómenos meteorológicos extremos se vuelven más probables porque las bolsas de aire cálido y frío se vuelven más propensas a chocar.
Rodrigues explicó que la siguiente fase de la investigación será examinar cómo la ola de calor afectó la vida marina. Investigaciones anteriores han demostrado que las temperaturas más altas de los océanos matan a los arrecifes de coral y afectan los ecosistemas marinos.
Su equipo está trabajando con otras 35 instituciones para explorar esta área de investigación como parte del Proyecto Horizonte 2020 de la Unión Europea.
"Es importante tratar de entender los mecanismos de estos eventos para predecir los impactos en los ambientes marinos, que ya están estresados por la contaminación, el plástico y muchas otras cosas", dijo Rodrigues.