Cuando Global Citizen anunció que Osei Boatenghabía ganado el Premio Mayor Waislitz de Global Citizen 2025, reconoció un esfuerzo que surgió a partir de una pérdida personal y se convirtió en un modelo nacional de atención médica. Como fundador de la OKB Hope Foundation, Boateng lidera iniciativas de salud móvil y programas de bienestar en escuelas que llegan a comunidades con acceso limitado a servicios médicos.
“Nací y crecí en Ghana. Crecí en una comunidad donde acceder a la atención médica era todo un reto”, contó. “Vi a muchas personas de mi comunidad luchar para recibir atención y, para quienes lograban llegar al centro de salud, no siempre era seguro que encontraran médicos o los medicamentos que necesitaban.”
Una misión marcada por la familia
La abuela de Boateng fue una figura clave en su crianza. Cuando ella enfermó gravemente, la familia no pudo encontrar un proveedor médico a tiempo.
“Todos hicimos lo posible por llevarla al centro de salud más cercano, pero no conseguimos un médico o profesional que pudiera atenderla a tiempo; cuando finalmente apareció uno ya era demasiado tarde”, recuerda.
“Fue entonces, al no poder encontrar asistencia médica a tiempo y perderla, cuando decidí: ‘cuando sea grande, quiero que el propósito de mi vida sea asegurar que las personas en comunidades rurales y desatendidas no pasen por lo mismo que mi familia y yo vivimos.’”
De Cornell al servicio comunitario
Después de mudarse con su familia a Estados Unidos en 2014, Boateng empezó estudios pre-médicos en Raritan Valley Community College y luego continuó en la Universidad de Cornell. En un curso de fisiología, se dio cuenta de lo diferente que es la realidad en Ghana de lo que estudiaba.
“Hablaban de distintas enfermedades, en especial cardiovasculares como la hipertensión y la diabetes, y cómo muchas tienen síntomas silenciosos. Si no las conoces, puedes morir por ellas, por eso hay que ir al centro de salud para chequearte la presión… Y yo pensaba: espera, ¡ni siquiera tenemos tensiómetros! Es complicado ir al centro de salud, imagínate hacerte un chequeo de presión.”
En diciembre de 2017, Boateng organizó su primera campaña de alcance. “Hicimos tamizajes y atendimos a mucha gente. Lo que más llamó la atención fue que muchas personas tenían la presión alta y ni siquiera lo sabían”, contó. Explicó también el caso de una mujer que en el chequeo tenía la presión por encima de 200 y la enviaron directo a emergencias. “Si esa señora no hubiera asistido, no sabríamos qué habría pasado después.”
Vans de salud móvil
A través de estas experiencias, Boateng notó que mucha gente retrasaba buscar atención por el costo económico de hacerlo.
“La mayoría trabaja en el sector informal. Lo que venden en el mercado determina lo que ganan cada día y eso decide qué pueden poner en la mesa”, explicó. “Por eso, dejar sus puestos para ir al hospital se vuelve una decisión muy difícil, esperando que alguien los atienda.”
Para cerrar esa brecha, OKB Hope Foundation lanzó vans de salud móvil que llevan consultas, pruebas diagnósticas y medicamentos directo a las comunidades. Antes de las visitas, el equipo trabaja con oficinas distritales de salud y realiza encuestas a los residentes. “En promedio vemos entre 150 y 200 personas al día. A veces atendimos hasta 500 en un solo día”, contó Boateng.
La fundación también empezó a abordar la salud mental al escuchar preocupaciones sobre el sustento, la cosecha y la incertidumbre.
“No era solo salud física, también había un componente de salud mental”, explicó Boateng. El equipo comenzó organizando simposios en escuelas y después creó clubes de bienestar para apoyar a los chicos de manera continua. “Ahora también estamos buscando aprovechar la tecnología, como la inteligencia artificial, para cubrir la falta de profesionales de salud mental sirviendo como asistente las 24 horas para estos estudiantes.”
Historias desde el campo
En 2022, el equipo viajó a una comunidad remota de Ghana donde la mayoría de los niños dieron positivo para malaria.
“Solo pensábamos qué está pasando en esa comunidad. Preguntamos a las personas qué hacen si una mujer está embarazada. Dijeron que si saben que va a dar a luz, simplemente la llevan en moto al hospital o al centro de salud más cercano, a veces días o semanas antes del parto— porque si pasa algo en la comunidad, sus posibilidades de sobrevivir son muy bajas.”
En otra visita, el equipo identificó a una niña con una enfermedad renal, la trasladaron a la ciudad, la ayudaron con el tratamiento y después la llevaron de regreso a casa. “Dar segundas oportunidades de vida a alguien es algo que no tiene precio”, reflexionó Boateng.
Sin embargo, la necesidad muchas veces es mayor de lo que el equipo puede cubrir. “Recuerdo un día que planeamos atender a unas 200 o 250 personas, pero llegaron 500. No hubo más remedio que priorizar a quienes estaban más graves. Esos momentos nos recuerdan por qué creemos tanto en que el conocimiento es poder. Aunque no podemos tratar a todo el mundo, al educar y dar información, la gente puede tomar mejores decisiones para su salud.”
Actualmente, la fundación opera con lo que Boateng llama: “una y media vans”, una funcionando y otra que ya está vieja. Un pequeño staff fijo recibe apoyo de voluntarios que disfrutan el reto de atender casos impredecibles con lo mínimo.
Pero ganar el Premio Mayor Waislitz de Global Citizen les da recursos para crecer. El primer objetivo de Boateng es asegurar otra van. También planea asociarse con instituciones locales.
“En cada comunidad que visitamos, aunque no hubiera un centro de salud, siempre había una iglesia. Vimos una oportunidad:
¿Qué tal si la iglesia pudiera ser más que solo un lugar de culto y también se transformara en un centro de salud? Imagina una estación central ubicada dentro de la iglesia donde, después del servicio del domingo, las personas puedan pasar, chequearse la presión arterial y empezar a tomar control de su salud.
La fundación también ha solicitado la acreditación del seguro nacional de salud para que los servicios puedan ser reembolsados. “Ese es el plan: que el gobierno reembolse el servicio que ofrecemos para las comunidades rurales y desatendidas.”
Mirando hacia el futuro
Boateng describe su objetivo a largo plazo como un cambio en la cultura del cuidado de la salud.
“Uno de mis sueños es lograr transformar la cultura de salud reactiva por una más proactiva. Hoy en día, la gente solo busca atención médica cuando ya no le queda de otra. La meta es, ¿cómo consigo que comiencen a pensar en su salud antes de llegar a ese punto?”
Sabe que esto tomará tiempo. “Tal vez no pase en mi generación. Porque, como sabes, hace falta una nueva generación para cambiar esta mentalidad, pero lo que más me gustaría es que me recuerden por al menos haber contribuido a cambiar la mentalidad de las personas, pasando de una actitud reactiva ante la salud a una mucho más proactiva.”
Desde perder a su abuela en una zona rural de Ghana, hasta liderar una fundación que ha llegado a más de 100 comunidades y mejorado la vida de 15,000 personas, el camino de Boateng muestra cómo la experiencia personal puede inspirar soluciones sostenibles. Gracias al apoyo del Global Citizen Waislitz Grand Prize, la OKB Hope Foundation está lista para expandir los servicios móviles, fortalecer los programas de salud mental y construir una estructura que permita a las personas acceder a atención médica antes y de manera más eficaz.



