Por qué los Global Citizens deberían preocuparse
El acceso al agua es un derecho humano fundamental que está siendo amenazado por el cambio climático y la degradación ambiental. Las Naciones Unidas piden a los países que hagan universal el acceso al agua potable. Puedes unirte a nosotros para tomar medidas sobre este tema aquí.


La selva amazónica alberga el 10% de las especies del mundo, genera el 20% del oxígeno global y crea la mitad de su propia lluvia a través de un ciclo de agua intrincado.

Es un sistema natural que es un mundo en sí mismo, y enfrenta niveles de deforestación potencialmente catastróficos bajo la nueva administración del presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, quien prometió permitir que los intereses industriales tengan más acceso al bosque.

Si eso sucede, los efectos se sentirían mucho más allá de Brasil. En particular, los países de todo el mundo podrían enfrentar sequías y escasez de agua, según publicó National Geographic.

Esto ocurrirá porque el Amazonas influye en los patrones de lluvia globales y es en sí mismo una fuente importante de agua. El empuje y arrastre del ciclo del agua a lo largo del bosque de 2.125 millones de millas cuadradas crea un "río que fluye gigante en el cielo", informó Nat Geo, y ese río eventualmente alimenta ríos y lagos de todo el mundo.

El Amazonas también es un importante sumidero de carbono y su absorción continua de emisiones de gases de efecto invernadero ayuda a mitigar el calentamiento global y el cambio climático. A medida que las temperaturas aumentan, los patrones de precipitación se distorsionan: algunos países reciben más lluvias, mientras que otros obtienen menos. Esto ya se está dando en el mundo, ya que muchos países enfrentan condiciones cada vez más secas, lo que socava los sistemas agrícolas y conduce a la escasez de agua.

Se espera que estos efectos se hagan sentir tan lejos como en África y América del Norte, informó Nat Geo.

Si el Amazonas sigue disminuyendo, podría entrar en un peligroso circuito de retroalimentación, donde los árboles, arrasados por las motosierras, liberen emisiones de gases de efecto invernadero causando que las temperaturas aumenten y el bosque se seque, debilitando el ciclo del agua y causando mayores sequías.

A principios de año, un estudio demostró que el Amazonas está muy cerca de llegar a este punto e incluso podría parecerse a un desierto en las próximas décadas.

El mundo ya se enfrenta a una grave crisis del agua. Más del 30% de la población mundial no puede acceder al agua potable limpia y la ONU estima que más de 5 mil millones de personas podrían verse afectadas por la escasez de agua para 2050.

Una gran parte de este problema se debe a la mala administración de los recursos naturales.

Según informó la ONU, en América Latina, África y Asia, la mayoría de los ríos están comprometidos por la contaminación generada por la actividad industrial. Además, el 80% de las aguas residuales globales se vierten directamente en los cuerpos de agua, lo que hace que este proceso sea realmente inseguro. Alrededor de dos tercios de los bosques y humedales, que son esenciales para limpiar y mantener los suministros de agua, se han perdido o degradado.

La continua construcción de represas en los ríos en todo el mundo, algo que es común en Brasil, también interrumpe los sistemas de agua.

En varios países, el agua se ha vuelto escasa.

Por ejemplo, el lago Chad se ha reducido en un 95% en las últimas décadas, poniendo a millones de personas en riesgo de hambruna. En Shanghai, el 85% de los ríos que alimentan a la ciudad están demasiado contaminados para extraer agua. Mientras tanto, la fusión de los glaciares en Asia podría privar a millones de personas de agua potable.

A principios de este año, Ciudad del Cabo evitó por poco convertirse en la primera gran ciudad del mundo en quedarse sin agua.

La inseguridad hídrica emergente podría llevar eventualmente a conflictos. Algunos analistas sostienen que la guerra civil en Siria fue parcialmente alimentada por una devastadora sequía relacionada con el cambio climático.

La buena noticia es que estas consecuencias no son inevitables. Si los bosques como el Amazonas se protegen, los ríos estarán limpios en lugar de contaminados y se reducirán las emisiones de gases de efecto invernadero en lugar de liberarse, entonces las fuentes de agua podrían permanecer limpias y seguras en el futuro.

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Por Joe McCarthy  y  Erica Sánchez