En respuesta a 18 casos confirmados de poliovirus salvaje tipo 1 hasta el 6 de agosto de este año, Pakistán puso en marcha tres campañas nacionales de vacunación en 2025, llegando a más de 45 millones de niños en cada ronda. Estas campañas, lideradas por el Programa de Polio de Pakistán junto con UNICEF y la OMS, buscan detener la propagación del virus.
La polio es una enfermedad viral sumamente contagiosa que puede causar parálisis e incluso la muerte en niños, y se transmite principalmente de persona a persona por vía fecal-oral. Aunque no tiene cura, la polio se puede prevenir con vacunas seguras y eficaces que protegen a los niños de por vida.
Mientras los trabajadores comunitarios de salud llevan la vacuna hasta las puertas de las familias, los rechazos son algo común. UNICEF contó a Global Citizen que, este año, los padres de aproximadamente 60,000 niños se negaron a vacunar a sus hijos en cada campaña.
“Normalmente logramos una tasa de conversión del 70% al 75% entre los hogares que inicialmente rechazan la vacunación, lo que significa que alrededor de 3 de cada 4 niñas y niños en estos hogares finalmente sí reciben la vacuna,” contó Nofil Naqvi, encargado de comunicación de UNICEF en Pakistán.
Naqvi explicó que cuando un trabajador de salud encuentra un hogar que rechaza la vacuna, anota ese caso y lo refiere al equipo especializado en cambio social y de comportamiento. Este equipo se encarga de educar a las familias acerca de la vacuna, algunas veces a través de líderes comunitarios o personas influyentes, lo que hace que algunas familias decidan participar en la campaña.
Pakistán, junto con su vecino Afganistán, es uno de los dos únicos países del mundo donde la polio todavía es endémica, debido a muchos factores, incluida la desinformación que lleva a rechazar la vacuna y a boicots comunitarios contra la vacunación contra la polio.
Global Citizen entrevistó a Sana, una madre de 29 años con cinco hijos que vive en Karachi, Pakistán, quien compartió en sus propias palabras por qué al principio se negó a vacunar a su bebé cuando los trabajadores de salud tocaron a su puerta.
Sana, de 29 años, con su hija Amyra de 8 meses, en casa de una movilizadora comunitaria de su barrio en Karachi, Pakistán, el 30 de julio de 2025.
Soy mamá de cinco niños y vivimos en Karachi. Mi esposo trabaja en una fábrica, así que yo soy quien cuida a los niños en casa.
Hace como un año, alguien me mandó por WhatsApp un video de una mujer paquistaní diciendo que las vacunas son veneno para los niños, que pueden paralizarlos o causarles infertilidad. También he visto este tipo de videos en Facebook. No conozco a la mujer personalmente, pero le creí.
No soy la única que ha visto estos videos y lo hemos platicado en familia. Yo sí vacuné a mis cuatro hijos mayores, pero en ese tiempo, no existían rumores sobre que las vacunas fueran malas. Todos mis hijos están sanos y no tuvieron efectos secundarios, pero al ver estos videos en redes, dudé en vacunar a mi hija menor, Amyra.
Este año hubo campañas de vacunación contra la polio y buscaban vacunar a todos los niños pequeños. Platiqué con personas de mi barrio que intentaron convencerme de que me uniera, pero les decía que, en el fondo, yo no podía permitir que vacunaran a mi hija. Todos los demás en mi calle vacunaron a sus hijos. Yo fui la única que se negó. Amyra es tan importante para mí que no podía imaginar hacerle daño.
Nusrat Bano (C) y Amber Ahmed (L) muestran a Sana (R) un video donde un periodista corrige info falsa que difundió antes en un canal local de Karachi. Ese video anterior lo vio Sana en Facebook.
Aquí hay muchísimas enfermedades que afectan a los niños, como la diarrea. Yo me preguntaba, ¿por qué los trabajadores de salud solo vienen casa por casa cuando se trata de polio o sarampión? Ni siquiera se acercan para revisar la temperatura de nuestros hijos.
Cuando mi bebé tenía cuatro meses, llegó un equipo de promotoras sociales a mi puerta para hablar sobre la vacuna de la polio. No les abrí, pero volvieron. La siguiente vez que tocaron, les dije que me negaba a vacunar a mi bebé.
Durante el siguiente mes, el equipo visitó mi casa varias veces, pero yo seguía sin aceptar lo que me decían. Ni siquiera quería hablar con ellas. Hasta que un día pensé: si siguen viniendo a hablar conmigo de esto, tal vez sí sea importante. Entonces accedí a conversar.
Una de las promotoras era una mujer que me explicó todo y me aclaró los rumores en los que yo creía. Le hice todas mis preguntas: ¿Cómo puedo creerte? ¿Por qué hay tantos rumores de esta vacuna?
Aprendí que la vacuna no paraliza a los niños, pero sí hay riesgo de que queden paralizados si no están vacunados contra la polio. También supe que no existe una medicina que cure o revierta la polio, y por eso no es como otras enfermedades.
No conocía a la trabajadora de salud personalmente, pero ella es parte del departamento de salud local y llegué a confiar en ella. Confío en Dios, y después de eso, en los trabajadores comunitarios de salud, especialmente en ella. Durante dos meses platicamos sobre mis dudas, y decidí que sí quería vacunar a mi bebé.
Cuando se trata de la salud, normalmente lo consulto con mi esposo. Queremos que nuestros hijos tengan vidas buenas y sanas, y que estudien, eso es importante.
Mi esposo no estuvo de acuerdo conmigo sobre vacunar a Amyra. Pero como yo había hablado con la trabajadora de salud y la entendí, sentí que podía decidirlo sin el consentimiento de mi esposo. Sé que si mi hija llegara a enfermarse de polio, sería mi responsabilidad cuidarla, así que yo debo tomar las decisiones sobre su salud.
Recibió la vacuna en mayo y estuvo bien. Cuando mi esposo vio esto, cambió de opinión.
Si hablara con otra mamá que duda en vacunar a su bebé, la entendería y le contaría lo que aprendí, animándola a informarse también, por el bienestar de sus hijos.
Sana, 29, juega con sus cinco hijos en la casa de una movilizadora comunitaria de su barrio en Karachi, Pakistán, el 30 de julio de 2025.
Nota de la editora: Este artículo forma parte de un reportaje original de Global Citizen sobre la poliomielitis en todo el mundo y fue posible gracias al apoyo de la Bill & Melinda Gates Foundation.